EL ARTE DE ELOGIAR Lc 11, 27-28
EL ARTE DE ELOGIAR
Lc 11, 27-28
Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Has realizado cumplidos, elogios que sean acertados y lleguen a ser importantes para la persona elogiada? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús es elogiado por una mujer, pero el Maestro sin rechazarlo no duda en ponerlo en su lugar: En María quien ha sabido escuchar y poner en práctica con su servicio la Palabra de Dios. Elogiar es un arte y no siempre es fácil hacerlo, realmente cuesta porque hay veces se encierra en minidiscursos que elogian a todo un entorno, olvidando lo que es más importante. Algunos se centran en dar gracias y elogiar al grupo técnico, al buen trabajo que desarrolló algún compañero, al director al que se le debe tanto, a la compañera por ser muy hábil. Sin embargo, el elogio va un poco más allá porque puede hacer cambiar el rumbo de una vida en cualquier momento. Destacar lo bueno de una persona por lo que es y por lo que hace, de una manera específica es enfocarse en lo positivo. Esto no sólo beneficia a quien recibe el elogio sino también a quien lo emite porque mejora la calidad de su vida en todos los sentidos. Elogiar trae más beneficios de lo que nos podemos imaginar porque aumenta la autoestima, eleva el nivel de confianza y mantiene fuertes las relaciones personales. Pero, con frecuencia permitimos que se oxide porque preferimos no usar o mejor criticar, o en otros casos adular y eso sería mentir, haciendo de un elogio una herramienta poco sincera. Algunos queriendo quedar bien con aquel conferencista, maestro o superior se acercan diciendo cosas como: usted es el mejor conferencista que he escuchado, no hay otro más. Esto no es recomendable, tal vez sería la conferencia ha sido atractiva. Ojalá pudiéramos escuchar más conferencias como la suya. De manera,que elogiar es apreciar, valorar y comunicar de forma positiva las actitudes y las acciones de las personas en cualquier momento, haciendo sentir bien a la otra persona. Es decir, que al desarrollar la capacidad de elogio nos saca de estar mirando solamente nuestros ombligos para poner la mirada en algo más de las personas, reconociendo lo que son como personas y lo que hacen para contribuir al progreso de los demás. Por tanto, cuanto más elogiemos más posibilidades hay de descentrarnos de nosotros mismos para comenzar a pensar en los demás haciendo un camino de libertad y verdadera felicidad.
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