LO MEJOR ESTÁ EN NOSOTROS Mt 23, 27-32

LO MEJOR ESTÁ EN NOSOTROS

Mt 23, 27-32

Luis Fernando Castro Parra
TEÓLOGO

¿Qué imagen de nosotros mismos estamos presentando a las demás personas? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús continúa con dos nuevos "ay" para referirse a las actitudes incompatibles de las autoridades religiosas, quienes por fuera parecen justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad. Dicen que las apariencias engañan y nos llevan a cometer imprudencias. La apariencia es cómo las demás personas nos ven y nos perciben. Algunos por eso, se afanan por cuidar su vestuario, por hablar adecuadamente, por usar gestos, conductas, y comportamientos que opaca su realidad y situación vulnerable. Actúan como una tortuga fuertes por fuera, pero gelatinosos por dentro. Ante el reto o el riesgo se esconden o buscan culpables.  Y, aunque no se puede desconocer que lo externo dice mucho de nosotros, no siempre refleja lo que somos. Entre tanto, existen otros que controlan su apariencia para mostrar una imagen concreta de lo que son como personas, pero aunque actúan con sinceridad, lastiman, afectan relaciones y amistades porque no actúan con asertividad. Diríamos sin filtro, sin tener en cuenta lo que puede sentir o afectar a la otra persona. De manera que la sinceridad está en línea con la entonación, el lenguaje adecuado para que haya una buena comunicación y tengamos los efectos deseados. Sin embargo, el aparentar trae también sus consecuencias porque muestra una imagen externa ficticia, pero su interior no corresponde o niega aquello que quiere mostrar por fuera. Son muchos los disfraces y las máscaras que usamos para engañar y desvirtuar lo que verdaderamente somos, escondiendo objetivos reales y sentimientos. Sentimos enojo, envidia y hablamos mal de una persona, pero actuamos distinto cuando estamos frente a ella. Por otra parte, exigimos estándares y cualidades que nosotros no experimentamos ni practicamos. Así, que este acto de hipocresía no es recomendable porque se construye sobre apariencias, sobre fines y propósitos que no son veraces, promoviendo en muchos casos de familia o de la vida social actos violentos que distorsiona lo que verdaderamente somos como personas y lo que podemos hacer desde nuestra libertad en bien de los demás. Simular y no mostrarnos tal cual somos son mecanismos que nos protegen en función de lo que creemos que nos va a facilitar el complicado arte de vivir y relacionarnos con otras personas, éstas distintas, con cualidades y pensamientos diversos. Preferir, entonces, guardar apariencia o usar una máscara para relacionarnos con los demás, ocasiona que con el tiempo se nos olvide lo que somos, pero también nos debilita porque nos estrecha la percepción de nuestra vida y de nosotros mismos. Por eso, lo recomendable es hacer conciencia de lo que llevamos dentro, negativo o positivo para sacar lo mejor de nosotros sin fingimientos y de una manera adecuada, facilitando construir mejores y sanas relaciones. La grandeza que hay en nosotros es mayor a lo que aparentamos. Lo mejor está en nosotros y hace mayor bien si lo usamos para desarrollar acciones constructivas que nos faciliten crecer y obtener un bienestar para todos.

Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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