LO GRANDE COMIENZA CON POCO Mt 13, 31-35
LO GRANDE COMIENZA CON POCO
Mt 13, 31-35
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Cómo estamos haciendo crecer las semillas que hemos recibido en nuestra experiencia de vida? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús enseña a través de las parábolas de la semilla de mostaza y la levadura que fermenta tres medidas de harina la pequeñez del inicio del Reino de Dios, el crecimiento, la grandeza y la multiplicidad para dar frutos. Las grandes cosas que logramos, comienzan con poco. Basta entregar una semilla a la tierra para lograr ver en un tiempo y proceso determinado un gran árbol frondoso. La semilla en su comienzo es muy pequeña, frágil e insignificante, pero con el tiempo y el proceso se convierte en sobreabundancia. La levadura es como el pan viejo, endurecido y con moho, que al convertirlo en polvo, le da sabor a la insípida harina y, aunque poco, tiene la capacidad de fermentar toda la masa. De esta manera, es cuestión de decisión si queremos asumir con responsabilidad lo que parece poco, pero que con el tiempo se convertirá en algo grandioso y sorprendente, libre de malicias y perversidad. Cuando decidimos sembrar pequeñas semillas de vida, de amor, de bondad, de perdón, de generosidad, de amistad, queriendo hacer el bien a los demás, buscando que crezca, que llegue a mejorar en su vida y en todos sus aspectos de existencia, aquella semilla se convertirá en una gran bendición que invadirá no sólo a la persona a la que se le sembró, sino también a quienes estarán en su alrededor porque germinará haciendo de nuestras relaciones personales momentos más fraternos y saludables. Pero, si la decisión es arrogante, creyendo que la semilla y la levadura es poco, dejándose gobernar por la petulancia, la abundancia, el prestigio, la tacañez, el apego, la exclusión, incluso, dejándose atropellar por el miedo y las culpas, entonces las decisiones y las acciones no serán adecuadas y recomendables, porque al final se sembrará emociones negativas, impregnadas de egoísmo, orgullo y rencor que en consecuencia cargan como pesados grilletes que esclavizan e impiden avanzar y crecer. Por tanto, es cuestión de decidir, de enfrentar para ganar y de apostar por lo pequeño aún cuando quizás no veamos el fruto en el servicio y en el trabajo. Esto lo logramos con la práctica de la grandeza de la humildad, con el creer en el valor de lo pequeño, de lo que parece invisible, con vivir la justicia, la dignidad humana y la solidaridad para que todo lo que se emprenda, germine y se proyecte como bendición abundante para los demás.
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