EL PERDÓN DESPIERTA AL AMOR Lc 7, 36-50
EL PERDÓN DESPIERTA AL AMOR
Lc 7, 36-50
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Luis Fernando Castro P. TEÓLOGO |
El regalo maravilloso del perdón es tan importante en la persona porque se convierte en una herramienta que nos ayuda a sanarnos y liberarnos de heridas y cargas que nos oscurecen y nos enferman psicosomáticamente, impidiéndonos avanzar y crecer en nuestro proyecto de vida, en los sueños y el propósito de alcanzar nuevas cumbres que nos puede dar sentido y realización a nuestra existencia. Recibir el perdón permite desplegar posibilidades interiores que nos hace crecer para tomar la decisión de perdonar y despertar al amor, impulsándonos a caminar por la vida un poco más livianos y felices. Crecer en la experiencia del perdón nos aporta a superar los obstáculos y limitaciones en las diferentes relaciones personales, contribuyendo a fortalecer los lazos de la amistad y de la unidad, familiar y social, y a su vez, para que podamos caminar y emprender en nuestra vida una nueva experiencia que nos conduce a actuar con mayor libertad, dejando atrás los prejuicios, la venganza, el odio, la discriminación y el rencor para dar el paso a sanar las heridas, mejorando el bienestar y los ambientes humanos. A la luz de la Palabra de Dios saber recibir el perdón de Dios es hallar la oportunidad de abrirse a la experiencia de amar para comenzar y renacer hacia una nueva vida. Veamos:
1. Recibir el perdón: Los gestos de amor (vv. 38) de una mujer, considerada de mala vida, según el relato del evangelio son consecuencia de haber recibido el perdón. Esto es clave para poder tomar la decisión de perdonar. Cuando hemos aprendido a recibir el perdón de Dios, nos facilita el camino de poder perdonar a quienes nos han ofendido y nos han hecho daño, incluso a nosotros mismos por lo que pudimos haber ejecutado u omitido. Recibir el perdón de Dios es abrirnos a la posibilidad de actuar de forma libre, sin miedos y sin temores que nos impidan avanzar o realizar nuestras acciones cotidianas porque se une lo humano con lo divino, logrando elaborar nuevos aprendizajes que ayudarán a mejorar nuestra calidad de vida; mostrándonos que podemos superar momentos difíciles y complejos; dándonos la oportunidad de buscar constantemente el crecimiento integral; abriendo la posibilidad a tomar nuevos riesgos, como aquella mujer que no escatimo ninguna fuerza para arriesgarse a entrar en una casa donde le era prohibido ingresar, facilitando un ambiente distinto en incomodo para algunos, pero que en la profundidad de sus acciones lo que creó fue un ambiente de vida y de relaciones sanas. Recibir el perdón es descubrir la oportunidad que tenemos en nuestro interior como fuerza maravillosa para superar obstáculos y dificultades, renaciendo de las cenizas y de todo que nos puede llegar a bloquear. Y, es ahí, que podamos darnos cuenta cómo el buen Dios nos defiende y nos respalda ante las acusaciones o señalamientos que se nos presentan en las relaciones humanas, enviándonos a optar por un nuevo tiempo, una nueva vida donde ganamos todos (...vete en paz...)
2: Abrirse a la experiencia de amar: Quien ha acogido el regalo maravilloso de perdón abre la posibilidad y la oportunidad de expresar todas sus acciones con el poder del amor. Es así, como aquella mujer que es rescatada desde lo mejor de sí misma, desde su feminidad y su humanidad para ser imagen viva del amor (vv. 47b.48), se pone detrás de Jesús, moja sus pies con las lágrimas; le seca los pies con los cabellos; besa sus pies; unge con su perfume (vv. 38), señalando la entrega total como persona capaz de llegar más allá de sus propios límites y posibilidades de vida. Abrirse a la experiencia de amar es darnos la oportunidad de ir más allá de nuestros propias limitaciones internas, de nuestros pensamientos negativos, de la actitud de buscar culpables o de decidir quedarnos rumiando el pasado y el problema que no tiene solución. La experiencia de amar rompe con los prejuicios y los estancamientos ocasionado por la pretensión de perpetuar el daño sufrido para desinstalarse y avanzar perseverando hacia nuevas metas, sacando de nosotros lo mejor dando lugar a nuevos proyectos y aportes en el que podamos crecer todos juntos, fortaleciendo nuestras relaciones humanas, facilitando la fidelidad y la confianza.
3. Renacer hacia una nueva vida: Enfocarse en una nueva vida es aprender a ver nuestra vida de un modo y perspectiva diferente frente a las personas y las situaciones de dolor y sufrimiento que han causado heridas y malestares para tomar una nueva actitud de emprendimiento, unido a nuevas personas a nuevas relaciones. logrando alcanzar nuevas decisiones que conduzcan a nuevas cumbres y a nuevos riesgos que nos sacan de la pereza mental y del anquilosamiento espiritual para desarrollar un nuevo proyecto de vida en donde con seguridad obtendremos nuevos y mejores resultados con un dinamismo de entrega y disposición hacia los otros, ayudando a crecer a los demás, desbordando el amor que Dios nos ha dado, despertando el poder del amor, desarrollando las palabras de respaldo y de ánimo...tu fe te ha salvado...
Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- Magister en Familia
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