ABRIR Y CERRAR PUERTAS ES CUESTIÓN DE DECISIÓN Lc 13, 22-30

ABRIR Y CERRAR PUERTAS ES CUESTIÓN DE DECISIÓN
Lc 13, 22-30

Luis Fernando Castro Parra
Teólogo
Si miramos a nuestro alrededor, en el lugar donde nos encontremos vamos a captar que hay un elemento común, muy particular, pero también diciente para nuestra vida: LA PUERTA. Una plancha de madera, metal, hierro o de otro material que se coloca de forma que pueda abrirse o cerrarse, tapando incluso agujeros o aberturas, sirviendo para entrar y salir de algún lugar. Éstas en algún lugar son anchas en otras son estrechas. Las puertas tienen el sentido de la oportunidad, pueden conducir a una situación de ventaja, de alcanzar algo diferente, abrirse para descubrir nuevos espacios de vida que crean mejores ambientes. La puerta se puede cerrar o se puede abrir a nuevos horizontes. Con la puerta se logra encerrar a alguien impidiendo el desarrollo de su vida y de su libertad, o por el contrario con la puerta se abre la posibilidad a un nuevo acceso para la vida y para respirar nuevos aires que permiten establecer nuevos objetivos. De manera, que la puerta es la oportunidad para caminar y para liberar capaz de vencer esclavitudes y dar posibilidades a nuevas estrategias que seguramente traerán beneficios para todos. Veamos qué nos dice el texto del Evangelio de Lucas al respecto: 

1. Pasar por la puerta estrecha (vv. 22-24): Es sorprendente cómo para alcanzar grandes objetivos en nuestra vida se requiere pasar por la puerta estrecha, superando las crisis y las tentanciones de poder, manipulación, chantaje, corrupción. Es decir, superando los obstáculos, distinguiendo lo prioritario o más importante de lo secundario, trabajando con empeño, dedicación, búsqueda, oportunidad. Pasar por la puerta estrecha es indispensable para crecer, avanzar hacia ambientes más favorables que nos ayuden a superar momentos difíciles. De esto es lo que nos enseña la persona de Jesús, a la pregunta especulativa e irónica de uno sobre el número de los que se salvan (vv. 23). La respuesta tiene un carácter de esfuerzo intenso, de poner todas nuestras fuerzas en función de alcanzar metas que nos beneficien a todos: Es Luchar...(vv. 24), reconociendo los errores o las fallas que nos han impedido avanzar; es perdonar como un regalo extremo que libera; es renovar constantemente el servicio revisando los procesos; es prepararse como posibilidad de estar listo para cuando toquen la puerta y descubrir nuevas oportunidades que potencien la vida espiritual, familiar y social; es estudiar para aprender nuevas herramientas que le den calidad al proceso de la vida; es  desarrollar el arte de perseverar para no abandonar. Esto son algunas puertas estrechas que podemos pasar y mantener abiertas. Tal vez nos puede costar o parecer que no es fácil el camino, sin embargo pretender alcanzar nuestros sueños o metas exige compromisos concretos que elimina la pusilanimidad y abre el carácter de lucha (vv. 24b). En efecto, son oportunidades que podemos aprovechar para ser más generosos, productivos en lo que hacemos y vivimos. Son acciones concretas que abren puertas que nos ponen en la sintonía de un Dios que salva y que nos toma muy en serio para que actuemos con responsabilidad, como personas libres y felices, capaces de optar por lo que es más importante.

2. Abrir las puertas (vv. 25-27): Podemos preguntarnos ¿cuántas veces se nos han abierto puertas, oportunidades y no hemos estado preparados para asumirlas con responsabilidad y compromiso porque nos anclamos en ideas, miedos, excusas, apegos y creencias que nos encierran en sí mismos? Cabe recordar que cuando se abren puertas y no se está listo, ésta será de alguien más. No importa si llevamos varios años en una comunidad o en una empresa laborando y desarrollando actividades, si no se ha comprendido cuál es la posición y la misión de nuestra vida, las puertas se abrirán y, por no estar preparado las oportunidades pasarán y serán aprovechadas por otros. Las oportunidades son como los cometas, aparecen una vez cada muchos años, por lo tanto debemos valorar el tiempo para no seguir aplazando compromisos que a la postre nos afectará porque asumiremos cada uno las consecuencias. Es importante tener una actitud de vigilancia, de estar preparados, atentos, dispuestos como nos lo describe esta parábola, para aprovechar con eficacia las oportunidades que nos regala la vida. Oportunidades para enseñar y escuchar, para aportar y servir a los demás con libertad y gozo, evitando quedar en el dolor o en el lamento de no estar en la sintonia del proyecto maravilloso de Dios (cf. vv. 26-27). Allá donde miramos siempre hay una oportunidad, una puerta que quiere abrirse, que se manifiesta latente, esperando se pueda ver para decidir abrirla y aprovecharla, logrando algo bueno que haga más digna y favorable nuestra existencia.

3. Abrir y cerrar puertas es cuestión de decisión (vv. 28-30): Dios respeta y confirma la decisión de cada uno, como persona libre y feliz. La decisión de entrar por la puerta estrecha o de abrir nuevas puertas también nos involucra a nosotros, no es una cuestión solamente de Dios. De nosotros depende quedarnos rumiando en la amargura, en el dolor o en el sufrimiento, causado por las diferentes situaciones de vida o por el contrario, asumir con generosidad y solidaridad un camino hacia una vida nueva, aprovechando las oportunidades, los talentos, la inteligencia, los carismas de fe y discernimiento, usando de manera adecuada los dones del Espíritu. Puertas abiertas para compartir y desbordar hacia los demás, provocando que nuevas puertas se abran y faciliten herramientas que le hagan cada vez más libres en el amor. Todos tenemos una riqueza que nos impulsa a trascender y a profundizar en nuestras relaciones con las demás personas. Al final cada uno se hace "primero" o "último" según sea su decisión de abrir o cerrar las puertas de la vida y de la esperanza. Cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de hacer que las cosas sucedan o de que se cierre la puerta y no haya progreso ni desarrollo de algo nuevo por el egoísmo o por el miedo. Todo se nos ha sido dado, tenemos un Padre misericordioso que sabe dar lo mejor a sus hijos (Lc 11, 13). De manera que esto es un compromiso para todos, seamos primeros o últimos (vv. 30), si vienen de oriente o de occidente, del norte o del sur (vv. 29). No existe privilegio ni exclusión para Dios, su Amor es para todos. Cada uno, entonces en su decisión podrá auto-excluirse por haber decidido no vivir en la sinfonía con el querer maravilloso de Dios, sin embargo, cuando integramos su proyecto, sus estrategias a nuestra vida y a nuestras decisiones buscando que el mundo pase por la puerta estrecha, nos sorprenderá que todos podemos construir y abrir una mejor calidad de vida donde ganamos y progresamos todos, creando lazos fuertes y saludables que nos impulsan a continuar avanzando hacia lo que es más grande, sentarse en la mesa en el reino de Dios (vv. 29b).
Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- Maestría en Familia

Comentarios

Entradas populares de este blog

SABER ESCUCHAR PARA AMAR Mc 12, 28b-34 Domingo Trigésimo Primero del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

EL ARTE DE VIVIR JUNTOS PARA SIEMPRE Mc 10, 2-16 Domingo Vigésimo Séptimo. Tiempo Ordinario (Ciclo B)

RESCATAR LA VIDA, SIRVIENDO CON GENEROSIDAD Mc 10, 35-45 Domingo Vigésimo Noveno del Tiempo Ordinario (Ciclo B)