VENCEDORES DEL MAL Mt 14, 22-33
VENCEDORES DEL MAL
Mt 14, 22-33
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
Hay momentos de nuestra vida que aunque tengamos la buena voluntad y responsabilidad por hacer las actividades que nos ayuden a crecer, que sean también aporte para que genere un estilo de vida nueva en otros, parece que esto no basta, no es suficiente porque el miedo, el pánico de las situaciones nos asalta y sentimos que todo se hunde, que no vamos a ser capaces de lograrlo. Todo se oscurece, se estanca, no avanzamos, nos dejamos hundir. Tenemos la fuerza, las capacidades, las herramientas suficientes para llevar a cabo las acciones, desafiamos las situaciones, los retos, los obstáculos y las distintas circunstancias, pero cuando nos adentramos, sentimos el miedo, ante lo que llegue a suceder, a lo que dirán, a las consecuencias, entramos en pánico, ante las olas contrarias que golpean y amenazan o ante lo que quiere arrastrarnos para ahogar lo que se ha emprendido, impidiendo que caminemos con la seguridad y la confianza, prefiriendo muchas veces desistir, hundiéndonos antes que permanecer. Como que no creemos en la fuerza, en el poder que hay dentro de nosotros para lograr los objetivos y las metas. A la Luz de la Palabra de Dios, en una travesía difícil de los discípulos de Jesús en el mar de Galilea, empujado por los vientos contrarios, el Maestro nos enseña a vencer y a superar los obstáculos para que lo que se ha iniciado no se hunda y logre llegar a buen término, usando la fuerza espiritual. Veamos:
1. Salir de la seguridad (vv. 22-26): Emprender un proyecto, una actividad, un objetivo, alguna travesía de nuestra vida llega a ser valioso porque causa un desprendimiento, un movimiento que nos obliga a salir de nuestras seguridades y acomodaciones, salir de nuestra zona de confort para embarcarnos rumbo hacia nuevas metas. Jesús, después de dar alimento a la multitud (cf. Mt 14, 13-21), obliga a sus discípulos a subir a la barca para ir al otro lado del mar, en una zona de Genesaret, mientras que él sube a la montaña a orar. En esta travesía la barca es agitada por las olas y desbordada por los fuertes vientos que estaban en contra (vv. 22-24). Salir de nuestras seguridades y zonas de comodidad en cualquier aspecto de nuestra vida es exponernos a una cantidad de situaciones adversas externas, pero también a otras fuerzas, como el miedo y la mediocridad que surgen desde nuestro interior, causando una crisis, un bloqueo en el que parece que podemos perdernos y naufragar. Cuando las situaciones y las circunstancias adversas y adicionales se asoman a nuestra vida, como la enfermedad física, la escasez, la falta de empleo, los problemas inevitables de familia y de convivencia, obliga a desaprender para volver aprender, a comenzar un nuevo cuadro en nuestra experiencia de vida, a salir de nuestras falsas seguridades y de aquellas falsas creencias. En este proceso y en muchas ocasiones nos sentimos más solos e indefensos que nunca (vv. 23), contagiándonos unos a otros de desaliento, de desánimo, de miedo que aterroriza e impide ser creativos para continuar avanzando. Como que no nos sentimos capaces de ver más allá de los obstáculos que nos rodean, como que lo único real es la tempestad que nos sacude, todo parece complicado y muy largo, incluso llegamos a confundir las cosas que no son como si fueran reales, provocando más pánico y angustia (vv. 26). Sin embargo, los obstáculos, las crisis, los momentos adversos se convierten en una oportunidad para aprender nuevas cosas, para salir de lo que nos parece seguro y dogmático, logrando que podamos crecer en todos los aspectos y llegar a buen termino a las metas que nos hemos propuesto. Salir de nuestras seguridades o de lo que nos habíamos acostumbrado nos pone en condiciones más altas, en otro nivel, "obligándonos" a hacer cosas, que tal vez nunca habíamos imaginado, pero que son indispensables para ver de lo que somos capaces de hacer cuando la vida nos reta a salir de nosotros mismos para contribuir a un estilo de vida constructivo y siempre mejor.
