LA IMPORTANCIA DE SABER INVERTIR PARA SER FELIZ Lc 12, 13-21

LA IMPORTANCIA DE SABER INVERTIR PARA SER FELIZ
Lc 12, 13-21

El estilo de vida que vamos forjando, a partir de la Palabra de Dios nos invita a saber invertir para ser feliz. Al respecto, el texto del evangelio que hoy meditamos nos insistirá que para ser libres y felices no necesitamos de muchas cosas, sino por el contrario cuanto más un corazón esté libre más posibilidades habrá para ser feliz porque podrá “volar” más fácilmente, logrando hacer una buena administración de sus bienes sin perder la mirada de lo que es fundamental para la felicidad. Veamos qué nos dice el texto:

1.    Impedimentos para invertir (vv. 13-15): Estamos en un auditorio inmenso donde se han reunido muchas personas para escuchar a Jesús (vv. 1). En su exposición sobre los peligros y consecuencias que acechan a los discípulos, Jesús es interrumpido por uno de entre la gente (vv. 13) para que sea mediador en un conflicto familiar. Se trata de un hermano menor que reclama la herencia a su hermano mayor, quien parece la ha acaparado todo. Este personaje da una orden a Jesús: Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo (nos recuerda el tono Marta, hermana de María que pide a Jesús que le diga a María que le ayude). Una orden que conlleva una intención, vivir independientemente, distanciándose de compartir sus bienes con su familia. La respuesta de Jesús parece desconcertante, pero quiere enseñar lo que impide saber invertir en la felicidad: 

a.    Jesús se niega a intervenir en el problema (vv.14). No es su interés ni es tampoco lo más importante. Jesús no es juez de casos o realidades aisladas. La petición de aquel personaje está en el nivel del tener, acumular, acaparar, el llenarse de cosas, depender de aplausos y reconocimientos, ganas de poseer, conseguir, coleccionar, almacenar, es decir el codiciar
b. Acumular los dones de Dios no es lo que nos hace felices. Tener metas, sueños, proyectos pensando solo en lograr ser exitoso provocará que la cosecha en realidad sea un fracaso porque su fuerza de vida estará enfocada en el egoísmo que ignora lo que realmente es importante. Detrás de esto es posible que tengamos un “vacío” que queremos llenar: éstas no le garantizan la vida (vv.15b).
c.    Proyectar con criterios errados (vv. 17b): El rico solo está pensando en él. Habla como un propietario único y absoluto. No tiene en cuenta a nadie (habla sólo de mí o de mis). Rico no es el que tiene o posee mucho, sino aquel que necesita poco para vivir.
d.    Proceder aisladamente (vv. 19b). Los verbos que usa este rico nos enuncia su proceder: demoler, construir, reunir, darse una nueva vida. Es decir, actuar sólo, aislado, como quien quiere gozar de la vida y del disfrute de sus bienes, de sus dones, como recompensa de sus esfuerzos, considerándose seguro el resto de su vida.
e.    Construir “castillos de naipe” (vv. 20): Construir, edificar no es malo, pero si en los sueños no está Dios se corre el riesgo de que todo se vaya al piso, como un “castillo de naipes porque se descuida lo que es esencial, la bondad, la sensibilidad, la comunidad”. Por más que se quiere poseer, acumular los bienes hay algo que no es posible someter y es la vida, pues está proviene de Dios y a él vuelve.

2.    Responsables con la herencia de Dios (vv. 16-21): Jesús narra una parábola en el que un hombre quiere nadar en la abundancia. Su vida gira entorno a su “Yo”, dando  posibilidad a que su vida crezca en arena movediza, es decir construyendo una vida en dirección contraria a sus mismos propósitos: se va a hundir. Cuando se acumula y no se sabe sembrar en realidad se es irresponsable con la vida propia y con la de los demás. Ser responsables de las riquezas, de las herencias que el buen Dios nos da es actuar con sabiduría en el mundo, compartiendo los dones, los conocimientos, la vida con los otros con generosidad, beneficiando y bendiciendo sus vidas, eso es lo que nos hará felices. Perder de vista a los otros contradice el proyecto de fraternidad y solidaridad. Progresar en los asuntos de Dios nos hará felices porque no sólo miraremos a quien nos llena de su abundancia, felicidad y plenitud, Dios, sino que podremos crecer sirviendo a los hermanos, de manera inagotable con los bienes que nos provee el Buen Señor.

3.    Invertir para ser feliz: Jesús aborda el problema desde un nuevo nivel, desde un principio de vida: Guárdese de toda codicia (vv. 15).La felicidad no depende de lo que tenemos sino de lo que somos y de lo que podemos aportar, compartir de las riquezas que el buen Dios nos ha heredado. El Señor nos ha dado lo mejor: su vida, el cielo, la salvación, la misericordia, su Palabra, nos ha dado a su Hijo, al Espíritu Santo, no has dado, carismas, hermanos de comunidad. Estas riquezas están conforme a la voluntad de Dios, son las que nos harán felices cuando invertimos tiempo, momentos, vida, esfuerzo para compartir. Compartiendo venceremos la codicia.

4.    Conclusiones

•    Estamos llamados a ser felices construyendo la vida con otros, venciendo la mentalidad consumista y abriéndonos al proyecto de vida de Dios que no se agota porque siempre habrá algo más que el límite de lo material.
•    Poner la mirada en las riquezas de Dios facilitará una vida de calidad para nosotros y para los hermanos.
•    Invertir en la felicidad es dar la posibilidad que el corazón sea profundamente libre, logrando mayores alcances que asegura una vida de verdaderas bendiciones.
•    Enriquecerse en orden a Dios (vv.21) es actuar con sabiduría sabiendo recibir la herencia de Dios para darla a los demás, provocando comunión eterna con Dios y con los hermanos.
La mejor administración Es saberse vaciar para compartir.
La mayor riqueza que podemos tener es el hermano.

Luis Fernando Castro Parra. Teólogo- 
Magister en Familia. Feliz Domingo.

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