LA CLAVE PARA CONSTRUIR UNA VIDA EN PROGRESO ESTÁ EN EL COMPARTIR Am 6, 1a-4-7; Lc 16, 19-31
LA CLAVE PARA CONSTRUIR UNA VIDA EN PROGRESO ESTÁ EN EL
COMPARTIR
Am 6, 1a-4-7; Lc 16, 19-31
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Luis Fernando Castro Parra Teólogo |
Algunas investigaciones nos han mostrado que si alguien se
niega a compartir algo con otro, en el cerebro de éste se activan ciertos
mecanismos que provocan una reacción relacionada con lo que llamamos justo e
injusto. Esto significa que nuestro cerebro tiene la capacidad de rechazar la
injusticia, esto que se ha entendido como un desequilibrio, expresado en
distintas formas en el reparto de los bienes y derechos sociales en nuestra sociedad
porque beneficia a algunos y perjudica a otros, generando conflictos sociales y
económicos, causando discriminación, intolerancia, falta de respeto contra otra
persona por su nacionalidad, raza, clase social o jerarquía. Pensar, entonces
que la única forma de luchar contra la injusticia social es el ejercicio
constante de compartir con los demás nuestras riquezas, conocimientos y
trabajos puede llegar a sonar utópico, un fenómeno raro que no parece ofrecer
mayores soluciones de vida para nuestro crecimiento integral. Sin embargo, como
seres semejantes que hacemos parte de una gran familia podemos construir juntos
una vida distinta en generosidad y en permanente progreso solidario, mediante
el gran esfuerzo de compartir, superando el individualismo, la autosuficiencia,
la indiferencia, la mendicidad y el colectivismo que impide reconocer y servir
a los demás como personas. A la luz de la Palabra de Dios descubrimos
algunos elementos fundamentales que nos sirven de herramienta para aprender a
compartir, ayudando a otras personas a salir hacia adelante, superando la
pobreza y la marginación, permitiendo que los pobres dejen de ser pobres,
logrando llegar a un nivel de crecimiento donde todos alcancemos una mejor
calidad de vida. Veamos:
1. La Calidad de la Escucha (Am 6, 1a-4-7; Lc 16,
19. 31): Nuestras sociedades tienden por lo general a empobrecer a la gente
para que los ricos sean más ricos y los pobres sean más pobres, desbordando así
una imagen lamentable de indiferencia e injusticia social que aumenta la
discriminación, la desigualdad y la violencia, impidiendo progresar y crecer en
el orden de la confianza y de la construcción de una sociedad fuerte en sus
diferentes relaciones humanas. Esta realidad de los seres humanos ha sido
denunciada por algunos profetas en el contexto histórico del Pueblo de Israel,
como Amós (siglo VIII a.C.) buscando el deseo de construir una sociedad en la
que los procedimientos sociales, políticos y económicos no destruyan a los
seres humanos. La parábola del rico avaro y el pobre Lázaro, que
en un tiempo se leyó, como una especie de "geografía del infierno",
quiere también denunciar el abismo y distancia que se cava para separar la
Vida, entre quienes aprovechan la oportunidad de actuar con astucia, sirviendo
y ganándose la Vida, y entre aquellos que prefieren servir al Dinero,
pisoteando la dignidad de las personas, acabando "enterrado" en un
abismo donde ni siquiera un Resucitado lo puede superar (Lc 16, 31). Muchos
construyen su vida, creando seguridades basadas en sus recursos y riquezas en
la compra de lujos innecesarios, acostados en camas de marfil arrellanados en
sus lechos, llenando las neveras y las alacenas de comida importada que después
botan y desperdician en los basureros (Am 6,4) porque nos los consumen ni las
donan, bajo la concepción de que los otros no se lo merecen. Algunos alardean
de su voz y de su canto, adquiriendo e inventando instrumentos para llegar a
estar en los "grandes" escenarios, queriendo parecerse a los artistas
ilustres de la historia (Am 6,5). Otros, tienen el interés solamente de
adquirir las mejores marcas de vinos y de bebidas alcohólicas sin medir el
costo. Entre tanto, otras personas invierten gran cantidad de sus ganancias y
de su trabajo en comprar kit de belleza corporal a alto precio para mostrar
refinamiento y elegancia (Am 6,6; Lc 16, 19), sin llegar a sentirse
afligido por el desastre de muchos otros seres humanos. Con tanta riqueza
material y espiritual no tendría porqué existir la estructura de la
pobreza. Continuar con estas actitudes sociales egoístas, cargadas de avaricia
e indiferencia social, provocará solamente grandes abismos entre unos y
otros. La solución comienza cuando nos detenemos y sacamos un momento para
escuchar y revisar en detalle lo que estamos haciendo con las riquezas que se
nos han dado personal, comunitario e institucionalmente, logrando sacar
estrategias y propuestas importantes para compartir con generosidad, acabando
con el paternalismo y la demagogia, superando las condiciones de miseria,
ayudando a otros a crecer integralmente.
