El regalo Maravilloso de la Alteridad Sexual- Mt 19, 3-12
EL REGALO MARAVILLOSO DE LA ALTERIDAD SEXUAL
“Rehumanizar” el
mundo y devolver a la persona humana, hombre y mujer, al centro de la gravedad
como le corresponde, acabando el relativismo moral que se ha impregnado en las
últimas décadas en las relaciones entre los
dos sexos, es una propuesta para
recobrar la alteridad sexual y, en ella ponderar la esencia masculina como un
acto que garantiza el manejo eficaz de su libertad, dando equilibrio, adecuada
comunicación, orden y proyección en las relaciones personales, familiares de la
sociedad entera. Mejorar una sociedad para las mujeres es posible cuando se
actúa con inteligencia y madurez, permitiéndose dar el lugar y la importancia
propia del varón en el desarrollo personal, familiar y social, sin conducirlo a
un inconsciente colectivo que lo relaciona y lo ancla en sus habilidades,
capacidades y talentos como victimario con manifestaciones monstruosas que
demuelen a la familia y la sociedad. Es el mensaje que podríamos hoy leer desde el Evangelio de Mateo, el cual aborda el mundo complejo de las relaciones, dando un énfasis especial a la vida de la pareja y a la opción por el celibato, ambos estilos de vida impregnados en la radicalidad del Amor. Veamos el texto:
1. En la relación de Pareja (vv. 3-9): Ante la pregunta que suscitaron los fariseos, para poner a prueba a la persona de Jesús: ¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera? Se desarrolla una exposición majestuosa e interesante, con argumentos contundentes que nos ponen en la sintonia con el acto creador de Dios, permitiendo una sólida relación de pareja basada en el amor, es decir que la sexualidad es vista como relación de amor con aquel que es diferente sin que por ello pierda su identidad de igualdad y de semejanza.
...los hizo varón y hembra (vv. 4): Tres principios
fundamentales, entendiendo a estos como leyes que se cumplen, son importantes
dilucidar para comprender la esencia del ser humano diferenciado, superando toda mutación
a la que se ha etiquetado: Igualdad, semejanza y diferencia. El hecho de que el
ser humano diferenciado, hombre y mujer sean personas, esto considera ya un
punto de partida para argumentar la igualdad entre los sexos, superando los
estereotipos impuestos durante muchos siglos por la sociedad que minusvaloraba
no sólo a la mujer, sino también al varón. El derecho de que un ser humano sea
respetado, valorado como un ser individual y social con sus características y
condiciones particulares determina, que hombre y mujer son iguales en dignidad y humanidad[1].
La dignidad del varón y mujer consiste en ser personas
valiosas, libres, únicas, irrepetibles, seres especiales con características
especiales, con un promedio de inteligencia, merecedoras de respeto para
elegir, para tener relaciones interpersonales más sanas, con deberes y
derechos, con capacidades inexorables para levantarse, tomando buenas
decisiones, logrando alcanzar metas que humanizan y afirman su modo de ser y
estar en el mundo. Ambos con la tarea y la responsabilidad de ser proactivos y
productivos con perspectivas peculiares en el desarrollo eficaz de la vida, no
teniendo en cuenta la distinción, pero sí la arraigada y profunda diversidad
que los complementa y les permite dar un sentido respectivamente humano al
mundo desde la labor conjunta y en gran medida de comunión y del trabajo en
equipo (vv. 6). Romper la unión autentica de amor (vv. 7-9) es destruir el principio y el final de la vida. Es en la unidad, en la comunión en el trabajo de equipo en la relación de un hombre y de una mujer donde es posible dignificar y comprometerme con el otro, fortaleciendo la mutua fidelidad, superando la dureza del corazón, constituyendo así, una nueva familia para sí y para la humanidad que es familia de Dios.
¿Por qué hablar de semejanza en el varón y la mujer? La razón es sencilla,
somos seres homólogos. Por algún tiempo de la historia en el mundo de la
ciencia se pensó que hombre y mujer tenían los mismos órganos, salvo los
relacionados con la reproducción. Sin embargo, con las nuevas investigaciones
se halló que los patrones corporales son diferentes. No por ello, podemos
desconocer esta realidad de semejanza cuando hombre y mujer presentan
caracteres comunes que los vinculan y los diferencian de otros seres vivos,
como los animales, el mundo vegetal y cósmico. Juntos han sido creados a imagen
y semejanza de Dios (cf. Gen 1,27) con la tarea de producir y dominar la tierra
con responsabilidad e igualdad de cargas.
Hombre y mujer son dos modos de ser persona. Son el modo humano de vivir el ser personal. Son semejantes en su identidad sexual
con inclinaciones innatas y particulares según sus dotes naturales, biológicas.
Hombre y mujer son seres sexuados, provienen de un padre y de una madre, tienen
una personalidad definida y marcada por el sexo masculino y femenino desde el
periodo de gestación en el vientre materno. Hombres y mujeres en su estructura
corporal poseen células y órganos sexuales, músculos, sistema óseo, digestivo y
cerebral, pero guiadas por las hormonas sexuales generadas en el organismo en
formación. Pero, el plano de lo
físico y de lo biológico no es sólo lo que hace del hombre y la mujer seres
semejantes, también en el campo de lo psicológico y espiritual descubrimos que
hay semejanza cuando saben expresar o bloquear sus emociones, sentimientos,
pensamientos, formas de razonar y de relacionarse; sienten dolor, sufrimiento;
se vinculan usando diferentes formas de comunicación, valoración y de expresión
para amar. Tienen sus preferencias, gustos y formas de aprender y desaprender
para crecer y mejorar en su calidad de vida. El varón como la mujer tiene la
capacidad de proyectar y relacionarse basados en toma de decisiones, sueños y
metas que quieran lograr. Están equipados para entrar en relación con el otro
para encontrarse y humanizarse, como condición básica para hacer posible el
principio de dar y recibir para aprender a convivir (vv. 5)- (Cf. Gn 2,24). Todo de acuerdo a la
conciencia de pertenecer a un determinado sexo, como varón o como mujer.
