ACTITUDES PARA SERVIR Mt 18, 1-5.10.12-14
ACTITUDES PARA SERVIR
Mt 18, 1-5.10.12-14
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Qué estamos haciendo, desde nuestra experiencia de vida para recibir a las personas haciendo que estas sean libres y felices? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús pide a la comunidad que acoja y reciba a los pequeños, esto es recibir a las distintas personas para que sin interesar su condición sean bendecidos y sostenidos. Desarrollar adecuadamente la capacidad de servir es una acción que es posible aprovechar al máximo, porque nos abre la oportunidad de ofrecer atención oportuna a las personas, de estar atentos a descubrir las necesidades propias, pero también la de las demás personas, así como ser observadores que toman iniciativa para realizar actividades que mejoren la calidad y las relaciones personales con alegría y entusiasmo, convirtiéndose en un servidor de excelencia. Para esto, lo primero es acoger sin límites. Algunas personas con sus actitudes y acciones se muestran superiores a los demás, como si fueran el centro del mundo a pesar de que no lo reconocen. Actúan con soberbia, con un nivel alto de ego. Se pasan su vida despreciando y juzgando a quienes viven o experimentan otro estilo de vida, sea cultural, religioso y social. Los miran por encima del hombro con sospecha y con desconfianza. Entre tanto, otras se rebajan y se convierten como una alfombra, permitiendo que quien pase por su vida las pisotee. Ambos comportamientos no son recomendables. Lo recomendable para servir es acoger a las distintas personas sin ambiciones, sin competencias, sin rivalidades ni pretensiones, siendo una oportunidad de solución para su crecimiento integral. Todos son importantes, todos estamos en la capacidad de hallar cosas nuevas. Lo segundo es ser respuesta para los demás. Alguien es responsable cuando acompaña a ésta con libertad, con buscar hacer el bien a los demás. Sin embargo, cuando las acciones y actitudes están impregnadas de desprecio, de orgullo, de violencia, las relaciones se afectan, se destruyen y toman distancia. Así que, todos somos responsables, en alguna medida, de lo que le ocurra al otro y a nosotros mismos. Esto incluye a las personas más próximas, como también a las que están más lejanas. Todo lo que hacemos tiene efecto mayor o menor en otros. Las acciones y actitudes que decidimos realizar repercute en los demás. Por tanto, la habilidad de responder para servir es dar una respuesta de vida, de amor y de justicia frente a las necesidades, expectativas y carencias de quienes nos rodean sin que esto se convierta en una tortura o en un exceso, sino la oportunidad de mostrar el rostro del Padre Celestial para los demás.
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