VIVIR EN MODO BIENAVENTURANZA Mt 5, 1-12a

VIVIR EN MODO BIENAVENTURANZA
Mt 5, 1-12a
Florecita-Luis Fernando
TEÓLOGO
Nos podríamos hoy preguntarnos ¿Qué tan satisfechos nos sentimos hoy con nuestra forma de vivir? Alguna persona afirmó que para que el mal triunfará solo necesitaba que los seres humanos, no hicieran algo bueno por la vida. Hay muchas formas y estilos de vida, formas de pensar, de sentir y de obrar. Formas de vida que nos van conduciendo a hacer algo más, formas que nos indican el camino y la modo de vivir bienaventurados, logrando desarrollar un estilo de vida realizado y constructivo. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús sube a un monte y sentado anuncia las Buenas Noticias del Reino de los Cielos, un camino que nos facilita vivir en libertad conociendo principios y valores de vida para aplicarlos en la practica de la cotidianidad en un modo de bienaventuranza. Veamos: 

1. Formas de vivir (vv. 1-2): El estilo de vida que ocurre alrededor de nosotros está siempre presente, pero tal vez nos cuesta descubrir cómo vivirla de verdad. Podemos saber o tener muchos conocimientos, pero no saber cómo hacerlo, ni desarrollarlo. Jesús viendo la muchedumbre subió al monte, se sentó y sus discípulos se le acercaron (vv. 1). El auditorio del Maestro es aquel gentío que se iba reuniendo en torno a las acciones y a las palabras de Jesús (cf. Mt 4,23-25), pero también se piensa en un grupo más pequeño que se acerca a Jesús, los discípulos. De esta manera, nos encontramos con algunas formas de vivir un estilo de vida: La muchedumbre que se queda abajo del monte, al pie de la montaña y los discípulos que suben con el Maestro. Algunas personas son sencillas, pero se contentan con poco. Tienen una mentalidad conformista, sumergida en esquemas o paradigmas que le impiden apreciar y disfrutar mucho más de lo que les posibilita el regalo maravilloso de la vida. Son personas que les gusta el show, lo bonito, lo agradable, pero viven ilusionados pensando que serán felices cuando logren ser ricos o cuando se ganen la lotería o cuando por su esfuerzo y sus sacrificios consigan construir un negocio lucrativo. Y, aunque esto es importante no es suficiente para asumir un compromiso con la vida, porque si bien es atractivo no es recomendable porque se desea muy poco. Los milagros solos no son suficientes, hay que explorar algo más para encontrarnos con la belleza y la riqueza de la vida desde un modo del Reino (cf. Mt 4,24). Este estilo se mueve más por lo conocido, que por conocer quedándose en la superficialidad de lo aprendido, en mantener un excesivo celo por cumplir solamente con su deber porque eso es lo único que se espera sin permitir evolucionar e ir un poco más lejos, mostrando así, una actitud de inseguridad. No se da un paso más adelante porque el miedo parece ser más fuerte y, por tanto, es más fácil sucumbir en la mediocridad que preferir desarrollar otras capacidades, ya que eso significa enfrentarse a otros retos, incluso a ser señalado e incomprendido. Por otra parte, otros hacen el esfuerzo de subir a la montaña: los discípulos se acercaron..., son personas que se desacomodan, queriendo aprender algo más, algo que sea sólido y les permita formular sus propios criterios que oriente y muestre como un mapa un estilo de vida que pueda ser aplicado en la cotidianidad de la existencia, descubriendo un aprendizaje no sólo teórico, sino abriendo también la posibilidad de saber cómo hacerlo. Estas personas buscan superar retos, se arriman a otras personas para que les aporten y les ayuden a desarrollar sus potencialidades para poder convertirse en un caudal de vida que no se agote. Formas de vivir que son interesantes, pero que no son suficientes para apropiarse de la riqueza de la vida.

2. Vivir en modo de Bienaventuranza (vv. 3-10): Una de las grandes aspiraciones y expectativas de todas las personas es lograr vivir en un modo de felicidad. Esto nos da importancia a nuestra existencia, empujándonos a tener una actitud permanente de buscar lo que nos haga feliz, sin embargo, ésta no se deja encontrar muy fácil, sencillamente porque la felicidad no es una meta sino un estilo de vida, un estado de plenitud interna que ya se experimenta (...de ellos es el Reino...vv 3.10)  y, que no depende las situaciones o de las circunstancias externas. Jesús, tomando la palabra, comienza a enseñar ocho motivos (La pobreza en Espíritu, la mansedumbre, las lágrimas ocasionadas por el dolor y la desgracia de otros, el hambre y la sed por la justicia, la practica de la misericordia como un modo de reconstrucción en las relaciones humanas, la pureza de corazón como el modo para valorar y hacer el bien a las demás personas, el trabajo constante por la paz para hacer crecer y avanzar las relaciones personales y la valentía para no reaccionar ni responder con violencia ante las injusticias y la persecución: vv. 3-10.12). Ocho motivaciones ofrecidas en un lenguaje de bienaventuranza (tiene visión de proyecto), invitando a reconocer un nuevo estado de vida para ser feliz. Por tanto, vivir en modo de bienaventuranza es asumir, es abrazar la felicidad. De manera, que las personas no sólo buscan alcanzar sus metas, quedándose en la cima, en la búsqueda de poder o de reconocimiento, sino que desarrollan su libertad y su vida con otros, dando lo mejor que tienen y, eso causa, provoca felicidad, alegría para todos porque quieren mejorar la calidad de vida en todos los aspectos, mejorando las relaciones personales. Son personas que saben lo que son y lo que tienen y, en efecto, aportan para construir nuestra existencia, que evitan estar en conflicto, que desarrollan la capacidad de generosidad y de solidaridad, que bajan de la cumbre para servir a los demás (ver Mt 8,1-4), generando nuevas oportunidades que inspira a otros a ser mejores. ¿En cuál estilo de vida queremos estar?

3.  Obrar con Alegría (vv. 11-12a): No siempre optar por obrar en un modo de bienaventuranza causa comodidad para todos, sin embargo, con la alegría es posible vivir la bienaventuranza porque Dios quien es quien provoca la alegría continúa obrando de un modo maravilloso en cada uno de nosotros, haciendo posible que la felicidad no dependa de causas externas ni de momentos, sino hace que permanezca siempre para obrar conforme a los valores del Reino sin interesar las consecuencias o el impacto que llegue a ocurrir en algunas personas. En otras palabras, se obra con alegría no porque todo anda sobre ruedas o todo parece estar bien, según las condiciones de algunos, sino que es posible obrar con alegría porque en Dios lo tenemos todo a pesar de la difamaciones o de las persecuciones que se originan a causa de la practica justicia, de obrar con generosidad o de evitar la violencia y el conflicto. Por eso, no hay mayor alegría que optar por sacar lo mejor que hay dentro de nosotros, queriendo arriesgar, queriendo ir más lejos, pero conservando la grandeza de la humildad, facilitando actuar con amabilidad, con bondad, con amor y perdón, creando ambientes más constructivos, fraternos y saludables donde todos podamos desarrollar nuestra libertad y gozar de la felicidad que el buen Dios quiere para todos.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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