LA EFICACIA DE LA PALABRA NO TIENE LÍMITES Lc 7,1-10
LA EFICACIA DE LA PALABRA NO TIENE LÍMITES
Lc 7,1-10
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Luis Fernando Castro P. Teólogo |
Se nos ha enseñado que una imagen vale más que mil palabras, sin embargo, toda palabra que sale de nuestra boca tiene una fuerza enorme que por pequeña que sea, puede ser demoledora haciendo un gran daño, desanimando a las personas o por el contrario, impulsándolas, animándolas a lograr metas y sueños que desarrollen grandes proyectos de vida. Las palabras conduce a consecuencias, algunas pueden provocar heridas profundas, resentimientos, otras causan alegría, esperanza, transformación. La eficacia de la Palabra no tiene límites, esté presente o ausente quien las pronuncie, comprometido o no, en la actividad de relación comunitaria, familiar o social, ocasionará algún efecto, sea un eco positivo que crea y construye o un eco negativo que destruye. A la luz de la Palabra de Dios, las palabras de Jesús son transformadoras, llenas de bondad y misericordia, palabras que contienen una fuerza más allá de las fronteras y de las posibilidades, palabras que animan y fortalecen causando admiración, confianza y asombro en quienes las escuchan. Cómo hacer que nuestras palabras sean más eficaces, comuniquen una huella de alegría y de esperanza que estimula y fortalece las relaciones humanas haciéndolas más amables, amenas y favorables. Veamos:
1. Hablar edificando, no señalando (vv. 1-5): Las palabras tiene el poder de conectarnos con los demás sin interesar de dónde son o de dónde vienen, si son cercanos y del mismo rol profesional, familiar (vv. 1: dirigió todas estas palabras al pueblo) o son personas que no hacen parte de nuestra actividad y pensamiento (vv. 3). Lo importante es edificar con las palabras para que sean más eficaces, logrando mayores resultados en nuestras relaciones y contactos con los demás. Cuando felicitamos a otros por su desempeño en su labor, sus triunfos, demostramos respeto, interés por sus situaciones y pedimos las cosas con cortesía (vv. 4), dando alternativas para que el otro decida (vv. 4b-5) es comienzo de que las palabras no tienen limites y son más eficaces, creando ambientes más favorables con nuestros contactos (vv. 6), abriendo la posibilidad a descubrir nuevas oportunidades que nos ayudan a construir nuestro proyecto de vida y posibilidad de sugerir alternativas para nuestra mejoría integral.
2. Hablar con tono adecuado, sugiriendo no imponiendo (vv. 6-8): Las palabras eficaces buscan crear ambientes y relaciones más favorables donde todos podamos beneficiarnos por lo que no se trata de imponer sino mejor sugerir mirando los comportamientos y no a la persona. Eso nos conduce a que nuestro tono al hablar o pretender comunicarnos sea adecuado, más amigable, cercano. Apostar por un diálogo a cambio de crear un monólogo es abrir la posibilidad a retroalimentarnos desde el valor de la humildad. El centurión se declara indigno de recibir a Jesús bajo su lecho, reconociendo de esta forma la superioridad y la autoridad. Un reconocimiento en el que considera que sus palabras no tienen límites y son eficaces: Él puede mandar con una palabra a la enfermedad y ésta desaparecerá (vv. 7). Es necesario saber que las palabras de otros sin interesar de quién venga, también pueden enriquecernos, son tan importantes como las nuestras, nos pueden edificar y ayudar a construir camino hacia nuestras metas.
3. Hablar para elogiar (vv. 9-10): Cuando usamos palabras para elogiar éstas provocan verdaderos cambios en las personas, las animan, le abren nuevas posibilidades en su proceso de crecimiento, y si las pronunciamos en momentos adecuados obran verdaderos milagros. Saber elogiar a alguien cuando hablamos por sus acciones, logros y triunfos es sanador y liberador porque la persona contara realmente con los recursos para impulsar un nuevo tiempo, construir nuevas metas, elaborar nuevos proyectos de vida. Elogiar con nuestras palabras (vv. 9b) es el aporte solidario que podemos ofrecer a los demás, valorando sus esfuerzos, sus virtudes y acciones para que descubran nuevos caminos que sean alternativa de esperanza y de vida para la sociedad y su proyecto personal y familiar. Entrenémonos en el modo que hablamos y nos comunicamos con los demás para que nuestras palabras sean más eficaces, contribuyendo a fortalecer nuestras relaciones humanas en todos sus aspectos, facilitando ambientes más sanos y favorables de crecimiento integral para todos.
Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- Magister en Familia
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