MANEJAR LOS DESEOS CON INTELIGENCIA Mt 5, 27-32
MANEJAR LOS DESEOS CON INTELIGENCIA
Mt 5, 27-32
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Cómo manejamos en nuestra experiencia de vida laboral, familiar y social lo que deseamos? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús en el monte de las Buenas Noticias enseña sobre la relación del hombre y la mujer como base fundamental de la convivencia y la fraternidad. Mucho de lo que dicen nuestros ojos es lo que existe en el corazón. Algunos han afirmado que los ojos no mienten, son el reflejo de nuestro corazón. La mirada está íntimamente relacionada con lo que existe y se mueve en nuestro interior. En un ámbito social donde la mujer supuestamente incita a tentaciones y malos pensamientos al varón, nos encontramos con que el problema no está solamente en la mujer, sino en la mirada maliciosa del varón. Los deseos son el combustible de nuestras acciones. Pero, como cualquier otra emoción, el deseo debe saberse controlar para evitar actuar como zombies que no le otorgan valor a nadie ni a nada, ni siquiera el verdadero amor los motiva. Si los deseos del corazón no controlan y dominan la mirada y las acciones, los efectos en las relaciones humanas y en especial con la pareja serán dañinos porque se caerá en infidelidades, en adulterio, en abandonos de hogar, en rompimiento de amistades y de relaciones laborales, en buscar satisfacer deseos que causan que el otro se sienta un objeto fácil de manipular o de chantajear. Manejar los deseos del corazón adecuadamente es necesario porque permite tratar y mirar a los demás con valor, con dignidad, con respeto y con responsabilidad, ayudando, apoyando sin ningún otro interés que el servicio. Cortar a tiempo los malos deseos, evitará que los problemas se agranden y las relaciones se deteriore, dando lugar a generar valores de vida, de progreso, de restauración y de crecimiento en las relaciones con la familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo. Solucionar a tiempo y con inteligencia vence las amenazas y fortalece las decisiones en las relaciones, uniendo dos amores que construyen fraternidad en defensa de la vida. Cuanto más el hombre y la mujer vivan la unidad, la fraternidad mayor será la realización personal y el bienestar de los dos con los demás.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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