APROVECHAR Y DISFRUTAR MÁS DE LA VIDA Mt 20, 1-16

APROVECHAR Y DISFRUTAR MÁS DE LA VIDA
Mt 20, 1-16
Luis Fernando Castro Parra
TEÓLOGO

Hemos escuchado en algunas ocasiones la frase que algunas personas nacen con su estrella, mientras que otros nacen estrellados. Palabras que en realidad no son recomendables porque están cargados de envidia, murmuración, frustración, de estrés y de un deseo de pretender querer y desear lo que otros han conseguido con su trabajo y su esfuerzo, sin darnos cuenta el valor de lo que somos y de lo que tenemos para aprovechar y disfrutar más de nuestra vida. A todos como personas se nos ha dado una vida para disfrutar, para trabajar y para crecer, para producir más vida y sostener la que ya existe con responsabilidad y generosidad. Todos tenemos las capacidades, las posibilidades y las oportunidades para desarrollar los talentos, las habilidades para ponerlos al servicio de los demás, para actuar constructivamente. Nadie es más que nadie. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús cuenta la parábola de los trabajadores de la viña refiriéndose a que todos hemos recibido el reino de los cielos de un modo gratuito para que produciendo frutos construyamos un reino de justicia. Veamos:

1. Llamados a producir frutos con generosidad (vv. 1-7): Cada día que experimentamos es una oportunidad para producir con constancia frutos. El personaje principal de la parábola que narra Jesús es el propietario de la viña, que busca contratar trabajadores continuamente a lo largo de una jornada, incluso para aquellos que parecen desanimados (vv. 6) porque no han encontrado oportunidad y continúan esperando (vv. 7). Todos, como personas podemos aportar un granito de arena para que el mundo de las distintas relaciones humanas mejoren y se transformen en un estilo de vida más optimo y beneficioso para el crecimiento constructivo de la existencia. A todos se nos ha dado una vida, y en ella todos necesitamos del trabajo, del esfuerzo, de la dedicación y disponibilidad de todos para que la construyamos de un modo responsable. Por supuesto, desde este sentido, habrá siempre algo por hacer para mejorar la calidad de vida, para liberarla y para desbloquearla de lo que le impide progresar en todos los aspectos. Un llamado que no es exclusivo, es para todos, sin condicionar el momento, la hora, la edad, la profesión o el título que hayamos conseguido con esfuerzo y la dedicación. Llamados a producir frutos con generosidad, es entonces una oportunidad para hacer algo más para no quedarnos en la pasividad o en la inactividad cayendo muchas veces en el desánimo o en la indiferencia, dejando pasar las oportunidades que se presentan, quedándonos como espectadores apabullados muchas veces por el miedo y la duda que obstaculiza el proceso de entrar en el dinamismo de la vida. Todos tenemos una jornada, una historia para poder colaborar en la construcción de algo mejor de lo que ya se ha conseguido y, aunque parezca que no hay posibilidades u oportunidades, nunca es tarde para comenzar a producir frutos que contribuyan al crecimiento y al progreso integral de nuestra vida.

