RESOLVER DIFERENCIAS CON INTELIGENCIA Mt 18, 15-20
RESOLVER DIFERENCIAS CON INTELIGENCIA
Mt 18, 15-20
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Cómo estamos resolviendo los distintos conflictos que surgen en nuestra experiencia de vida con las demás personas? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús enseña a la comunidad a experimentar la corrección fraterna y la solidaridad a través de la comunión en la oración. Todos como personas no estamos exentos de cometer errores, de tomar decisiones y acciones equivocadas, aún cuando nuestro deseo sea el de hacer el bien. Muchas de esas acciones provocan tensiones, diferencias entre unos y otros, rivalidades que distancian las amistades y las relaciones, incluso las familiares. Entre tanto, otras causan que se despierte el rencor, el resentimiento y el deseo de venganza. Broncas y opiniones que dificultan la convivencia saludable. Sin embargo, lo recomendable ante lo que inevitable es proceder de una manera inteligente, teniendo en cuenta que todos tenemos el derecho a la buena fama a sentirnos incluidos a pesar de nuestros actos. Es un servicio que hace bien a la persona y a la relación. Lo primero es evitar esparcir por todo el mundo el comportamiento no adecuado de la otra persona. No sé trata de denunciarlo de forma inmediata, de apabullarle, como tampoco de aprovecharse del error para destruir, chantajear y sacar ventaja. Lo adecuado es escucharlo, interpelar, saber qué lo motivó a realizar tal conducta que afecta e impacta negativamente en los demás para acompañarle, animarlo a corregir su actitud y, así logre ser mejor de lo que ya es. Es posible que a través de este diálogo se crea a las palabras y se acepte dando comienzo a una nueva relación más saludable. Pero, si esto no diera resultado se hace necesario buscar una ayuda adecuada, alguien que pueda mirar de un modo objetivo y oriente pasos que faciliten mejorar la relación. Pero, si este canal tampoco es suficiente, entonces, y sólo entonces se comunicará la atención de una manera formal, benévola y respetuosa porque no podemos olvidar que también nosotros nos equivocamos. Por supuesto, que a pesar de los intentos algunas personas prefieren mantenerse en el error con la frase: "es que yo soy así y nadie ni nada me va a cambiar" "es que como digo una puedo decir dos verdades", sin embargo, esto no es una excusa para rechazar, abandonar o excluir. Es necesario tomar decisiones con cautela y sin ligereza. De hecho, quien se excluye es quien ha preferido asumir un estilo de vida equivocado, alguien que no ha decidido escuchar y mejorar su calidad de vida. Por eso, el proceso no termina aquí, aun cuando el otro se haya excluido porque hay algo más grande como la solidaridad entre las personas, que no abandona, que busca superar sus propios criterios e intereses personales dejando aflorar el Amor de un Padre que no se cansa de buscar y recuperar lo que se ha desviado o perdido. Es sintonizar con el amor para ver de un modo distinto a la persona que nos ha ofendido, evitando etiquetas o heridas mayores. Por tanto, resolver las diferencias con inteligencia es desarrollar una actitud de servicio en el que facilitamos un camino de crecimiento que nos beneficia a todos. Por un lado para acompañar a quien ha cometido un error y nos ha ofendido, y por otro para que estemos libres de resentimientos, amargura e ira, que sólo nos bloqueará nuestro intento de avanzar y de ser mejores personas.
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