DIRECTRICES PARA LA MISIÓN Mt 10, 16-23
DIRECTRICES PARA LA MISIÓN
Mt 10, 16-23
Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Qué directrices o indicaciones tienes en el proyecto de vida que han facilitado garantizar el logro de tus objetivos? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús da unas directrices a la comunidad de sus discípulos, llamados e investidos de su autoridad para desarrollar como colaboradores la misión. En todo proyecto o idea que emprendamos nos encontraremos con situaciones y momentos adversos. No siempre van a salir las cosas como las esperamos en el desarrollo de las acciones porque las personas no siempre estarán dispuestas a recibir y acoger algo nuevo. Algunos porque están interesados solamente en su propia abundancia y seguridad, en su prestigio, riqueza y poder. Otros, entre tanto basados en la diversidad de actitudes que se experimentan en las distintas relaciones sociales y familiares pondrán resistencia. Hay que notar que las personas unidas por lazos fuertes de intimidad, como la familia caen en la desgracia de odiarse y rechazarse, hasta eliminarse porque no se llega a acuerdos en el deseo de llevar a cabo el proyecto de vida o la misión que se ha propuesto. Hay casos que cada uno quiere imponer lo suyo en lugar de complementar, sugerir y proponer. Por eso, es necesario tener algunas directrices que nos sirvan de base para el buen desarrollo de un proyecto, de alguna actividad familiar y comunitaria, de una misión empresarial. No contar con esas directrices y planes para asumir la misión, ocasionará que no haya estrategias, alternativas u opciones que den salidas y soluciones en momentos críticos, como tampoco se pueda cumplir con los objetivos y las metas. Por supuesto que estos planes no son para asfixiar, pero sí para seguir una ruta, un camino hacia lo que nos hemos enfocado. La primera, desarrollar la capacidad de la astucia, no para engañar, sino para descubrir el engaño que puede causarse en el modo de relacionarse con los otros, evitando imponer o juzgar. La segunda, es la sencillez acogiendo a los demás por encima de todo, no sintiéndose superior en ningún aspecto respecto al resto, ni buscando menospreciar. Tampoco tener el afán de destacarse ni exponerse al peligro de sentirse solamente admirado. Lo tercero es la confianza en Dios y en sí mismo para no quedarse encerrado en nosotros mismos y en nuestras propias seguridades, superando con la autoridad, los obstáculos y las adversidades en las situaciones críticas, peligrosas y agresivas de nuestra vida. La cuarta es perseverar, manteniéndonos firmes y constantes en nuestro modo de obrar y de relacionarnos con los demás contribuyendo a su crecimiento y a su bienestar. Y, finalmente saber huir. Si. Esto no siempre es cobardía, es la herramienta que tenemos cuando nos enfrentamos a lo que nos quiere destruir y dividir, evitando daños, adjetivos gruesos y de alto impacto o peligros que hieren y exponen nuestra vida y la de los demás. Por tanto, las directrices modifica profundamente la manera como vemos e interpretamos nuestra vida y nuestras relaciones con aquellos que están en nuestro entorno.
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