2. Superar la envidia (vv. 8-12): La generosidad de algunos y el producir frutos abundantes para el crecimiento integral puede provocar en otros la murmuración y el despertar de la envidia. Algunos usando su poder, su autoridad y su riqueza cierran las oportunidades para que otras personas también puedan sugerir, trabajar y contribuir al progreso integral de la vida. No quieren perder su puesto ni su prestigio. La parábola que narra Jesús muestra que la generosidad del propietario que ha decidido pagar a todos por igual (un denario) sin interesar el momento o la hora que entró a trabajar en su viña. Esta acción del propietario de la viña causó en aquellos que habían estado toda la jornada una reacción negativa y envidiosa, comenzando por murmurar (vv. 12), mostrando su inconformidad por este acto, pues se sienten robados, sin darse cuenta que lo que han recibido es lo que se ha convenido (vv. 13). Esta actitud de los trabajadores a la postre se convierte en un impedimento para avanzar y crecer para producir frutos con generosidad. Hay muchas personas que pasan su vida en una actitud de queja, deseando solamente recibir o deseando lo que tienen o han logrado con esfuerzo, dedicación y disciplina otras personas (vv. 10). No se dan cuenta de lo que son como personas y de que pueden dar para avanzar y aportar en el mejoramiento de la vida. Tienen, incluso una autoestima baja, lo tienen todo, pero todo lo ven con sospecha, y como problema. Sus actitudes son negativas, pesimistas y conflictivas. En consecuencia provocan decepción, celos, envidia, rencor, rivalidad entre unos y otros porque se cree que debemos merecer más que los demás. Esta reacción  nos impide alegrarnos y celebrar los triunfos de las otras personas. Superar la envidia y la murmuración es evitar quedarse estancado, anquilosado rumiando la rabia o la queja. Es evitar quedarse encerrado en sí mismo, buscando intereses particulares porque los efectos no serán recomendables. Si hay envidia, también habrá amargura y ésta desenfoca de las metas, y de lo que es esencial, impidiendo disfrutar de los que somos y de lo que podemos hacer con libertad y alegría consiguiendo nuevas cumbres. El problema, entonces no es que unos tengan, ganen o merezcan más que los demás sino quedarse sin trabajar y sin producir cuando se dispone de todas las capacidades y talentos para generar frutos constantemente. Nadie puede ser excluido ni quedarse excluido de sus habilidades y de sus talentos para dar frutos. Todos estamos invitados a dar de lo que hemos recibido como don, como regalo maravilloso para mejorar la calidad de vida. Lo importante es aprovechar y disfrutar el dinamismo de nuestra existencia con los recursos que nos regala el estar presentes en una historia para vivirlos y ponerlos en favor y bienestar para los demás, de un modo constructivo, desde la situación o lugar a la que hacemos parte y pertenecemos. Todos somos responsables de todos y, todos tenemos algo para trabajar y para compartir, con ello ya hemos recibido nuestra paga, lo cual será más grande y sorprendente, más de lo que nos podemos imaginar. Superar el sentimiento de envidia parte de saber que lo que se tiene o se quiere lograr no es por merecimiento, es por la generosidad de la Vida que nos lo concede para que podamos dar frutos en abundancia. El más grande fruto es el amor, y éste excluye la envidia y la murmuración.

3. Aprovechar y disfrutar la vida (vv. 13-16): Nadie es más importante que otro sin interesar los cargos o los distintos estilos de vida que en nuestra libertad hayamos decidido tomar para contribuir a tener un estilo de vida saludable. En la vida todos somos iguales y estamos en las mismas condiciones, sin interesar si hemos comenzado a trabajar mucho antes o mucho después. En este sentido, tenemos dos opciones, quedarnos anclados en el enojo, en la decepción, en las pasividad, en la indiferencia y en la murmuración, o por el contrario optar por revisar nuestra vida, el "denario" que nos han pagado y ponerlo a producir para dar mayores frutos de lo que seguramente ya hemos dado. La decisión depende de cada uno, sin embargo, lo recomendable es aprovechar y disfrutar la vida, pues la opción que se decida tomar, la bondad y generosidad de Dios será la misma: que todos los seres humanos seamos libres y tengamos vida, sin distinción o escala de tiempo. Cada momento es un instante para disfrutar, para poner todo nuestro empeño y esfuerzo para servir a los demás (cf. Mt 20,28), no es para distinguirnos ni mucho menos para rivalizar. Quienes quieren ser primeros, son los que desean servir, aportar, contribuir desde lo que se es y se tiene, disfrutando la vida, impregnando de alegría, de felicidad para que otros también logren descubrir en su interior su libertad y su gozo como posibilidad para continuar avanzando y mejorando en todos los aspectos de su vida. Por tanto, no se trata de negociar con Dios, sino de disfrutar de nuestra vida con la bondad y generosidad que de él proviene, causando alegría como signo de fraternidad y unidad por las bondades que otros también reciben, posibilitando la gracia de que todos podemos contribuir al crecimiento y progreso de nuestra vida y de nuestras distintas relaciones humanas.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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