¡ES POSIBLE EL CAMBIO! Mt 21, 28-32
¡ES POSIBLE EL CAMBIO!
Mt 21, 28-32
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
No siempre las decisiones que tomamos en nuestra experiencia de vida son definitivas. Decimos sí, pero en el camino no hacemos lo que nos habíamos comprometido. Decimos no, pero en el camino cambiamos de parecer y lo hacemos. Dicen por ahí, que en el camino se arreglan las cargas, y aunque es peligroso y riesgoso esto porque puede mostrar ingenuidad y acomodo, si es posible contemplar este dicho cuando se consideran decisiones no definitivas, pues es muy fácil contradecirnos así mismos, pues decimos y no hacemos o hacemos cuando en el inicio nos habíamos negado. Es posible arreglar la carga dando un paso hacia adelante cuando en el camino hay que solucionar problemas para continuar progresando en lo que hemos emprendido para ser felices. De esta manera, podemos pensar que las decisiones que hemos tomado de un modo equivocado tienen la oportunidad de ser revertidas dando un nuevo inicio al proyecto de vida y, además aprovechar las distintas situaciones para avanzar y crecer con perseverancia, logrando llegar a las metas que nos hemos propuesto. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús enseña con una parábola a sus discípulos y a los líderes judíos opuestos al anuncio de Juan Bautista y del Maestro sobre la importancia de escuchar y cumplir la voluntad del Padre para lograr hacer verdaderos cambios de vida, lo cual significa reconocerse como hijo y vivir como hermano. Veamos:
1. Aprender a escuchar para decidir (vv. 28-30): Muchas decisiones se toman de lo que hemos escuchado o nos han propuesto para avanzar sin observar detenidamente cuáles serían las consecuencias y los resultados. Dos hijos escucharon la propuesta de un papá de ir a trabajar a su viña, sin embargo, en el camino la decisión que habían dicho en el inicio cambio. El primero se había negado, respondiendo con una actitud brusca: ¡No quiero! Pero, después cambio de parecer y fue. Su acción fue un sí. El segundo hijo había dicho que sí, pero en el camino decidió no ir, convirtiendo su acción en un no. Todos como personas tenemos las oportunidades para aprender a escuchar y así, tomar las mejores decisiones que nos faciliten ser libres y felices, sin embargo, en muchas ocasiones sin medir las consecuencias y los resultados, movidos más por las emociones o el momento decimos una cosa, pero al tiempo de llevar a cabo en nuestras acciones las tareas y compromisos, éstos no coinciden con lo que habíamos dicho, convirtiendo esto en una mentira que impide avanzar y realizar verdaderos cambios en nuestra relaciones. Estas actitudes son dramáticas y confunden, lastiman y dañan en muchas ocasiones las relaciones humanas porque se sucumbe en el miedo, en la desconfianza y en el virus del rencor: no todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos...(cf. Mt 7,21). Aprender a escuchar para decidir nos ayuda a aprovechar mejor las situaciones y las oportunidades que se nos presentan en nuestra vida en cualquier campo donde nos desempeñamos o pertenecemos, logrando que los resultados sean más favorables para nuestro progreso personal y también para el aporte que podemos hacer para el bienestar de las personas que nos rodean. Es importante que lo que está en nuestra cabeza coincida con nuestras acciones para actuar con credibilidad y confianza. Por tanto, aprender a escuchar para tomar las mejores decisiones exige actuar de acuerdo a lo que nos hemos comprometido, consiguiendo mejores resultados. De esta manera, tenemos la posibilidad de hacer verdaderos cambios que nos conduzcan a alcanzar mayores cumbres en todos los aspectos de nuestra vida.
