SOBREPASAR LOS LÍMITES DE LA LIBERTAD Mt 8, 28-34
SOBREPASAR LOS LÍMITES DE LA LIBERTAD
Mt 8, 28-34
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Cómo reaccionamos ante las actitudes y acciones de algunas personas y ante sus posibles cambios en la experiencia de convivencia? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús en la región de Gadara libera a dos personas del mal. Esto provoca una reacción inesperada en el entorno: la gente pide que Jesús se marche de aquel lugar. En todo ámbito de convivencia los comportamientos de las personas no siempre son los mejores, tanto que nos parece imposible que tenga o llegue a tener un cambio que en lugar de destruir y dividir, construya y fortalezca la unidad. Pero, cuando se logran cambios sorprendentes e inesperados entonces la reacción casi siempre es de duda porque creemos que no es verdad, que no es así y así debemos terminar. Como que nuestro espejismo sólo nos deja ver muerte y una muerte dolorosa. Sin embargo, las actitudes y comportamientos no adecuados de nuestras relaciones personales no tienen la última palabra, no siempre estamos a merced de hacer mal, de quedarnos privados de hacer conciencia o de no aprender a guardar autocontrol y no desarrollar la autonomía porque nosotros tenemos la capacidad de ser dueños de sí mismos, de dominar todas aquellas fuerzas que están en nuestro interior que impiden entrar en contacto y relación adecuada con quienes nos rodean. Podemos ser mejores de lo que ya somos, contribuyendo a mejorar nuestra calidad de vida y de relación con los demás. Por supuesto que para algunos no les gustará esos cambios porque se verán afectados, más vale su poder, su autosuficiencia, su búsqueda de prestigio y de riqueza que el aprecio admirable por la persona, de tener y encontrar nuevas experiencias y contribuir al bienestar de otras personas. Sobrepasar las fronteras y los límites para lograr experimentar la verdadera libertad es un reto porque siempre habrán poderes negativos como la soberbia, el egoísmo que quieren ocupar nuestro interior convirtiéndose en un obstáculo para crecer y desarrollar con responsabilidad nuestra vida. La esencia de nuestro ser como personas es mayor, y por consiguiente, tenemos la responsabilidad y la posibilidad de salir victoriosos, renunciando en momentos determinados a decir o hacer cosas que sabemos que aunque nos apetecen causarán heridas profundas a las personas que amamos o con quien compartimos y convivimos. Llevar el control de nuestra propia vida es el mejor proyecto al que podemos dedicarnos en nuestra convivencia con los demás para que no perdamos nuestra paz y nuestra libertad de acción.
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