ARRIESGAR PARA MEJORAR Lc 19, 11-28
ARRIESGAR PARA MEJORAR
Lc 19, 11-28
![]() |
Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Cómo estamos usando, invirtiendo y mejorando las capacidades, los talentos y las cualidades que hemos recibido para construir una vida sana y libre? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús enseña a través de la parábola de las minas (o de los talentos que representan los bienes del Señor, que Él nos confía para que los hagamos rendir), la responsabilidad que todos tenemos de construir el Reino de Dios. Todos como personas hemos recibido talentos, cualidades, regalos con los que podemos hacer alguna cosa, no sólo para custodiar, sino para multiplicar, esto es, todo aquello que hace crecer a las personas y revela la presencia de Dios: amor, servicio, perdón, generosidad, compartir. Cuando ponemos a producir los bienes recibidos, los talentos, entonces no sólo estamos aportando para construir una vida sana y libre, donde se enseña y se aprende, pues nadie es sólo alumno como tampoco nadie es sólo docente, todos podemos aprender de todos, sino que también tumbamos esa imagen falsa y errada de tener un Dios severo y sin misericordia. Tener esta idea nos vuelve temerosos, inmaduros, nos impide abrirnos a la experiencia de Dios y, por supuesto, poder crecer y multiplicar lo que hemos recibido para construir y contribuir a una vida libre y sana. Aquel que se cierra en sí mismo con miedo a perder lo poco que tiene, éste va a perder lo poco que ya tiene. No podemos tomar la actitud de esperar que todo nos lo den ya hecho y realizado, como tampoco buscar las cosas a la medida de nuestros propios intereses, aislando y marginando incluso a quienes creemos que nos estorba. Es necesario arriesgar e intentar producir algo más. De eso se trata la vida, no sólo se puede recibir y crecer, también se necesita avanzar y fortalecer, actuando y poniendo todo lo que somos, lo que tenemos para mejorar lo que el buen Dios nos ha dado. La persona, que no piensa en sí, sino que se entrega a los otros, que se pone en función de los demás, ésta va a crecer y a recibir a su vez, de forma inesperada, todo lo que entregó y mucho más. De esta manera, mientras más invertimos, más ganaremos. No podemos quedarnos estancados, relajados y tranquilos, alimentando una mente perezosa, aferrada solamente a lo que ya hay, indicando un miedo al riesgo que bloquea la creatividad y la fecundidad del amor y del servicio. Por tanto, arriesgar para mejorar es evitar guardar, como en una caja fuerte lo que se nos ha dado para producir y para transformar. Todo lo que somos y tenemos es para provecho constructivo de los demás, facilitando su crecimiento, haciendo rendir los talentos y trabajando con perseverancia y responsabilidad por las metas y propósitos de Dios. Aquel que no quiere correr riesgos, pierde la vida y, esta, está en modo de riesgo.
Comentarios
Publicar un comentario