EL AMOR MÁS ALLÁ DE LA MUERTE Jn 11, 19-27
EL AMOR MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
Jn 11, 19-27
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Cómo hemos reaccionado frente a la experiencia de la muerte de un ser cercano o un ser querido? A la luz de la Palabra de Dios, Marta, hermana de María y de Lázaro, quien había fallecido y llevaba 4 días en el sepulcro, es conducida poco a poco a la fe en Jesús como Señor de la vida. Ante la realidad inevitable de la muerte de un ser querido se mueve en el interior dos grandes fuerzas: por un lado la desilusión, la impotencia, la tristeza. Esto hace que surjan preguntas, recriminaciones, conjeturas, búsqueda de culpables: ¿por qué Dios permitió la muerte de mi amigo, de mi hermano, de mi padre, de mi madre? ¿por qué si es Dios permite tantas circunstancias negativas en el mundo? ¿de qué sirve un Dios que no ayuda que está ausente justo en el apremio de la necesidad? ¿por qué tanto sufrimiento y dolor? ¿si hubiéramos estado ahí, eso no había pasado? Por otro lado, surge la fuerza de la esperanza y de la vida, como una herramienta para mitigar el dolor: se espera un milagro, se crece en la expectativa de confianza de que lo ocurrido no sea verdad y pueda volver a la vida o en otros casos se atiende y se aferra a una esperanza, de algo bien remoto. En fin, brotan muchos por qué mezclados en el interior entre la desilusión y la esperanza. Sin embargo, pasar del trance de buscar un poder milagroso a experimentar un verdadero encuentro con la vida y aceptar que la muerte hace parte de la vida, pero que no tiene la última palabra porque la vida no se acaba con la muerte, porque hay vida después de la vida, es abrir la posibilidad de organizar un nuevo estilo de vida, de realizar un nuevo proyecto en el que el amor por la persona amada se convierte en una oportunidad más grande para transformar, para tomar nuevas iniciativas que nos impulsen a levantarnos y a salir de la aldea de la aflicción para continuar hacia adelante, consiguiendo desbordar y proyectar ese amor hacia los demás. De esta manera, cambia nuestra relación con aquel que ha partido porque ya no será física, pero sí de servicio, que es el amor por los demás en abundancia para esta vida y para más allá de ella.
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