PRODUCIR FRUTOS CON GENEROSIDAD Mt 20, 1-16

PRODUCIR FRUTOS CON GENEROSIDAD
Mt 20, 1-16
En el proceder de nuestra vida acuñamos ciertas etiquetas para referirnos a las otras personas, causando de algún modo distancias, estratos, inconformidades y exclusiones. Solemos pensar en que este es bueno y el otro es malo, como si el mundo fuera solo de blancos y negros y no diera oportunidad para descubrir otras alternativas, estrategias u opciones de vida que lleven a mejorar la calidad y relación con otras personas. También es posible que dentro de las marcas que utilizamos estamos más pendientes a lo que tiene y hasta lo que no tiene el otro, provocando envidias, choques o rencores secretos sin darnos cuenta la riqueza que llevamos en el corazón, posible para producir frutos con generosidad. Parece que cuanto más se tiene más se quiere, ufanándose de títulos y conocimientos, en lugar de ayudar a descubrir los "ricos" que somos, promoviendo y compartiendo nuestra riqueza, generando vida. El mensaje del evangelio de Mateo que hoy estudiamos, discernimos y oramos, basado en una parábola está en la línea de la generosidad de un propietario de una viña que no solamente ofrece el trabajo a diferentes horas, saliendo a llamar constantemente, también es insistente a que todos podamos desde nuestras riquezas producir frutos con generosidad, superando sentimientos de envidia. Desarrollemos algunas ideas importantes que nos ayudarán a comprender este sentido de vida que a la postre serán herramientas de crecimiento para nuestro mejoramiento en el quehacer de nuestra vida personal, familiar y social.

1. Todos llamados a producir frutos (vv. 1-7): En el mundo que estamos creando hay mucho trabajo por hacer, y todos desde sus condiciones de vida son importantes. Cada persona puede aportar un "granito de arena" para que el mundo se transforme y se renueve constantemente. De ahí que personaje principal de la parábola, el propietario de la viña, busca contratar trabajadores para la viña, incluso para aquellos que parece no han encontrado oportunidad y continúan esperando (vv. 7). Hay veces que nos centramos más en las actividades y en el cómo multiplicarlas, olvidando la necesidad, la cualidad, el talento de las personas. Tres acciones subrayan la insistencia del llamado a producir frutos: el propietario "sale", "dice" y envía (Id vosotros a mi viña). Un llamado que es para todos, sin condicionar, el momento, la hora, la edad, la profesión o el título que tengamos. Todos estamos llamados a producir frutos, aún cuando parezca que no hay oportunidad, siempre podemos hacer algo más para no quedarnos pasivos, inactivos o indiferentes en la colaboración de construir algo mejor de lo que ya se ha hecho. Nunca es tarde para comenzar a producir frutos que alimenten. ¡Hoy es el momento para decidir hacerlo!

2.  Superar el sentimiento de la envidia (vv. 8-12):  La generosidad de algunos y el producir frutos puede provocar en otros el sentimiento de la envidia. Esto es lo que narra la segunda parte de esta parábola ante la generosidad de un propietario que ha decidido pagar a todos por igual (un denario) sin interesar el momento, la hora o el tiempo de trabajo, contra la murmuración de otros que inconformes por este acto se sienten robados y envidiosos sin darse cuenta lo que han recibido, causando rencores secretos que a la postre le impedirán avanzar, crecer para producir frutos con generosidad. Nadie puede estar excluido de sus capacidades y de sus talentos. Todos están llamados a dar de lo que han recibido como don, como regalo maravilloso de la vida. De esta manera, no se trata de negociar con Dios, sino de gozarnos de su bondad y generosidad, y todavía más alegrarnos como signo de fraternidad y unidad por las bondades que los otros también reciben. Superar el sentimiento de envidia parte de saber que lo que se tiene o se quiere lograr no es por merecimiento, es por la generosidad de la Vida que nos lo concede para que podamos dar frutos en abundancia. El más grande fruto es el amor, y éste excluye la envidia y la murmuración.

3. Decidir por lo más importante (vv. 13-16): Podemos quedarnos anclados en el enojo, la decepción, en la pasividad y la indiferencia o por el contrario, revisar nuestra vida, el "denario" que nos han pagado y ponerlo a producir para dar mayores frutos de lo que seguramente ya hemos dado. La decisión es nuestra. Y, sea cual fuere la opción que se tome, la bondad de Dios será la misma: que todos los seres humanos seamos libres y tengan vida, sin distinción o escala de tiempo. Cada regalo que nos ofrece la generosidad de la vida es para ponerlo al servicio de los demás. No es para distinguirnos de los otros. Es así como comprendemos que los últimos serán primeros y los primeros serán últimos (vv. 16).

Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- Magister en Familia.

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