SEMBRAR CON LIBERTAD Y ALEGRÍA Lc 8, 4-15

SEMBRAR CON LIBERTAD Y ALEGRÍA

Lc 8, 4-15

Luis Fernando Castro Parra
TEÓLOGO


¿Cuáles son los frutos que estamos produciendo en nuestra experiencia de vida y en nuestra comunidad familiar? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús cuenta a mucha gente y explica a sus discípulos la parábola del sembrador en el que la semilla que es la Palabra de Dios cayó en distintos terrenos, pero por algunos impedimentos no llegaron a dar el fruto con perseverancia. Una de las motivaciones que tenemos como padres de familia o como líderes con alguna responsabilidad es lograr sembrar lo mejor en los hijos o en las personas a cargo para que con perseverancia den abundantes frutos. Sin embargo, no siempre vemos germinar lo que creemos haber sembrado. El problema no es tanto lo que se ha sembrado, si este ha sido el valor, como tampoco si se ha llegado a escuchar y a aprender. El problema consiste en que no todos somos iguales ni todos reaccionamos de la misma manera  por lo que escuchamos y aprendemos. Algunos hijos por ejemplo escuchan a sus padres a lo largo de su vida, pero saturados por el discurso repetitivo y riguroso no logran germinar y avanzar hacia la meta. Otros, aunque dispuestos, alegres y entusiastas en el principio de sus vidas son señalados por sus decisiones y porque algunos padres le dirán que no van a salir con nada y, efecto los hijos se van cansando y sacan cualquier excusa para abandonar sus responsabilidades y, poco a poco abandonan lo que les motivaba en el comienzo de su vida. Caen en la indiferencia, en la falta de perseverancia. Entre tanto, otros sofocados por la ansiedad de vivir como otros viven ponen en prioridad las preocupaciones, las riquezas y la búsqueda constante de placeres como si la felicidad dependiera de estos elementos. Pero, entre tantas formas de acoger lo que es esencial e importante para crecer y madurar para saber dar respuesta y dar frutos, están los hijos o las personas que con perseverancia, con sorprendente libertad y madurez, superan obstáculos y cosechan frutos desbordantes. Por tanto, comprender que no todos somos iguales es también comprender que no todos escuchan ni dan prioridad a lo que reciben de la misma manera. Por eso, es importante que quien siembra con responsabilidad, sea un padre de familia o un líder, actúe sin ansiedad, sin perder el control para que con generosidad acompañe el crecimiento de quienes tiene a su cargo, respetando su espacio y su tiempo. Más aún, sin esperar la mejor respuesta de lo que se ha sembrado, como tampoco pedir resultados inmediatos, pues los hijos, como cualquier otra persona tenemos distintas etapas de vida: en algún momento áridos y secos, en otros pedregoso y en otros con esfuerzo y perseverancia logrando metas. De manera que, nuestra tarea es sembrar con libertad y alegría constantemente y con el cuidado que se requiere. Esto ya es ganancia, porque quien siembra lo mejor en sus hijos y en las personas que acompaña, sabe que los resultados no serán en vano, como tampoco le corresponderá hacer fructificar lo recibido, pues lo que se ha sembrado con responsabilidad, generosa y amorosamente, con el tiempo cosechará los frutos, con libertad y calidad.

Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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