En el grado de la
sociabilidad hombre y mujer tienen la capacidad de hacer amigos, de provocar
relaciones afectivas y de identificarse de acuerdo a sus tareas académicas,
deportivas y recreativas, referidos a sus funciones y roles. Por tanto, la
mujer es una maravilla desde el mundo de mujer y no comprendida de otra manera.
El hombre es un ser maravilloso comprendido, como hombre y no estereotipado de
otra manera. Como seres sexuados el varón y la mujer nunca podrán dejar de ser
lo que son en ningún momento de su existencia. Esto los diferencia de cualquier
otra realidad de seres vivos o pretensión o estilos de vida que involucra otros
tipos de relación y “sociedad”.
Sin duda no deja de
sorprender como el hombre y la mujer a pesar de ser iguales en su dignidad y
semejantes por su condición humana, también son distintos en su forma de
concebir la vida para desarrollarla, sabiéndola disfrutar a su modo, usándola a
su favor. Masculinidad y
feminidad son la forma como la naturaleza doto a la humanidad para comunicarse,
interactuar, desde los contextos diversos y complejos de la realidad. Por eso,
es maravilloso y asombroso descubrir cómo un hombre y una mujer teniendo una
misma situación y circunstancia que los enfoca en los procesos de la
existencia, su manera de reaccionar, pensar, actuar y aprender académicamente
es distinta. Pueden tener las mismas metas, objetivos, sueños, pero las formas
de llegar y dilucidar problemas, los lenguajes para usar y responder, las
estrategias a practicar, los caminos a utilizar, los métodos a desarrollar son
totalmente diferentes: hombre y mujer parecen proceder de galaxias distintas. De esta manera, la herramienta para
humanizar y educar a la humanidad parte en la medida que los sexos se aprendan
a respetar en su distinción, algo que parece que le cuesta comprender a los discípulos de Jesús, quienes protestan por su enseñanza (vv. 10), ya que rompe con las etiquetas y moldes culturales que ponían en desventaja a la mujer frente al varón. Los cambios de la vida desde la óptica del evangelio no sólo piden renovar la mente, también los esquemas culturales, pues aunque provengan de una misma fábrica, hombre y mujer son
diferentes en algunos aspectos y actividades, sin que esto determine una
superioridad o inferioridad en su inteligencia o modo de actuar y comportarse.
La Alteridad de los sexos permite que las expectativas de cada uno se
conviertan en una variable relevante que los complementa, venciendo toda
discriminación, subvaloración o construcción de lo que no es él o ella. Tomar
en serio estos fundamentos básicos superará tantas rivalidades, malentendidos y
resistencias conflictivas que han traído como consecuencia, frustración,
mutación y violencia entre los sexos.
2. En el carisma del Celibato (vv. 10-12): La opción por el celibato, como carisma y vocación no altera el regalo maravilloso de la alteridad sexual, por el contrario la afirma en la condición y afirmación de ser hombre y no de otra manera o de ser mujer y no de otra manera. Con la imagen de los Eunucos (vv. 11) se muestra como el amor es un estilo de vida, sin interesar la opción de vida que se tome como hombre o como mujer. Relación de pareja y celibato no son estados que deban aislar o alejar de la realidad humana, más bien son el camino para encontrar sentido y realización a nuestra vida, son una manera de servicio y de desbordamiento de amor hacia los demás. ¿Quién puede entenderlo? (vv. 12) Entender (Koréo) significa dar espacio, es decir sólo aquel que actúa con libertad interior para responder libremente por amor con la exigencia del compromiso en las relaciones humanas puede llegar a dar el espacio a amar con o sin la mediación de un compañero siendo felices.
3. En resumen, varón y mujer son seres y
“genios” humanos diferentes en todo su sentido neurológico, ético, espiritual,
educativo, emocional, sexual y en la forma de comportamiento, permitiendo que
estas diferencias conocidas previamente en la relaciones familiares y sociales
se actúe adecuadamente logrando la complementariedad y el buen desarrollo
personal. Más allá de las diferencias de la paternidad y la maternidad existe
un cerebro de varón y un cerebro de mujer que determina dos modos de habitar y
pensar en el mundo. Dos tipos de cerebro humano, con estrategias y
comportamientos diferentes para resolver problemas y procesar información al
elaborar respuestas en los diversos espacios, escenarios y ambientes donde se
hacen presente para desarrollar sus cualidades y roles particulares,
contribuyendo a una sociedad más justa y plena. Conocer estos aspectos básicos
ayudará que la complementación y dimensión espiritual sea más agradable,
enriquecedora y posible al momento de conocer y entregarse al sexo opuesto,
evitando frustraciones, conflictos y agresiones que alejan y desvirtúan la
esencia y la vocación del hombre y de la mujer.
[1]Al
cristianismo debemos tal reconocimiento. Según el Génesis (Gn 1,27), Dios creó
al hombre y la mujer a su imagen y semejanza; “hombre
y mujer los creó”. Y a ambos conjuntamente les
planteó la tarea de generar descendencia, someter y dominar la tierra. Les
impuso una igualdad de cargas y responsabilidades (Gn 1,28). Tomado de CALVO,
Charro María. La ideología de
género en la escuela. El respeto a la feminidad y masculinidad: fórmula para el
éxito académico y personal. Artículo tomado de la revista Transatlántica de la
educación: sexo, género y educación. Editorial Santillana. España Agosto 2009.
Pág. 130
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