ACTIVAR LA GRANDEZA DE LA ESPERANZA 

Luis Fernando Castro Parra
TEÓLOGO

Nuestra vida nos coloca en situaciones adversas y a veces muy complejas, difíciles de entender y de digerir porque parece que es imposible superar lo que sucede. Son momentos inesperados que nos retan y nos empujan a sobrepasar desafíos. Creo que no habrá alguno de ustedes que pueda decir que no ha atravesado por momentos en el que las situaciones sin interesar cuál sea, son oscuras y con la huella de la incertidumbre. Momentos que hemos creído que no podremos remar, avanzar y salir adelante porque es fuerte e incomprensible. Momentos que nos hacen sentir pequeños, tristes, derrotados causando alguna desesperanza de que ya no hay nada qué hacer. Todo está perdido.  Pero, en estos momentos es cuando nace la oportunidad para activar la grandeza de la esperanza, de ver  lo gigante que somos, no como algo pasivo, sino como la herramienta activa para no perder el optimismo ni la confianza en sí mismo y en quien todo lo puede, en quien tiene, lo entiendas o no, lo creas o no, el control de tu vida. La esperanza nos permite descubrir que aunque las circunstancias no salgan como las esperábamos o no caminen según las expectativas, esto no significa que debamos bajar los brazos y caer vencidos. La esperanza es la fuerza, es la energía que necesita nuestro mundo interior para mantenernos perseverantes, firmes, dispuestos a salir adelante, logrando alcanzar metas, aún en medio de lo adverso.La esperanza se convierte en esa luz que resplandece cada mañana al despertar, insinuando que hay otra oportunidad para continuar aprendiendo, para decirnos que estamos vivos, que podemos tomar un nuevo aire para direccionar mejor nuestra vida. Dejar que la esperanza actúe es abrir la posibilidad a que las situaciones cambien y mejoren en todos las esferas de la historia que estamos labrando. Por supuesto, que la grandeza de la esperanza no consiste en creer que todo se solucionará por sí sólo. No es así, porque la vida no es una cuestión mágica de que todo saldrá bien o que las metas se alcanzarán sin poner el ingrediente del esfuerzo, de la disciplina, de la responsabilidad, de la dedicación y de la oración. Esto es saber que junto a la familia y a otros es posible comenzar a dar pasos para resolver las situaciones ineludibles que atravesamos. Es aquí donde la esperanza toma sentido cuando realizas acciones, grandes o pequeñas con el objetivo de hacer que la situación adversa mejore. No se trata solamente de afirmar que viene algo mejor, también hay que poner el granito de arena para que esto ocurra, para que lo puedas ver. Acompañar la esperanza con esfuerzo y acciones de vida, llegar a la cima, llegar a lo que hemos soñado y proyectado será más fácil. Una persona con la esperanza activa está convencida que aunque estén los obstáculos económicos, laborales e incluso personales, los sueños, los proyectos se alcanzarán. Confía que las situaciones adversas por las que está pasando hoy son sólo oportunidades para buscar soluciones que harán que la tormenta vuelva a la calma. La esperanza activa no se queda para sí misma o para algunos, extiende su visión para todos aquellos que nos rodean porque impregna de alegría, de positivismo, de creatividad, buscando sacar lo mejor de cada uno para aportar, haciendo que la travesía de lo adverso sea más saludable y ligero. De esta manera, en los tiempos que vivimos, activar la esperanza es levantar la mirada hacia adelante, creyendo que es posible conseguir lo que hemos soñado, lo que hemos establecido como meta. Eso sí, con los pies en la tierra porque no se puede desconocer lo que sentimos como personas, pero sí con la mente, con el corazón abierto, siendo proactivos, actuando de manera decidida, convencidos de lo que somos, de lo que nos ha dado el buen Dios como potencialidad para desarrollar, esperando que se convierta en un fruto de vida para nosotros y también para los demás. Como ves, no estamos solos en la desventura de lo que nos ofrece pequeños instantes de la vida. La fuerza de la esperanza nos sigue acompañando, manifestado en las personas que tenemos cerca, pero sobre todo en el Amor de un Dios que es fiel y generoso, que nos da su mano para vencer para continuar caminando sin rendirnos. En él está la fuente de nuestra esperanza y de nuestra plenitud.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

Comentarios

Entradas populares de este blog

SABER ESCUCHAR PARA AMAR Mc 12, 28b-34 Domingo Trigésimo Primero del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

EL ARTE DE VIVIR JUNTOS PARA SIEMPRE Mc 10, 2-16 Domingo Vigésimo Séptimo. Tiempo Ordinario (Ciclo B)

RESCATAR LA VIDA, SIRVIENDO CON GENEROSIDAD Mc 10, 35-45 Domingo Vigésimo Noveno del Tiempo Ordinario (Ciclo B)