COMER SALUDABLE PARA CONSTRUIR VIDA Jn 6, 51-58
COMER SALUDABLE PARA CONSTRUIR VIDA
Jn 6, 51-58
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
Todos, como personas, necesitamos alimentarnos bien para vivir. Algunas personas se preocupan por alimentarse adecuadamente, previniendo enfermedades o situaciones adversas para su salud. Entre tanto, otras no tienen los mejores hábitos alimenticios provocando estilos de vida poco saludables. Aprender a comer sano nos da la posibilidad y la motivación para construir bases maravillosas y sorprendentes en nuestra vida, permitiéndonos progresar y gozar integralmente. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús enseña a sus discípulos y a la gente entrar en el dinamismo de alimentarse adecuadamente para vivir y construir una vida con sentido y realización. Veamos:
1. Comer Saludable (vv. 51. 58): Muchas personas desean mejorar su alimentación, pero les cuesta incorporar en su experiencia de vida hábitos que le ayuden a ser mejor de lo que ya han sido. Jesús frente a sus discípulos y demás personas que le escuchaban reitera su presentación con un "yo soy". Éste muestra por una parte un desarrollo de la promesa de la vida: Yo soy el Pan de la vida, pero también nos indica que este pan proviene del Padre Dios. Esta realidad sorprendente contrapone los beneficios que el pueblo de Israel había recibido en el desierto a través del maná (éste no libraba de la muerte) porque ahora el Padre nos alimenta con alguien mejor, que es su Hijo Jesucristo, el pan de la vida (verdadera comida y verdadera bebida...(vv. 55), que posee una fuerza y un dinamismo interior que nos hace vivir para siempre (vv. 58), más allá de lo que vemos, sentimos y obramos. Comer sano es comprender el don maravilloso que recibimos del Padre, quien nos ofrece su tesoro más apreciado para que tengamos vida. Un Pan que no se acaba porque tenemos un Padre que no se cansa de ser generoso con su hijos. Comer y beber , entonces, requiere de comulgar, de hacer comunión, de hacer una unidad eucarística con quien está en nosotros esperando que podamos renovar constantemente el servicio, el compromiso de ser constructivos, contribuyendo a que todos podamos tener una vida y vida en abundancia (cf (Jn 10, 10b).
2. Evitar los malos hábitos (vv. 52): Todos los gestos, las acciones y las palabras que pronunciemos tienen sus consecuencias, algunos las podrán recibir de una manera adecuada, otros empezarán a cuestionar las afirmaciones que hagamos, dando pie para crear las más absurdas interpretaciones de lo que se ha expresado o de lo que se ha reflejado a través de nuestro cuerpo. Entre tanto, otros encerrados en sí mismos no asimilan lo que se ha dicho, causando así disgustos enormes, estados de tensión, de conflicto, de rivalidad que a la postre se convierten en rompimientos, distancias de amistades y de distintas relaciones personales. Los judíos han tomado al pie de la letra las palabras de Jesús: ¿Cómo puede éste darnos a comer la carne? provocando malentendidos y absurdas interpretaciones, impidiéndoles ver y actuar un poco más allá para dar vida al mundo (vv. 52). Muchos de los problemas que surgen en la relación con los demás nace de malos entendidos y, éstos vienen de una falta de comunicación que impide progresar integralmente. Algo que nos caracteriza a las personas es la comunicación, la capacidad de escuchar, pero también de entender, de comprender lo que la otra persona está diciendo. Entender y comprender es una fuerza positiva que al ponerla en marcha en la dirección correcta permite dar un salto de calidad en todas las relaciones personales porque aporta, complementa y alimenta posiciones, ayudando a fortalecer y crecer con responsabilidad en todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, evitar los malos hábitos alimenticios, como la murmuración, la rivalidad nos facilita el intercambio de pensamientos, de ideas, de toma de decisiones, conduciendo al encuentro vivo de las personas y al desarrollo de nuevos proyectos de vida que nos favorecen y nos alimenta adecuadamente a todos, construyendo una vida eucarística donde continuamos avanzando en el camino hacia pequeñas y grandes metas.
3. Efectos de comer saludable (vv. 53-57): Comer adecuadamente nos abre la posibilidad de construir una vida saludable y activa. Jesús señala a sus discípulos y a sus adversarios la importancia y los efectos de alimentarse saludablemente con su presencia eucarística: 1. vivir para siempre (vv. 51). 2. resucitar en el último día (vv. 54). 3. permanecer con él (vv. 56). 4. vivir por él (vv. 57). La clave consiste en masticarlo, triturarlo para que lo asimilemos y seamos asimilados por él. En esto se comprende el proyecto del amor, en que el amado se convierte en la vida de quien lo ama (cf. Gál 2, 20). De esta manera, cada vez que comulgamos recibimos una fuerza dinámica del don personal de Dios, que es Jesucristo, que va más allá de algo material o de ver y recibir un signo transitorio porque nos permite tener un estilo de vida saludable, constructivo y contributivo disminuyendo las probabilidades de enfermarnos, de quedarnos en hábitos que nos impiden ir más allá de las posibilidades y que, estancan la realización personal. La vida eterna de este pan vivo es un don propio de Dios que no tiene límites, por eso cuando "masticamos" ese pan, que es Jesucristo podemos asombrarnos de estar en comunión plena con la eternidad de Dios que nos conduce a desarrollar con responsabilidad una vida dinámica, proactiva y de entrega para las demás personas. Esto significa comer de la mesa de la vida eterna para ser una persona, un hijo de Dios eucarístico que vive, que imprime eternidad en todos los aspectos de nuestra vida, logrando avanzar y progresar hacia nuevas metas, nuevas cumbres de vida que ayuden a mejorar la calidad de la vida en la sociedad, en la comunidad y en la familia. Por tanto, quienes nos alimentamos de la mesa Eucarística causa una unión inseparable con el pan que nunca se acaba, que nunca se agota, que es abundante y siempre presente, capaz de suscitar una vida que no termina, porque la meta va más allá de la muerte y de la vida: comunión eterna (vv. 51.56-57), resurrección (vv. 54) para que alimentados saludablemente de esta gracia siempre seamos bendición generosa y constructiva para los demás.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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