DE LA COMPETITIVIDAD A LA COOPERACIÓN Lc 9, 46-50
DE LA COMPETITIVIDAD A LA COOPERACIÓN
Lc 9, 46-50
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Cómo transformar en nuestra experiencia de vida la competitividad en cooperación? A la luz de la Palabra de Dios, los discípulos de Jesús discuten sobre quién de ellos debe ser el mayor. Estamos en un tiempo en el que cada persona se ocupa de sus propios asuntos y actividades, provocando poco interés por involucrarse con lo que sucede a sus alrededores y en la situación de los demás. Una actitud que nos impide crecer y progresar con eficacia en nuestras relaciones humanas, porque nos mantiene aislados o centrados en sí mismos, provocando discusiones por un interés de status y competencia; deseo de mostrar quién hace más y mejor para llevarse los reconocimientos y los aplausos; permitiendo que brote actitudes de difamación, exclusión, e intolerancia; abriendo puertas a los distanciamientos personales; creando acciones que sintonizan con la rivalidad, el privilegio; captando así, problemas de autoridad, jerarquías de poder y presunción entre las personas y sometimiento entre unas y otras. Desarrollar algunas prácticas que nos ayudan a construir mejores relaciones humanas con dinamismo, facilita ambientes más sanos y favorables para todos. La primera consiste en desarrollar la capacidad de inclusión. Mejorar la calidad de nuestras relaciones humanas parte de evitar pensar quién debe tener el poder o el sometimiento y control de las situaciones y procesos comunitarios. Lo recomendable es trabajar para contribuir en el crecimiento integral de las personas, vigorizando e impulsando a nuevos procesos donde podamos desarrollar con eficacia y perseverancia un proyecto de vida, facilitando la integralidad y realización como personas. Lo segundo es construir relaciones con dinamismo. Para esto es importante la humildad. Quien es humilde no se ve como un monarca que quiere reinar y mandar, sometiendo a otros a sus ideas y pretensiones, sino como un servidor que quiere que los demás participen y contribuyan para alcanzar sus logros, sus sueños y sus metas. La tercera práctica es trabajar en equipo por una sana armonía. Cuando nuestras metas y objetivos están centrados en construir y mejorar, entonces la actitud frente a las relaciones humanas será diferente porque buscaremos contribuir al crecimiento integral, trabajando como un equipo por una sana armonía, facilitando el camino donde todos podamos desarrollar con eficacia nuestra libertad y nuestra vida. Por tanto, tres prácticas que nos facilitan pasar de la mentalidad de la competitividad a la capacidad de desarrollar el servicio y la cooperación.
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