APRENDER A CONOCERME Lc 6, 39-42

APRENDER A CONOCERME
Lc 6, 39-42

Luis Fernando Castro P.
Teólogo PUJ
En todo proceso que hemos iniciado buscamos cada día ser mejores, logrando alcanzar una madurez espiritual, que implica un crecimiento en los quehaceres de nuestra vida y de nuestras metas, un manejo adecuado en nuestras relaciones y conductas con los demás, un viaje al interior para aprender a conocernos arrancando todo aquello que nos impide avanzar. A la luz de la Palabra de Dios, el Evangelio nos enseña algunas herramientas para continuar en el aprendizaje de madurar nuestro interior, elaborando verdaderos criterios de vida que liberan y transforman el actuar de nuestro corazón. Veamos:

1. Actitud de aprendizaje y evaluación: Para tener criterios de vida profundos, como posibilidad de maduración interior es importante desarrollar una actitud de aprendizaje constante (significado en la imagen del ciego) y de evaluación (brizna y viga). Aprender necesita de dos tareas. La primera consiste en dejarse ayudar para poder ayudar después a los demás y, llegar a ser más efectivo y productivo. La segunda evitar la crítica negativa y destructiva. Precipitarse a calificar a los demás por su comportamiento puede causar profundas heridas que distancian las relaciones humanas, conduciéndolas a caer en el hoyo de la enemistad (vv. 42a). Nuestros prejuicios sobre los demás nos hacen ver lo que nosotros mismos somos, creándonos imágenes superficiales que nos impiden aprender de sus experiencias y motivaciones. Quizás aquello que vemos en los otros de negativo es tal vez lo que más tenemos que trabajar nosotros mismos (vv. 41). Practicar la misericordia impide la presunción de criticar, queriendo que los otros sean perfectos o de emitir a la ligereza juicios sobre los demás. La misericordia nos ayuda a estar en una actitud de aprendizaje y evaluación donde nos miremos a nosotros en primer lugar (...saque la viga…) y después por lo que nos puede enseñar el otro desde lo que es como persona para transformar y liberar para corregir nuestras propias acciones.  Comencemos por aprender a revisarnos a nosotros mismos, sacando lo mejor de nosotros y el mundo será cada día mucho mejor.
2. Actitud de responsabilidad y animación: Promover el crecimiento integral de las personas hace parte también de nuestro estado de aprendizaje. Tener la actitud de responsabilidad y animación es dar la mano a todos aquellos que necesitan también crecer en cada uno de sus aspectos. Facilitar herramientas para que otros saquen la brizna que hay en sus ojos (vv. 42c) es parte del servicio a los demás, en un sentido positivo, donde aprendemos a construir todos sin caer en las críticas destructivas o en el espíritu infantil del que quiere cambiar el mundo para sentirse bien. Actuar con responsabilidad y animación es saber emprender el proyecto de vida con el propósito de compartir y vivir en favor de los demás, dando lugar a ambientes más favorables donde crezcamos y fortalezcamos las relaciones humanas.
3. Actitud de formación: Procurar formarse constantemente en el proceso de nuestra vida y en la búsqueda constante de nuestras metas nos permitirá aprender a conocernos a nosotros mismos y hacernos
más efectivos y productivos en nuestro servicio solidario y responsable a la sociedad. Una adecuada formación nos dará impulsos favorables y beneficiosos para el crecimiento personal y comunitario, venciendo así la tentación de la hipocresía (vv. 42b), y del protagonismo, ofreciéndonos herramientas sólidas para poder desarrollar con eficacia nuestros procesos y esfuerzos en nuestra vida, logrando hacer el bien y alcanzando nuestras metas.
Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- 
Magíster en Familia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

SABER ESCUCHAR PARA AMAR Mc 12, 28b-34 Domingo Trigésimo Primero del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

EL ARTE DE VIVIR JUNTOS PARA SIEMPRE Mc 10, 2-16 Domingo Vigésimo Séptimo. Tiempo Ordinario (Ciclo B)

RESCATAR LA VIDA, SIRVIENDO CON GENEROSIDAD Mc 10, 35-45 Domingo Vigésimo Noveno del Tiempo Ordinario (Ciclo B)