PREPARADOS PARA NO IMPROVISAR Mt 25, 1-13

PREPARADOS PARA NO IMPROVISAR
Mt 25, 1-13

Florecita-Luis Fernando
¿Cómo estamos construyendo en el paso de nuestra experiencia de vida? ¿Cuáles son los aportes que les estamos dando para que nuestra vida mejore, crezca y avance? Toda nuestra vida lleva un rumbo, un ritmo y una dinámica. Habrá momentos para trabajar, momentos para proyectar, momentos para preparar y momentos para planear. Habrá otros momentos para descansar y para celebrar, pero aún en estos instantes es necesario mantenerse activo, despierto y vigilante para no caer en la superficialidad, en la rutina de las zonas de acomodo o en la improvisación de construir nuestra vida. Mirar más allá de los instantes que experimentamos es necesario porque nos permite descubrir hasta en las mínimas cosas y detalles de la vida una oportunidad para mejorar y alcanzar a ver qué está faltando y cómo podemos solucionar para fortalecer el camino y, así poder continuar avanzando. La vida no nos permite mediocridad e improvisaciones porque esto nos puede conducir a tomar caminos y decisiones inadecuadas que en consecuencia, nos conduce a tomar acciones erradas que facilitan cometer imprudencias que nos cierran la posibilidad de disfrutar de algo mejor y más grande, que seguramente nos daría la oportunidad para seguir creciendo con valentía, logrando alcanzar nuevas cumbres que nos ayudaría aportar a nuestra realización y a nuestras relaciones personales y comunitarias. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús educa a sus discípulos a través de la parábola de las diez doncellas con el fin de mantener una actitud de vigilancia, de estar preparados en todo momento y de tener una estrecha relación responsable y dinámica con el Maestro. Veamos: 

1. Aprovechar el tiempo disponible (vv. 1-3.8.10): Nuestra vida no nos permite el mundo de la mediocridad y de las improvisaciones porque esto nos puede conducir a tomar caminos y decisiones inadecuadas que nos cierran las puertas y nos facilitan cometer imprudencias. Jesús instruyendo a sus discípulos cuenta que el reino de los cielos es semejante a diez (totalidad) vírgenes, que, con sus lámparas en la mano salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes. Las primeras no se proveyeron de aceite (vv. 3), estaban desprovistas (vv. 8) y, en efecto cuando llegó el esposo quedaron fuera del banquete (vv. 10). Cuántos por no saber aprovechar el tiempo disponible que tenemos para crecer y para adquirir nuevas herramientas que nos ayude a avanzar, tomamos decisiones inadecuadas, asumiendo un estilo de vida relajado, demasiado tranquilo y superficial, sin compromiso alguno y sin la responsabilidad para aportar elementos que contribuya a mejorar nuestra calidad de vida. Cuántas veces usamos las cualidades, la inteligencia, el poder y los talentos para presumir o a veces para apagar y pisotear la luz de los demás. Otros, entre tanto, se arriman a otros para aprovecharse de su luz (vv. 8). de su trabajo, de su esfuerzo, desarrollando un estilo de vida sin sacrificios significativos y sin ninguna otra pretensión que lograr sus aspiraciones con la luz y el esfuerzo de otros. Imprudencias que nos son recomendables porque desvirtúa la mejor versión de lo que somos como personas. La respuesta de amor por la vida no es posible delegarla. Cada uno de nosotros tenemos una identidad, una capacidad para sacar lo mejor, para aprovechar el tiempo de un modo responsable y, así acompañar para construir, para ser más creativos, facilitando que cada momento de nuestra existencia sea una oportunidad para crear mejores ambientes donde las relaciones sean más saludables, trayendo frutos abundantes, que hagan crecer y fortalecer la fraternidad. Si no sabemos aprovechar el tiempo disponible que tenemos hoy, si no sabemos invertir lo mejor de nosotros en los demás, nuestra vida se puede apagar, nos podemos llegar a sentir incluso, excluidos y aventajados por otros y, por supuesto el final será distinto, según el obrar, donde se detiene el tiempo de las opciones y la puerta se puede cerrar.

