LO MÁS GRANDE ESTÁ ADELANTE Mt 19, 23-30

LO MÁS GRANDE ESTÁ ADELANTE

Mt 19, 23-30

Luis Fernando Castro Parra
TEÓLOGO

¿Qué riquezas tenemos en nuestra de vida que se han convertido en obstáculo para crecer en todos los aspectos de nuestra vida? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús explica a sus discípulos sobre la reacción del joven que se resistió al desafío y a la propuesta del Maestro de seguirlo con desprendimiento. Muchas veces los desprendimientos nos ponen en una actitud de crisis, de sufrimiento, sin embargo, esta no es el final ni tiene la última palabra, como tampoco lo tienen los logros o los alcances que hayamos tenido porque pueden causar en nosotros triunfalismo que nos impiden continuar avanzando. Lo que si es importante es el crecimiento que vamos realizando en nuestra vida y, que de alguna manera, vamos dejando de nosotros para encontrarnos con la novedad, con hallar nuevas estrategias, nuevos elementos que nos facilitan fortalecer y hacer posible que las relaciones, que el entrar en contacto con los demás sea más efectivo, saludable y constructivo. ¡Lo más grande nos sigue esperando! Es posible que hayamos aprendido muchas cosas, que hayamos alcanzado grandes y valiosas metas, que hayamos mejorado en nuestras relaciones y amistades, pero esto también se hace necesario dejarlo para lograr ver más más cosas, encontrándonos con nuevas personas, con nuevas posibilidades de vida, con nuevos proyectos que se pueden emprender, nuevas herramientas que nos favorecen para complementar y aprender a mejorar nuestro estilo de vida. Así que, no podemos estar ocultando con orgullo o soberbia lo que somos detrás de nuestras seguridades, anquilosamientos y apegos. Lo más grande está por venir, lo mejor está adelante. Eso es lo que nos hace libres y felices. Sólo basta con sentarse dentro de un automóvil para darnos cuenta que el vidrio panorámico está al frente y es más grande que el retrovisor. Poner la mirada en lo que está adelante es valorar lo que tenemos hoy para hallar la riqueza de lo que viene y ya vemos desde nuestra fe. Las riquezas que hoy tenemos en cualquier aspecto no son malas en sí mismas, lo malo es la forma de relación y el modo cómo las aplicamos. Podemos tener una riqueza, un prestigio y un conocimiento, pero este no está solamente para beneficiarnos y buscar nuestros propios intereses, sino está para usarlo y contribuir en el bienestar de las demás personas, está para compartirlo. Esto no es imposible, si hay apertura hacia los demás, cuando deseamos ser solidarios con las demás personas, compartiendo nuestras riquezas, no solo económicas, sino toda nuestra experiencia de vida para que otros también crezcan. Ahí está lo más grande, lo más sublime porque en la medida que avanzamos nos encontramos con lo que tanto anhelamos y deseamos, ser libres, victoriosos y felices con la capacidad de desarrollar el espíritu de la fraternidad y el amor abundante.

Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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