PRIORIDAD DE LA LIBERTAD INTERIOR
Lc 6, 6-11

Cuando comprendemos, como personas que para dar un nuevo dinamismo a nuestra vida es importante generar cambios, dejando de aplazar decisiones para otro momento, sabiendo lo que tenemos que realizar y, que esto sea lo mejor para nosotros y para los demás, aunque nos cueste o nos exija mayores esfuerzos, entonces hemos comenzado a percibir la vida de una manera distinta, actuando con comportamientos distintivos en relación con las personas que hacen parte de nuestra existencia. Este cambio es posible cuando damos prioridad a nuestra libertad interior, atreviéndonos a arriesgar tiempo, conocimiento, vida, convencidos de lo que podemos hacer y lograr en nuestra historia, beneficiando también a otras personas, convirtiendo nuestros sueños en realidades. Es el mensaje que el evangelio de Lucas nos propone reflexionar con el pasaje de un hombre con la mano seca  (la mano es la libertad para obrar el bien: vv. 10b). Somos personas libres para hacer el bien y salvar la vida dando un nuevo tiempo en condiciones de llevar a alcanzar nuevas metas, volviéndonos colaboradores que desbordan misericordia y amor, transformando y liberando la vida más allá de discursos y palabras. ¿Cómo lograrlo? El pasaje nos enseña algunas herramientas. Veamos:

1. Tomar la iniciativa (vv. 6-8): Cuando sabemos usar nuestra libertad interior nos llenamos de una fuerza que es capaz de ahuyentar los miedos, las dudas, la indiferencia, dando paso a la determinación y a la convicción de transformar realidades, facilitando ambientes más saludables para nosotros y para los demás. Tomar la iniciativa para liberar y dar un sentido distinto a nuestra vida personal y a la de los demás es algo que en, ocasiones nos exige un esfuerzo mayor sin interesar el lugar o el tiempo (cf. vv. 6). Actuar como espectadores esperando que sean los demás los que den el primer paso, denota incapacidad de desarrollar nuestros talentos y carismas en favor de quienes se encuentran en nuestro entorno (cf. vv. 7). Una actitud egoísta que considera que son los otros los que deben pedir perdón o tomar las decisiones o laborar los proyectos de vida. Dejar que los otros piensen y actúen por nosotros es muy cómodo, pero también perjudicial porque limita nuestro pensamiento y acciones, y en efecto asumiremos las consecuencias, mostrando que no tenemos metas que sean aporte para un mejor clima de nuestra existencia. Tomar la iniciativa no significa imponer, lastimar o actuar con agresividad. Se trata de reconocer nuestra responsabilidad de hacer que las cosas sucedan y sean más favorables para todos, saliendo al encuentro para que las personas se pongan de pie, se incorporen, tomen desde su libertad una nueva actitud frente a sus situaciones y necesidades: ¡Levántate! (vv. 8b); se sientan importantes, valiosos, centro de la transformación humana: ...ponte ahí en medio (cf. vv. 8b) para obrar el bien con libertad y generosidad: ¡Extiende tu mano! (vv. 10). Dar el primer paso, probablemente, entonces nos ayudará a alcanzar nuestras metas, aprovechando las oportunidades que aporten grandes beneficios para que otros también sean libres y felices.

2. Superar límites (vv. 9.11): Tomar iniciativa dando pasos para lograr alcanzar nuevas metas implica también enfrentarse a los obstáculos, críticas, envidias o expresiones negativas que aparecen en el quehacer diario, convirtiéndose en todo un reto a vencer. Muchas veces el estrés, el miedo aprendido, la duda de ser mejores, la incertidumbre ante el qué dirán, los problemas de autoestima, generan desconfianza y entorpecen el crecimiento integral, provocando que nos desenfoquemos de nuestra realidad y del buen uso de nuestras habilidades, causando que nos anquilosemos y no podamos avanzar y actuar con perseverancia y eficacia. Sin embargo, hay otros factores externos que también nos pueden afectar y poner límites a nuestras posibilidades y pensamientos (cf. vv. 7) como lo son las enseñanzas de nuestros padres y profesores, creencias y palabras que hemos aprendido y nos han desanimado. Pero, como son aprendidos, podemos enfocarnos en las posibilidades y no en las limitaciones, desafiando los adversarios (vv. 9), atreviéndonos a superar límites interiores y exteriores de nuestra existencia para tener interés por los demás, actuando con responsabilidad, escribiendo un nuevo tiempo en cada uno de los aspectos de nuestra vida. Cambiar nuestra forma de pensar posibilita que podamos multiplicar nuestras acciones favoreciendo una mejor calidad de vida para nosotros y para que aquellos que caminan en nuestra historia. Dejar de hacer el bien por nuestros prejuicios, miedos y temores o por las críticas es dar oportunidad a la esclavitud (vv. 11) y no al buen desarrollo de nuestra libertad y fuerza interior que nos conduce a ser más productivos para nuestra vida.

3. Servir con Decisión (vv. 10): Cuando escogemos el servicio en vez del egoísmo, la excusa, el señalamiento y la rigurosidad, sabiendo que podemos aportar de lo que se nos ha dado, comenzamos a ser libres, liberando, ayudando a rescatar la dignidad de los demás. Es decir, que servir con decisión es trabajar con perseverancia y a toda costa por la vida, por alcanzar nuevas metas y desarrollar nuevos proyectos que faciliten las buenas relaciones humanas en nuestras familias y comunidades donde nos encontramos y pertenecemos. Dicho de otra forma, servir con decisión es abrir la posibilidad a que otros sean libres y felices, sacando lo mejor de su corazón, pero a su vez, dando sentido y realización a nuestra vida, haciendo el bien con manos abiertas y generosas, sintiéndonos comprometidos con nuestra libertad y crecimiento integral.
Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- Magister en Familia

Comentarios

  1. Si Luifer maravilloso tema gracias por compartir su conocimiento la tarea para nosotros es ponerlo en práctica bendiciones

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