ACEPTAR LA NOVEDAD Lc 24, 35-48
ACEPTAR LA NOVEDAD
Lc 24, 35-48
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Cuánto cuesta poder aceptar la novedad o comenzar un nuevo tiempo, una nueva etapa de vida? A la luz de la Palabra de Dios, los discípulos de Jesús están aterrorizados por la presencia del Resucitado entre ellos. No acaban de creer y aceptar la novedad de la Resurrección. Algunas personas se han acostumbrado a vivir desde sus ritos, tradiciones familiares y sociales, impidiendo vivir la novedad que surge constantemente en la vida. No porque lo primero no sea importante, sino porque se aferran tanto a su modo de ver lo que hacen que ante la novedad, cierran la puerta a escuchar o a experimentar algo distinto, causando alarma, duda, miedo, terror. Es mejor lo conocido que por conocer, pues si lo que sea hace funciona para qué cambiarlo o para qué entrar en una nueva forma de relación. Sin embargo, aceptar la novedad que regala la vida facilita ver algo más para conseguir llegar a cumbres más altas, viviendo de un modo pleno la vida, confirmando la presencia activa de Dios en los caminos de las personas y en los distintos rumbos que se desbordan en las relaciones personales. Es ahí donde la novedad de la vida rompe con paradigmas para que sea posible continuar aportando algo más, logrando alcanzar nuevas metas y abrir nuevos proyectos de vida personal, familiar y social. Para esto es importante renovar el pensamiento para descubrir que es posible ser mejor de lo que ya somos, que hay talentos, capacidades para conseguir que se palpen Buenas Noticias, nuevas opciones, alternativas que ayuden a fortalecer y a crecer integralmente, obteniendo, gozo, paz y crecimiento emocional. Por tanto, no se trata de sostener, lo mismo por miedo o por duda. No. Lo interesante de estar vivo, de comenzar un nuevo tiempo es comprender la propia vida en un paso constante que supera las distintas vicisitudes sociales o familiares que hay veces agobian, entristecen y preocupan para encontrarse en un primer momento con cierto asombro para luego desarrollar con un gran optimismo y alegría lo que la propia vida ofrece como riqueza para transformar, para aportar, para contribuir, seguros de la victoria de la libertad, del amor y de la vida. Se ha nacido no para morir, sino para edificar y contribuir junto con otros.
Luis Fernando Castro Parra
Teólogo- Magister en Familia
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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