2. Vencer las resistencias (vv. 27-31): Independiente de lo que hayamos aprendido o de lo que nos hemos acostumbrado es posible dar un nuevo dinamismo a nuestra vida, en todos los aspectos para transformarla, para darle un nuevo aíre, un nuevo aliento, pero en esto hay que pagar el precio. Jesús se acerca a los discípulos y les dice tres palabras de confianza que ellos necesitan escuchar en medio de la travesía, cansada y agotada: ¡Ánimo! Soy yo, no temáis. Pedro entusiasmado pide y se pone a caminar sobre las aguas yendo hacia Jesús, pero viendo la violencia del viento, le entró miedo y, comenzó a hundirse (vv. 30). En todas las travesías que emprendemos en nuestra vida estamos expuestos a enfrentar fuertes obstáculos y dificultades, sin embargo, éstas son necesarias vencerlas para lograr llegar a la meta. Para eso, es importante la confianza en sí mismo y en Dios. No podemos dejarnos apabullar del miedo y de las amenazas externas e internas que aparecen en nuestra travesía. En algunos casos aparecerá la indiferencia de personas que nos les interesa nuestra situación o que por miedo de perder su autoridad no se arriesgan a dar el paso hacia una nueva vida, no quieren acercarse ni comprometerse con los demás. Otros verán que nuestras actitudes y acciones no son tan importantes como nosotros podemos imaginar, porque observan una etiqueta, un estrato, una condición social, e intelectual, sin darse el permiso de hallar algo más, cerrando las oportunidades y las puertas. En otros casos la primera resistencia a vencer es nosotros mismos, vencer esas actitudes de quedarnos anclados, pasmados, mirando que otros sean los que hagan con una mirada solamente de espectadores, prefiriendo que los vientos nos sigan golpeando, lastimando y despreciando. Vencer las resistencias es confiar en sí mismo y en Dios, es tener las posibilidad de lograr algo, de llegar a nuevas cumbres, de estar al lado de la solución, de salirse y de ver donde otros no ven. Vencer las resistencias es cuestión de una decisión de lanzarse, de dar el paso y de arriesgarse, de romper los paradigmas y los métodos ya usados, de vencer las fuerzas del mal, evitando quedarse en oír los estruendos de las olas y las fuerzas del viento que están en contra para continuar hacia adelante y, así, tener la oportunidad de contribuir a un estilo de vida mejorado. El fruto no está en las resistencias, en los problemas o en los obstáculos, en quedarse haciendo lo mismo, el fruto lo encontramos más adelante, y para eso, hay que intentarlo, hay que salir de lo que nos da seguridad y comenzar a caminar (vv. 29). Vencer las resistencias es también, superar los recuerdos del pasado para encontrarnos en medio de las situaciones adversas y de las oscuridades con un estilo nuevo de vida que nos sorprende, que nos libera y nos hace felices. Esto no significa que en algún momento no podamos vacilar, y dudar, sintiendo impotencia, desesperación, como si lo mejor fuera volver atrás que preferir continuar avanzando. Desafortunadamente no siempre nos creamos un entorno favorable para confiar en sí mismo y en Dios, pero en este caso, la tarea nuestra es generar la confianza realizando una serie de acciones que nos fortalezca y nos facilite avanzar. Es importante si, desactivar aquí el miedo para comenzar a caminar con aplomo, con seguridad, aunque las fuerzas contrarias amenacen o lo que nos desafía parezca ser más fuerte que nosotros. No hay que olvidar que para ganar confianza es importante intentar y fallar, pero sin perder la mirada en los objetivos (vv. 31), pues podemos asustarnos en algún momento, podemos sentir que nos hundimos por las fuertes adversidades, pero con la ayuda de Dios, que salva, con la fuerza espiritual que hay en nosotros, podremos salir a flote para no desfallecer (vv. 32a), venciendo así todo mal.
3. Admirarse por lo sucedido (vv. 32-33): En la travesía de nuestra vida no es la crisis ni tampoco los triunfalismo engañosos que pueden deformar nuestra vida, los que tienen la última palabra. Es el aprendizaje, el crecimiento que hemos obtenido, los nuevos caminos que hemos encontrado, las estrategias que hemos creado y desarrollado: los que estaban en la barca le adoraron, diciendo: verdaderamente tú eres el Hijo de Dios. (vv. 33). Todos necesitamos pasar por las crisis para liberarnos de nuestros propios intereses, logrando admirarnos y maravillarnos de nuevas realidades y situaciones que facilitan construir y actuar de un modo diferente y más saludable. Ninguno estamos exentos de las dificultades, esto es inevitable, pero de ellas podemos aprender y crecer reavivando y dando un nuevo dinamismo a nuestra vida, a nuestras relaciones con las demás personas. De esta manera, es necesario usar la grandeza de la humildad para dejarnos sorprender y asombrar por los distintos momentos y regalos maravillosos de la vida que siempre son novedosos y agradables para todos. Pero, también para darnos cuenta de la riqueza que tenemos en nuestro interior, la capacidad para vencer obstáculos que nos bloquean o nos impiden realizarnos. Admirarse por lo sucedido, es ver los resultados que se habían proyectado a pesar de la travesía compleja de nuestra vida, descubriendo el respaldo de Dios, que junto a nuestra perseverancia hace posible que las cosas sucedan y sean llevadas a buen termino (vv. 34) para beneficio personal y también para el aporte al crecimiento de las demás personas (vv. 35-36).
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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