REHACER LA VIDA Jn 20, 1-2.11-18

REHACER LA VIDA

Jn 20, 1-2.11-18

Luis Fernando Castro Parra
TEÓLOGO

¿Has tenido alguna experiencia de vida que te ha dado pérdida o muerte? ¿Cómo la has enfrentado? ¿Qué te ha dado nueva vida y alegría de continuar viviendo? A la luz de la Palabra de Dios, María Magdalena busca a Jesús en el sepulcro, pero después de pasar por algunas etapas y momentos de vida se encuentra con Jesús resucitado. Todos como personas, experimentamos momentos en la travesía de la vida en los que parece que todo se derrumba, como que todo está perdido, ya no hay otra salida, todo se ha terminado y no hay nada más que hacer. Experiencias de muerte de seres queridos, de amistades. Experiencias de enfermedad y decepción, de fracaso ante un emprendimiento y traición. En fin, momentos, instantes de la vida que sientes que el tiempo se detiene, que se ha levantado un gran muro que oscurece, impidiendo ver más allá que la realidad que se experimenta con dolor y sufrimiento. Parece que a los pies les falta tierra para apoyarse, nos hundimos y jugamos una crisis profunda. Sin embargo, también acontece que en medio de estas situaciones adversas aparece de repente personas que hacen posible que nuestra vida vuelva a comenzar, se pueda renacer y rehacer, descubriendo que el amor y la vida son experiencias más fuertes que aquello que nos estaba sumergiendo en la tristeza, en la derrota o en el dolor. Pero, ante lo que es inevitable es posible pasar por algunas etapas, que sí las conocemos nos facilita llevar mejor los momentos de duelo. La primera reacción es la Negación. Se activa un mecanismo de defensa entre el dolor y la persona, negándose a creer que lo ocurrido sea verdad. Lo segundo es generado por una cantidad de emociones negativas que vamos asumiendo y cargando, por el hecho ocurrido, sintiéndonos confundidos, cuestionados por lo que pudimos haber hecho y no se hizo, aferrados al pasado, aferrados a lo que duele, pero sin querer soltarlo. Todo parece entonces que se distorsiona. Lo anterior desemboca en una serie de sentimientos de ira y enojo. Esto es lo tercero. La rabia, la impotencia que produce el dolor y el sufrimiento crea un mecanismo que impide avanzar, quedándose en mirar y rumiar el pasado. Incluso se plantea lo injusto de la situación, llegando a cuestionar la existencia y las creencias. En esta etapa es posible buscar culpables o sentirse culpable alimentando así, la tristeza, que al no ser bien manejada desembocará en una depresión. El cuarto momento es la aceptación. Es darse cuenta que es posible volver a comenzar. Se comienza a entender el dinamismo de la vida y ha comprender que lo inevitable hace parte de nuestra vida. En efecto, se toma una nueva actitud, se empieza de nuevo a ascender, dando sentido a la vida y activando nuevos mecanismos y herramientas que facilitarán continuar avanzando, iniciando nuevas relaciones, metas y proyectos vitales y constructivos. Y, finalmente llega el momento del restablecimiento, el momento de rehacer la vida, de soltar el pasado para asumir con responsabilidad, con dedicación y con acciones constructivas nuestro presente, logrando sentirnos mejor consigo mismo, con los demás y con el Señor y Dueño de la vida. No hay que olvidar que estos episodios son una oportunidad de aprendizaje que nos permiten reorganizar, de dar prioridad a otras inquietudes, tomando la decisión de seguir viviendo hacia adelante con la fuerza de estar siempre feliz, enfrentando con valentía los diversos retos de nuestra vida.

Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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