AMAR PARA VALORAR LOS PROCESOS Jn 21, 20-25
AMAR PARA VALORAR LOS PROCESOS
Jn 21, 20-25
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Luis Fernando Castro Parra TEÓLOGO |
¿Te has comparado con otra persona? ¿Cuál ha sido tu reacción? A la luz de la Palabra de Dios, Jesús ante la inquietud de Pedro por saber el futuro del otro discípulo, invita al apóstol a no compararse con los demás porque cada uno tiene su función. Toda persona es diferente a otra, aunque compartamos la igualdad en la dignidad y la semejanza como seres humanos. Como diferentes tenemos distintos itinerarios y formas de pensar, de actuar y de realizar las acciones. Algunos lo harán más rápido y alcanzarán metas, otros un poco más lento, paso tras paso, con dedicación, con confianza, pero sin detenerse para llegar a sus objetivos. No por ello, alguno es mejor ni peor que el otro, solamente cada uno tiene su momento, su estilo de construir y contribuir para el camino y la travesía de nuestra vida. Sin embargo, para algunas personas la diferencia se convierte en un motivo para compararse y competir con el otro, lo que ocasiona emociones negativas y tortuosas que rompen con la armonía y la buena relación con los demás, generando ambientes hostiles y poco saludables. Valorar a las personas en función de lo rápido que ejecutan las cosas y la forma como se anticipan es hacerse adicto a la inmediatez. Y esto no es recomendable para cuando queremos servir y contribuir en el acompañamiento de vida a otros porque se olvidara que cada persona tiene su ritmo. Compararse con otros impide incluso hacer conciencia de su propio proceso constructivo de vida, de descubrir la riqueza personal que existe en el interior para desarrollarla y ponerla con abundancia en favor de los demás. Todos tenemos algo que dar porque mucho se ha recibido, sin interesar el tiempo o el momento propicio, esto es lo que menos importa cuando se hace y se da con generosidad y con amor. Lo importante es disfrutar de lo que se hace, poniendo el esfuerzo máximo para desarrollar adecuada y constructivamente los talentos, las habilidades sin enfocarse en lo que falta. Por tanto, amar es respetar y valorar los procesos de los demás, recordando siempre nuestros propios procesos para no interferir en los otros que acompañamos.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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