DESARROLLAR ACCIONES LIBERADORAS Lc 13, 10-17
DESARROLLAR ACCIONES LIBERADORAS
Lc 13, 10-17
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Qué estamos haciendo desde nuestra experiencia de vida para aquellos que se encuentran en cierta desventaja en las relaciones humanas y sociales? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús mientras enseña un sábado en la sinagoga, se fija en una mujer que está encorvada por algunos 18 años. Es el Maestro el único quien siguiendo algunas acciones de misericordia muestra el interés por el bienestar de aquella señora. Por supuesto, la reacción del jefe de la sinagoga es negativa, pero el Maestro respondiendo con argumentos le confronta. Son muchas las personas que por su condición física y social han sido consideradas que no son seres humanos normales, obligándole a llevar un peso grande que las hace ver más bajitas que las demás. Estas personas llevan en su interior su propio sufrimiento porque le son negadas muchas ventajas de quienes se consideran normales y sanos. Personas que son discriminadas en distintos aspectos personales por su discapacidad, que deben mirar siempre de abajo hacia arriba sin tener en cuenta que ellas también pueden ser insertadas completamente en la vida normal. Algunas de estas personas no siempre pueden optar por tener una relación, no son acogidas con pleno derecho en la vida comunitaria, son vistas con cierta lástima e incluso disminuidas, como que no están capacitadas para ejercer alguna actividad o profesión. Esta realidad no es meramente física, también lo es en otros campos sociales donde se impone reglas, normas que impiden que la persona crezca y avance, sea libre y feliz desarrollando sus talentos y sus habilidades, aportando y proponiendo para construir nuevos paradigmas que inviten al progreso integral. Cuántas personas se han esclavizado y se les ha hecho algún daño psicológico porque se le ha marginado, porque se les ha pronunciado palabras que han cargado toda su vida, creyendo que son lo que se les dijo y no lo que son verdaderamente, perdiendo de vista el horizonte, las metas y la apertura a caminos nuevos. Basta con mirar en detalle la infraestructura de las ciudades para percatarnos que aquella no está adecuada para las personas que consideramos que no son normales provocando en estas personas un mayor esfuerzo. En este sentido, son muchos también que ante la posibilidad de mejorar esta realidad se incomodan y se irritan sin darse cuenta que sus acciones de indiferencia son solamente acciones de esclavos que esclavizan. Por eso, es importante que nuestras palabras y nuestras acciones sean liberadoras donde podamos expresar interés por el bienestar de los demás, poniendo atención y actuando de un modo libre y, sin prejuicios para entrar en contacto con otras personas que sin importar su condición física o social puedan y estén en la capacidad también de contribuir al crecimiento integral desde su experiencia de vida. No hay ley ni hay alguna norma que impida que todos sin exclusión podamos caminar con la frente alta, libre de agobios y de pesos que nos disminuyan o nos hagan bajar la cabeza. Todos como personas podemos erguirnos con palabras y acciones de libertad, abriendo espacios de benevolencia sincera donde podemos vivir de la mejor manera posible, viviendo en la alegría, en el gozo, haciendo de nuestra vida un elogio, una alabanza que nos permite mostrar lo grande que cada uno de nosotros somos con capacidades que nos permiten, participar y contribuir para que otros también descubran su libertad y el camino grandioso de la felicidad, ésta que dirige la mirada al buen Dios y se orienta según su maravillosa voluntad.
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