DAR SIN MEDIDA Lc 21, 1-4
DAR SIN MEDIDA
Lc 21, 1-4
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Qué dificultades o alegrías nos hemos encontrado cuando practicamos la grandeza de la solidaridad y el compartir con otros? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús elogia a una viuda pobre porque ha dado todo lo que tenía para vivir. Una de las grandes tendencias que tenemos como seres humanos es la acción de acumular cosas, no sólo externas, sino también internas impidiendo que surja un desprendimiento para darlo a los demás. En otros casos se busca dar buscando gestos de reconocimiento y de aplausos por los montos que se mueven en favor de otros. Sin embargo, todos nosotros somos administradores, no dueños, de lo que hemos recibido para que lo entreguemos con generosidad, ya sea el conocimiento, el servicio, la comunicación, la ternura, el amor, la misericordia o el dinero. Nadie puede decir que no tiene algo para servir, para dar y para compartir, pues no hemos nacido miserables, hemos nacido ricos para poder compartir y ser bendición para otros. Si ponemos atención hoy a lo que somos y tenemos a nuestro alrededor nos podremos ver sorprendidos de lo mucho que tenemos para dar. Por ejemplo, la casa, la alacena, las capacidades, los talentos, las habilidades, la ropa que llevas puesta, un trabajo. Esto nos muestra que tenemos algo para compartir, aunque parezca poco para otros será mucho y lo llenará de bendición. Por supuesto no es sólo dinero, pues la solidaridad y el compartir va más allá, pues pasa por la alegría de hacernos ofrenda solidaria para contribuir y para progresar en la realización personal y en el crecimiento integral de los demás. No se trata de buscar honores o prestigio alguno, sino de donar, de entregar nuestra vida, practicando la ley del Amor y de la generosidad. De esta manera, podemos darnos cuenta que Dios bendice a otros a través de nosotros. Por eso, es importante compartir no de lo que nos sobra, eso sería egoísmo, sino dar para edificar, aún cuando pareciera que nos falta. Es decir, compartimos desde la necesidad para poder ver también la bendición de Dios, de un modo generoso, adecuado y oportuno. Esto es un acto de confianza que en consecuencia, todos podemos ganar porque entregamos de lo que Dios nos ha dado. Y, él lo ha dado todo sin medida. Por tanto, superar el miedo a dar o a compartir, hará que se valore lo que la vida y el buen Dios nos da para ser un canal de bendición, pero también nos facilitará hacer cambios en nuestros pensamientos con el fin de generar actos generosos que contribuyan a hacer crecer a quienes les aportamos consiguiendo un entorno de libertad y felicidad abundante.
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