DISCERNIR PARA DAR FRUTOS Mt 13, 1-23
DISCERNIR PARA DAR FRUTOS
Mt 13, 1-23
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
Todos como personas que nos movemos en diversos ambientes de nuestra existencia tenemos un reto en el que debemos hacer frente a la vida y, es el de encontrar un lugar en el proceso dinámico de la sociedad y del lugar donde participamos comunitariamente, con el fin de no perdernos ni desenfocarnos de lo que hemos emprendido o de lo que pretendemos desarrollar como siembra para cosechar grandes resultados que sean beneficio para la realización personal y el aporte al crecimiento de otras personas. Esto requiere de ciertos presupuestos de discernimiento que nos faciliten tomar decisiones apropiadas para que con sacrificios significativos y esfuerzos conquiste buenos y grandes frutos de vida. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús habla y explica en parábolas para enseñar no sólo el camino de crecimiento en la fe, también lo hace para aprender a discernir la voluntad de Dios en las distintas circunstancias y situaciones de nuestra vida a fin de decidir y abrir paso a conseguir mejores resultados en la misión. Veamos:
1. Discernir la calidad de la semilla (vv. 1-9): Muchos de los obstáculos y de los problemas que suelen surgir al momento de emprender y tomar decisiones no está en la calidad de lo que tenemos para aportar, sino en el modo como lo asumimos y los ponemos a desarrollar. En la parábola del sembrador, Jesús, el Maestro enfatiza en la "gracia" de Dios, que como profesional en la materia deja caer algunas semillas sin importar la calidad de la tierra. Esto quiere decir que la semilla, no es el problema porque representa la vida y porque en su dinamismo particular tiene la capacidad de hacer posible hacer algo nuevo y sorprendente. Discernir entonces, la calidad de la semilla, es discernir lo que podemos hacer con nuestra vida para dar los frutos necesarios que beneficien la realización personal y también alimente a otros. Sin embargo, al esparcir la semilla, no siempre va a encontrarse con buenos resultados, a pesar de los esfuerzos y de la dedicación que haya usado para preparar y organizar la siembra (vv. 3-7). Esta realidad provoca en algunos desanimo, en otros abandono de las actividades y acciones que en principio se había propuesto. Entre tanto, en otros causan gran decepción que les impide continuar avanzando. Pero, es aquí, donde es importante volver a revisar, discernir el proceso porque quien siembra, quien aporta, pequeñas o grandes cosas, ya está produciendo y generando vida, aunque no se vean los resultados queridos. La tarea de discernir la calidad de la semilla es descubrir lo maravilloso que tenemos para generar vida, mirando más allá de la calidad de la tierra para superar las distintas adversidades (la poca profundidad, las criticas, los apegos, el estrés, el fracaso, el desánimo, la tristeza que causa realizar grandes esfuerzos y pocos resultados), manteniendo vivo el esfuerzo, con la esperanza que al continuar sembrando se logren alcanzar resultados que sorprendan y provoquen alimento y crecimiento sólido e integral (vv. 8).
2. Discernir para decidir (vv. 10-17): Cuando se toma la suficiente claridad y el conocimiento de lo que debemos elegir para facilitar el crecimiento integral se decanta poco a poco las decisiones. Los discípulos se acercan y le preguntan al Maestro por qué habla en parábolas a la gente. La respuesta de Jesús parece provocar división en quienes le están escuchando (vv. 11-13), sin embargo, no se trata de tener privilegios por unos solamente, sino de lograr comprender las palabras (semilla) de Jesús para que con apertura, dedicación y esfuerzo se consiga llegar a las metas que se han focalizado. Quien discierne un camino serio de apertura descubrirá que toda ocasión de la vida es una oportunidad para aprender y crecer. Quien no recorra este camino puede ocasionar perder hasta lo poco que ha realizado (vv. 13-14) porque causa de autosuficiencia, miedo o apegos. De esta manera, discernir para decidir abre la posibilidad para captar sin dificultad el camino a seguir, empoderándonos para tomar decisiones lúcidas que acompañadas de esfuerzos nos faciliten alcanzar las metas, esto es dar el fruto, producir los resultados deseados, creando bases sólidas que nos impulsarán hacia otras nuevas cumbres de vida que nos ayudará a mejorar en todos los aspectos de nuestra vida: ¡Dichosos vuestros ojos porque ven, y vuestros oídos porque oyen!
3. Discernir para dar frutos (vv. 18-23): Lo importante no es la cantidad, sino la calidad de la semilla que da frutos. Más aún, lo relevante en muchas ocasiones es el esfuerzo, la valentía para vencer obstáculos y el deseo de querer contribuir activamente al crecimiento integral (vv. 23). La semilla que se siembra, como fuerza de vida, genera procesos sorprendentes de vida. Por eso, es importante discernir con responsabilidad (vv. 19a) para comprender y actuar con perseverancia, aún en los momentos adversos con el fin de hacer un camino de crecimiento serio y prolongado que determinará el rumbo de nuestra vida. Todos como personas estamos en la capacidad de hacer discernimiento que nos facilite comprender y tener la astucia (cf. Mt 10, 16) para entender el misterio de nuestra vida, superando las barreras inevitables en los procesos de nuestras actividades y quehaceres, logrando ser mejores (vv. 23: tierra buena- tierra fecunda) para que la semilla que se ha sembrado en nosotros crezca como un buen árbol fuerte que, en condiciones de dar los frutos de la vida, seamos portadores no sólo para acoger y apreciar la vida, que en sí misma ya es portadora, también para hacerla crecer con responsabilidad en todos los ambientes y en todos los distintos momentos de nuestra existencia.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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