BASES SÓLIDAS PARA LA MISIÓN Mt 10, 26-33
BASES SÓLIDAS PARA LA MISIÓN
Mt 10, 26-33
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
Evitar los peligros que suelen surgir en nuestra vida hace parte de lo que desarrollamos en la cotidianidad, pero esto no puede convertirse en una excusa o en una preocupación constante para distanciarnos de lo que nos corresponde realizar para mejorar. Por supuesto que el instinto de autoconservación es sano para todos porque ayuda a conservar la vida, pero es insuficiente para vivir porque si no tenemos la confianza para avanzar superando los apegos y los miedos todo quedaría bloqueado, sumergido en la desesperanza y en la oscuridad. Sin embargo, no tener miedo, también sería tenebroso porque ponemos en peligro nuestra vida. De esta manera, el miedo y la confianza, son dos principios antagonistas, pero también ambos son necesarios, aunque lo que más sobreabunda es el miedo, escaseando la confianza. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús en el anuncio de la misión de sus discípulos muestra cómo superar las situaciones y la circunstancias adversas y poco favorables que surgen alrededor de nuestra vida cotidiana, como fuertes vientos contrarios para que con confianza no desfallezcamos. Veamos:
1. Superar el miedo y el prejuicio (vv. 26.28.31): El miedo se convierte en un gran problema para todos nosotros, cuando, le tenemos miedo a nuestros miedos. Tener miedo frente a las responsabilidades de la vida es normal, aunque algunos apuestan por tener una vida sin miedo. Pero ¿qué sería de una vida que no tuviera miedo? Jesús dice a sus discípulos: No tengan miedo. Esto no significa que no debamos sentir miedo en el desarrollo de la misión. Más aún el texto que hemos leído muestra cuatro (4) miedos: 1. miedo a hablar en público (vv: 26-27); 2. miedo contra la integridad física, la muerte del cuerpo (vv. 28-31); 3. miedo a perder la vida (vv. 28-31); 4. miedo a perder la comunión con Jesucristo (vv. 32-33). La dificultad de nuestra vida no es tener o sentir miedo, el problema es doblegarse y dejarse apabullar por el miedo porque eso impide avanzar en la responsabilidad de la misión (vv. 26-27), del aporte que le podemos dar a nuestra vida para que sea de una calidad mejor. Por supuesto que ante grandes responsabilidades, mayor puede ser la inseguridad causada por lo desconocido, pero el miedo no es un factor que nos deba paralizar, intimidar o disfrazar nuestra opción de vida frente a la critica destructiva o la imposición de otros, como tampoco puede llegar a ser el medio para levantar prejuicios y comentarios negativos, creando distancias entre unos y otros, destruyendo relaciones personales y promoviendo la inestabilidad en todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, vencer el miedo y los prejuicios hará que las incertidumbres se apaguen con la luz de la vida y se rompan los límites y los muros entre unos y otros, obteniendo bases sólidas que fortalecen la confianza y el desarrollo de la misión, alcanzando bienestar personal y también crecimiento integral para los demás.
2. Fortalecer la Confianza (vv. 27.29-30): Entender que para vencer el miedo y los prejuicios es necesario fortalecer la confianza es una alternativa, de base sólida que promueve a tomar riesgos, pero que no es posible hacerlo solo. Jesús, afirma que nosotros valemos más que una bandada de pájaros (vv. 31). El valor mayor no está solamente en querer conservar la vida a toda costa, sino en aceptar y reconocer que Dios es el dueño de la vida. Alguien dijo que no hay una hoja de un árbol que no se mueva por la voluntad de Dios. De manera, que cuánto más se fortalezca la relación y la intimidad con Dios y consigo mismo más crecerá la valentía en nosotros para hacer frente a las situaciones y a la circunstancias adversas de nuestra vida, provocando resultados asombrosos que beneficiarán nuestra vida, pero también irradiará en el bienestar de quienes nos rodean (vv. vv. 26-27. 32). Fortalecer la confianza en Dios y en sí mismo es saber que contamos con su respaldo (cf. Mt 28, 20) para desarrollar con perseverancia la misión y las acciones de vida y de amor, llevándolas a buen término, logrando cultivar crecimiento, madurez en las relaciones con los demás, contribuyendo así a vivir nuestra libertad y al acto maravilloso de ser feliz.
3. Vivir la Misión (vv. 32-33): Mantenerse perseverante en el compromiso y la responsabilidad con las situaciones y las distintas relaciones personales que surgen en nuestra vida causará grandes y maravillosos resultados. El Maestro nos enseña: que al que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre celestial (vv. 32), es decir, que no sólo contaremos con la base sólida de confiar en el Padre (vv. 30-31), también contaremos con su respaldo para lograr alcanzar las metas y los objetivos propuestos (vv. 32), exponiendo sin miedo y en público el proyecto de la vida (vv. 26-27). Eso cada vez nos hará más libres frente a los demás y a las acciones que pretendan obstaculizar el crecimiento integral de nuestra vida. Vivir la misión es edificar, construir con bases sólidas para proyectar la vida con responsabilidad y entrega incondicional, desde lo que somos y tenemos como personas, convirtiéndola en una gran bendición para los demás.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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