2. Preparados para no improvisar (vv. 4-7.9.11): El ritmo de nuestra vida corre igual para todos. El tiempo pasa y podemos caer en alguna rutinas que nos impiden mirar un poco más de lo que ya hemos logrado hacer. Jesús a través de está metáfora de la existencia humana, cuenta cómo las diez vírgenes comienzan iguales, todas están en las mismas condiciones, pero sólo cinco toman ventaja porque actuaron con prudencia, es decir estaban preparadas y dispuestas (vv. 10), las demás llegaron tarde gritando: ¡Señor, Señor, ábrenos!, pero la respuesta fue: ¡No las conozco! (vv. 12). En lugar de ir al encuentro del novio, se han alejado de Él y de su voz, hasta el punto de conocerlo. Estar preparados significa estar dispuestos, atentos viviendo con intensidad cada día, pues si optamos por aplazar, por dilatar las situaciones, las oportunidades, las decisiones, las consecuencias tal vez no serán las mejores porque nos veremos bloqueados para avanzar y para vivir de un modo pleno. Si estamos preparados podemos dormir tranquilos. Si hemos planeado bien, dormiremos bien con la confianza que los resultados serán grandiosos, centrados en lo mejor, convirtiéndose en una Buena Noticia, que seguramente traerá mayores bendiciones. Todos como personas tenemos talentos, capacidades y habilidades que podemos desarrollar, profundizar y dedicar el tiempo para ponerlas al servicio constructivo de las demás personas, experimentando un estilo de vida sin improvisaciones y con mayor intensidad.

3. Vigilar para vivir (vv. 12-13): Quedarnos dormidos, acomodados y relajados, actuando como espectadores que vemos pasar la vida de un modo irresponsable, sólo provocará que en algún momento nos demos cuenta que no hemos disfrutado ni progresado lo que se nos ha dado con tanto amor, encontrándonos con puertas cerradas que estancan los procesos de nuestra existencia. Jesús invita a sus discípulos a estar siempre vigilantes: Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora (vv. 13). La ecuación para crecer en la vida parte de tener una actitud constante de prepararnos para actuar con responsabilidad, alcanzando grandes bendiciones. Para esto es importante estar atentos, alertas a los cambios, a las señales que se van presentando en el dinamismo de nuestra vida para que sin duda no se pierda lo que es más preciado por nosotros. Si nuestra existencia se llena de cumplimientos, de rúbricas, pero lejos de lo que verdaderamente somos y de lo que podemos ofrecer para hallar nuevas y mejores experiencias es posible que logremos prestigios, poderes que nos inflaran y nos facilitará tener una actitud arrogante, pero esto nos impedirá estar cerca a los otros y a quien por su amor nos ha dado la vida para que actuamos de un modo responsable y constructivo. Por tanto, es importante aprender a responsabilizarnos de nuestro presente, tomándolo de un modo serio y dedicado; es el único que se nos ha dado para vivir, para disfrutar y para contribuir, pero sin perder la mirada en la posibilidad de planear, de poner nuevas metas, de crear nuevos retos y objetivos que nos impulsen a subir nuevas cumbres, previniendo necesidades y oportunidades que darán sentido y realización a lo que hacemos y a lo que vivimos junto con otros. Cada instante es una oportunidad, un regalo y un tiempo oportuno para encontrarnos con nuevas experiencias que nos ayuda a mejorar en todos los aspectos que hacen parte de nuestra vida. Vigilar para vivir es comprender, entonces que no hay una hora, ni un día propicio para servir; tampoco saber que no siempre será lo mismo si hay en nosotros apertura, amor y alegría para construir y contribuir al bienestar de los demás, ganando una vida que no se apaga y que es determinante para adquirir siempre el aceite del Amor.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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