VIVIR DESAPRENDIENDO Lc 11, 1-4
VIVIR DESAPRENDIENDO
Lc 11, 1-4
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Nos preocupamos de aprender algo nuevo cada día en nuestra experiencia de vida? ¿Cómo la enseñó a las demás personas? A la luz de la Palabra de Dios, uno de los discípulos de Jesús le pide que le enseñe a orar. El Maestro los instruye en la oración pero desde un modo de relación con el Padre. Todo cambio y proceso que realicemos en nuestra vida implica un paso importante para continuar progresando en todos los aspectos de nuestra existencia. Mejorar para dar lo mejor de nosotros a los demás desarrolla la capacidad de progreso. Progresar nos permite crecer en nuestras relaciones personales, familiares y sociales, donde hallamos como meta y clave central una nueva relación con el Padre. Una relación que integra los sentimientos, los pensamientos, las palabras y el desarrollo eficaz de las acciones que conducen a transformar realidades. Además, expande y ayuda a desarrollar nuestros procesos y proyectos, de una manera más constante, contribuyendo a construir en el mejoramiento de la calidad de nuestra vida. Una propuesta que nos conduce a vivir desaprendiendo para volver a aprender, viendo las relaciones y la realidad de forma distinta, ordenada y en progreso. Para esto es importante: 1. Decidir progresar. Orar es aprender a vivir, a crear nuevas relaciones que nos involucran y nos acercan con la situación de los demás, abriendo nuevos contactos que profundizan y nos ayudan a transformar la sociedad. La relación que tenemos con nuestro Padre nos distingue, va más allá de una intimidad personal, se refleja en la relación con los demás y consigo mismo. Eso califica nuestro progreso de vida y la manera como podamos contribuir en el crecimiento integral de los demás. 2. Vivir desaprendiendo. Para continuar avanzando en el progreso de nuestra vida, potencializando y distinguiendo nuestras cualidades, carismas y habilidades en favor de avanzar y servir mejor a los demás es necesario hacer de nuestro itinerario de vida un aprendizaje constante donde esté sintonizado con el Padre, quien es la fuente de la vida y del progreso consiguiendo un estilo de vida distinto y mejor. 3. Dar sentido a lo que pedimos y hacemos. Practicar El amor, la libertad, la justicia y la misericordia nos facilita un estilo de vida que nos ayuda a avanzar en lo que somos y en lo que podemos hacer para el beneficio también de los demás, pero a su vez nos ayuda a que nuestras relaciones personales sean más saludables, garantizando una mejor comunicación conectada con la relación del Padre. Y, finalmente vivir desaprendiendo nos ayuda a superar los constantes obstáculos que son inevitables en nuestro quehacer de vida, pero que en ellos nunca estará ausente la mano del Padre para escuchar, fortalecer, animar y liberar a sus hijos a continuar hacia adelante, consiguiendo así llegar a la meta.
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