LA INDECISIÓN NOS IMPIDE CRECER
Lc 7, 31-35
Siempre se nos dicho que una de las formas para crecer y darle rumbo a nuestra vida en los diferentes aspectos es la buena toma de decisiones. Sin embargo, poco se nos habla de lo que significa la indecisión y de las consecuencias que nos ocasiona el no tomar decisiones. A la luz de la Palabra de Dios se nos lanza una crítica severa sobre la actitud que tomamos frente a la responsabilidad de la vida y de nuestro crecimiento personal, familiar y social. Buscamos una excusa para todo, rehusando a hacer algo más para aportar y generar mejores ambientes y relaciones humanas. Cómo superar la indecisión que nos impide crecer y avanzar en nuestra vida, saliendo de la actitud pasiva, conforme e indiferente para pasar a actuar con inteligencia como hijos de la sabiduría (vv. 35) que buscan construir, provocando espacios de esperanza y de vida donde todos nos beneficiemos, fortaleciendo lazos de unidad y de fraternidad. Veamos:
1. Las consecuencias de la indecisión:El gran terror del crecimiento integral de nuestra existencia se llama indecisión, la cual se comporta como un ladrón que roba posibilidades y oportunidades, impidiendo que avancemos y crezcamos en el conocimiento y en los diferentes aspectos de nuestra vida. La indecisión nos tapa los oídos y los ojos para que no podamos oír ni ver más allá de nuestras posibilidades, de nuestros apegos y miedos, de nuestros prejuicios y dudas, provocando que no tomemos decisiones; y, el no hacerlo no sólo nos anquilosa, también nos ayuda a destruirnos a sí mismos cargando con frustración y fracaso, acrecentando la pereza mental, la calumnia, y la desacreditación ante los argumentos fundamentales de otros. La indecisión nos conduce a la crítica destructiva en la que a pesar de tenerlo todo, vivimos quejándonos de lo que nos pasa, actuando con una mente infantil poco productiva y efectiva en el actuar. Tenemos múltiples alternativas a tomar, pero todas nos parecen difíciles porque no queremos crear nuevas estrategias o dar paso a nuevas opciones. Jesús a través de una parábola nos compara con chiquillos que se consideran autosuficientes, conocedores de la vida, pero que ni rajan ni prestan el hacha (vv. 32); que dan palo porque sí y dan palo porque no; que si vemos que todo sale bien entonces nos parece raro, pero si tenemos problemas nos quedamos sembrados en él sin buscar soluciones sometidos al enojo, a la pataleta desperdiciando la sabiduría, las maravillas y riquezas que se nos han dado. La indecisión es una decisión, tomarla o dejarla es una decisión de cada uno, pero contiene sus consecuencias, sus frustraciones y fracasos; sus alegrías y sus triunfos. Darle un nuevo aire a nuestra vida y a nuestro proyecto es decisión nuestra.
2. Superar el terror de la Indecisión para crecer: Todo el tiempo tenemos decisiones para escoger, aun aquellas que no se ve a simple vista. Si no se toman decisiones tampoco habrá nuevos tiempos de vida. Y, es ahí donde se hace necesario realizar un buen discernimiento (vv. 33-34) para plantear nuevas oportunidades y caminos, que aunque parezcan imposibles, son posibles lograrlos cuando tomamos la decisión de avanzar y de crecer superando las críticas, los miedos y los apegos. La clave está en la sabiduría de saberse mover en un mundo cambiante permitiéndonos ver lo que nos rodea de una manera distinta, sabiendo usar las cosas que tenemos a nuestro alcance, siendo atentos y preparados para el momento especifico en el que se abren las puertas hacia nuevas metas y oportunidades de vida. Saber lo que se quiere obtener y a dónde llegar nos ayuda a tomar decisiones que seguramente nos beneficiará personal, familiar y socialmente. Decisiones que nos impulsarán a mejorar nuestro servicio y actuar con mayor solidaridad y generosidad en favor de los demás. Superar la indecisión es dejar que las posibilidades y las alternativas nos enfoquen hacia nuevas metas dejando atrás la limitaciones mentales, el acomodo que nos paralizan, logrando expectativas mayores de desarrollo en nuestra existencia.
3. El dinamismo de la sabiduría: Actuar con sabiduría es hacernos conscientes de nuestra libertad y de nuestra felicidad. Un libertad para hacer el bien (vv. 33) sin escatimar nada, una felicidad para celebrar, compartir las alegrías, los triunfos con los demás, acogiendo también sus alegrías y sus triunfos, sus inquietudes y sus esfuerzos (vv. 34). El dinamismo de la sabiduría nos da la oportunidad para que podamos desarrollar con eficacia todas las riquezas que Dios nos ha dado en pro y beneficio de los demás, sin excusas o autosuficiencias, sin pretextos que pretendan justificar nuestra indecisión, sin caprichos inconformistas de acomodo. Sólo necesitamos la base de ser feliz, haciendo felices a los demás, motivados por nuestra decisión de ser mejores en los que hacemos sin buscar agradar o quedar bien, provocando relaciones sanas, constructivas y fortalecidas en un ambiente mejorable en calidad de vida. ¡Anímate a tomar decisiones y actuar con sabiduría!.
Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- Magister en Familia
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