2. ¡Es posible el cambio!(vv. 31): Los cambios son importantes en nuestra experiencia de vida porque encierran nuevos procesos, despierta un nuevo movimiento en nuestro interior y nos permite avanzar con nuevos aprendizajes que nos conducen a ser más efectivos en lo que decimos y hacemos. Jesús comienza, la segunda parte de la parábola preguntando: ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? (vv. 31a). La respuesta es inmediata: El primero. Esto da pie al Maestro para señalar que los publicanos y las rameras son quienes llegan antes que los líderes religiosos a disfrutar del reino de los cielos (vv. 31b). Algunas personas por su experiencia de vida y por sus acciones parecen que niegan la condición de ser hijos de la vida, hijos de Dios. Sus comportamientos y decisiones parecen que muestran la actitud del primer hijo que en principio se negó a ir a trabajar a la viña, pero posteriormente, arrepentido decide ir, llevando una vida distinta, renovada, libre y feliz. Decide no las palabras bonitas y maravillosas sino las acciones, y esto es lo más relevante porque permite estar siempre en una posición de cambio favorable (ir delante) que conduce a mayores y mejores acciones que crearán mejores y más saludables relaciones humanas. Por otro lado, están las personas que apropiados del servicio y de la herencia del Padre, la usan de un modo inadecuado, impregnado por el afán del poder, del prestigio, de la riqueza, de la tacañez bloqueando e impidiendo que la experiencia de vida de las personas avance y crezca: dicen pero no hacen (cf. Mt 23, 3). Las personas que van delante son aquellas que han decidido hacer cambios en su experiencia de vida, que no se quedan encasillados en su presunción u orgullo, sino que deciden salir de lo que les acomoda para mejorar sus actitudes y sus acciones a fin de mejorar también su calidad de vida. Estás personas sin interesar cuál ha sido su pasado, sorprenden porque gozan y disfrutan de la riqueza de la vida, atraen nuevas personas y amistades, logrando hacer verdaderos cambios que benefician su vida personal en todos los aspectos, y por supuesto consiguen impregnar de amor a los demás, consiguiendo que las cosas que parecían irreversibles ahora sucedan de un modo posible y transformante.
3. Creer en lo nuevo (vv. 32): Cada cierto tiempo de nuestra experiencia de vida, surge en nosotros la necesidad de hacer cambios que mejoren nuestro estilo de vida, ya en nuestra esfera personal y/o laboral. A veces, algunos de estos cambios son forzosos, mediados por situaciones y circunstancias externas, y en otras ocasiones son planeadas por nosotros. Sin embargo, cual sea la situaciones que nos rodee, lo importante es acoger y creer en lo nuevo, descubriendo que nuestra vida nos impulsa hacia nuevos retos, a alcanzar nuevas cumbres de vida. Jesús en la parábola señaló que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al reino de los cielos, pero también afirmó una acción fundamental en el cambio: creyeron en él (vv. 32b). Por supuesto, que no se aprueba el modo de vida de los publicanos y las rameras, pero sí es posible reconocer su actitud ante la novedad porque al creer en el Maestro, ahora disfrutan de las maravillas del Padre, más allá de su pasado y de los bienes materiales. Creer en lo nuevo es dar el paso hacia una vida nueva donde lo importante es vivir de un modo libre y feliz. No interesa tanto lo que el resto de la gente diga u opine de los deseos de cambiar y mejorar la calidad de vida. Cuando sentimos ese mover interior que nos impulsa a realizar cambios y que va en dirección a lograr un beneficio personal y también éste repercutirá positivamente en las personas que están en nuestro entorno, tenemos que avanzar creyendo en lo nuevo. Tomar algunos riegos para disfrutar de las maravillas de la vida es saludable. Creer en lo nuevo dando un paso hacia delante es abrir la posibilidad de vivir con confianza plena en Dios y en sí mismo, dando solidez a nuestra vida y a las relaciones con las cuales compartimos y crecemos. Por tanto, decidir por creer en lo nuevo depende de cada uno de nosotros: Y vosotros, ni viéndolo, os arrepenteis después para creer en él (vv. 32), pues algunos aún viendo la capacidad de su vida y de lo que pueden lograr para mejorar prefieren quedarse en su comodidad obstaculizando el camino personal y también el de otros. Pero, lo importante es dar el paso para creer en lo nuevo, ocupándonos de empezar hoy sin interesar la condición por la que estamos viviendo o experimentando, un nuevo estilo de vida que contribuya al crecimiento integral, aportando con nuestra experiencia al crecimiento también de otras personas para que juntos busquemos con perseverancia ser siempre mejores de lo que ya somos y, así construyamos relaciones de vida que hagan posible mejorar la calidad de nuestra existencia.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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