2. Estrategias para construir una vida en
progreso: Con la parábola del "rico avaro y el pobre Lázaro" Jesús
nos propone dos estrategias que podemos combinar, como propuesta para aprender
a compartir y construir una vida en progreso:
2.1. Pensar comunitariamente (Lc
16, 20-26): La primera estrategia que propone Jesús es enriquecer a los otros
para que nos enriquezcamos todos, y así salimos todos hacia adelante. Esta
perspectiva nos confronta con la calidad de vida que estamos viviendo, frente a
lo que es inminente, como lo es para todos los seres humanos, la muerte. El
abismo que se nos muestra a través de la actitud de rico avaro y el pobre
Lázaro en nuestra vida, se ve reflejada en la vida después de la vida, dejando
en consecuencia los resultados de nuestras acciones. Cerrarse a la oportunidad
de compartir nuestras riquezas es caer en el drama de encontrarse una vida sin
sentido ni realización. Pensar comunitariamente, mejorando la calidad de vida
es lograr llegar a un alto grado de conciencia comunitaria y social en el que
desarrollamos la capacidad de compartir nuestros bienes, alojando en los
diferentes ambientes de vida, la solidaridad que se construye con creatividad y
proyecto de vida, evitando caer en la acción de promover la pobreza con
limosnas. Usar nuestros conocimientos, nuestras riquezas, labores y actividades
sociales para promover a las personas, ayudándoles a entrar en una plena
participación social, política y cultural para que construyan su progreso
personal y familiar con proceso y metas establecidas, con generosidad y
solidaridad es hacer que los dinamismos sociales de las diferentes sociedades
crezcan y sean una expresión e imagen viva del cielo en nuestra vida.
2.2 Renovar nuestra mentalidad (Lc
16, 27-31): La segunda estrategia que nos propone Jesús a través de esta
parábola para construir progreso y aprender a compartir es revisar la
experiencia de la historia... ya tienen a Moisés y a los
profetas...para descubrir elementos importantes que nos ayuden a
contribuir y aportar en el deseo de construir una sociedad nueva y mejor en la
calidad de vida. Algunos países han decidido legislar, educar y proyectar en
sus constituciones la eliminación de la pobreza y la marginación, buscando que
todos descubran su riqueza, dejando atrás la mentalidad de pobres y de
víctimas, logrando como resultado que el nivel de crecimiento integral sea más grande y productivo para todos. Renovar nuestra mentalidad con la ayuda de Dios
es descubrir la riqueza que hay dentro de nosotros para poderla compartir con
los demás y así, entrar en un nuevo dinamismo donde todos crezcamos y
construyamos una sociedad nueva en el que nuestro estilo de vida venza la
imagen del egoísmo, la presunción y la avaricia. La clave para construir una
vida en progreso está en el compartir nuestras riquezas para que otros también
crezcan y juntos construyamos una sociedad de alto nivel.
Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- Magister en Familia
Flor de María Velandia- Trabajo Social- Orientación y
Mediación Familiar
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