SANAR LA RELACIÓN CON EL PADRE Jn 14, 6-14

SANAR LA RELACIÓN CON EL PADRE

Jn 14, 6-14
Luis Fernando Castro Parra
TEÓLOGO

¿Cuántas personas se sienten desilusionadas de sus padres, aquellos seres que han dado la vida y con su mayor esfuerzo han dado lo mejor? A la luz de la Palabra de Dios, Felipe discípulo de Jesús desea conocer al Padre. Pero, la respuesta del Maestro es sorprendente, quien ve a Jesús, ve al Padre. Muchos hijos cargan grandes pesos en sus espaldas porque han decidido arrastrar a lo largo de su vida heridas, palabras, momentos vividos o aprendidos en la relación con sus padres. Para algunos la mayor dificultad está en la relación con papá provocando no sólo una distancia con aquel que le dio la vida, sino también con el Padre, fuente y origen de la creación y de la esperanza, como si fuera Dios Padre una proyección de las decisiones y de las acciones de los padres terrenales. Entre tanto, otros usan sofismas, frases hirientes, discriminatorias para menospreciarlo o hacerlo sentir como un objeto dentro de la comunidad familiar. Por ejemplo:  “padre no es quien engendra, sino el que cría”, “ser padre es cosa de cualquiera”. Nombrar la palabra Padre para muchos es amargo, es una pesadilla porque les revive experiencias negativas, prefiriendo usar términos como viejo, cucho u otros. Se busca entonces fortalecer una cultura sin padre. Sin embargo, mucho de lo que son y han logrado los hijos hoy ha sido porque lo aprendieron de papá: sus palabras, acciones, manejo de afectividades, como el desempeño en sus comportamientos cotidianos en la familia y las distintas relaciones personales. Es decir, quien ve a un hijo, no sólo ve a la madre, también ve al padre. Y sí, hay muchos papás que se han equivocado, tienen alguna que otra sombra en su modo de proceder y de actuar en las relaciones con sus hijos porque han estado ausentes, no han sabido dar seguridad para que los hijos no estén mendigando afuera lo que deben encontrar en su papá, como tampoco han aplicado su autoridad de manera adecuada, no han sabido proveer lo suficiente para que se afronte los problemas o las dificultades inevitables en el proceso de la vida. Pero, es importante saber que los padres han puesto el mejor esfuerzo para ser mejores en su estilo de vida. Que como hijos la tarea no consiste en condenar lo que hicieron o lo que dejaron de hacer. Sencillamente hicieron lo más importante darnos la vida y, aunque no estén en nuestras expectativas, dejarlos ser padres es suficiente, dejando de lado los juicios. Por ello, antes que estar gritando a los cuatro vientos que el papá que tienes o que tuviste no te amó lo suficiente o no te dio lo que crees merecer lo mejor sería valorar sus esfuerzos acercándose con el respeto que aquel grande merece, aunque no haya sido o no sea lo mejor, renunciando a la agresividad, a la violencia y a los distintos reclamos para que en esta cercanía vayas descubriendo algunos detalles del Amor, de la ternura, del afecto y del cariño incondicional de ser padre y, en esto desprenderse de lo que no sirve para continuar avanzando, asumiendo la tarea de ser libre y Feliz, pero también hallando la presencia del Padre Dios en tu vida. Ahora bien, Cuánto más esté presente el padre en el hogar y se implique más en la relación con sus hijos, habrá más posibilidad que los niños tengan una relación cercana y proyectiva con el mundo espiritual, vinculando a Dios en su vida como el coequipero que invita a hacer la tarea social y familiar eficaz y eficientemente en el mundo cotidiano.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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