INVERTIR TIEMPO EN NOSOTROS PARA NO JUZGAR Mt 7, 1-5


INVERTIR TIEMPO EN NOSOTROS  PARA NO JUZGAR
Mt 7, 1-5

Luis Fernando Castro Parra
TEÓLOGO
¿Cómo consideramos y nos referimos en nuestra experiencia de Vida y de relación a las demás personas? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús enseña en el monte a sus discípulos cómo ha de ser las actitudes en la convivencia comunitaria. La primera: "No juzgar para no ser juzgados". Para conocer a una persona es interesante ver cómo se expresa de los demás. Pese a que no nos gusta que nos juzguen ¡Cuánto nos cuesta esa actitud de no juzgar! Nos juzgan y juzgamos permanentemente sin darnos cuenta el daño que ocasionamos. No somos muy amigos de intentar conocer a las personas un poco más antes de hacernos una idea sobre ellas. Seamos sinceros, nos gusta muchas veces sentirnos jueces de los demás, de lo que dicen y de lo que hacen. Juzgar, sin embargo, no es tanto dar una opinión o una valoración de alguien, como sí lo es el condenarlo, estableciendo etiquetas lapidarias sin tener en cuenta actitudes de misericordia. Un sabio afirmaba que quien veía en el otro alguna cualidad buscaba imitarla, pero quien veía algún defecto en los otros, lo mejor era corregirlo en sí mismo. Muchas veces lo que vemos en los otros, lo que juzgamos, lo que no nos gusta, lo que nos irrita es porque nosotros mismos somos así. Juzgar no define al otro nos define a nosotros mismos. Opinar de lo externo de lo que vemos en las demás personas es muy fácil, pero intentar ponernos en los zapatos del otro, en su situación no lo es tanto, logrando elaborar críticas destructivas, murmuraciones, miradas que hacen daño porque son superficiales del comportamiento y de las acciones de las personas. Esta actitud no es recomendable en las distintas relaciones personales y en la convivencia con otros porque alejan, distancian, edifican grandes y altos muros entre unos y otros. Cuántos por su profesión, por su conocimiento, por su crecimiento espiritual y por su cargo laboral piensan que son mejores que las demás personas. Vemos la  brizna en el ojo del otro, sin ver la viga en nuestros ojos. Esta viga es la causa por la cual, hoy, mucha gente no vive en armonía, impidiendo crear mayores y mejores relaciones. Tienen la dificultad de descubrir en la otra persona lo mejor. De manera que invertimos mucho tiempo en juzgar a los demás, pero poco invertimos en tiempo necesario para mirarnos a nosotros mismos y reconocer nuestras propias limitaciones. Si invirtiéramos un poco más tiempo en nosotros mismos, seguramente no solamente descubrimos lo que podemos corregir de sí mismos, sino también crecemos en todos los aspectos de nuestra vida. Sólo nuestra cercanía, solidaridad y cariño, podrán ayudar a las demás personas para que todos podamos crecer.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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