RESOLVER PROBLEMAS CON INTELIGENCIA Mt 5, 17-37

RESOLVER PROBLEMAS CON INTELIGENCIA
Mt 5, 17-37
Luis Fernando Castro P.
Teólogo PUJ
Cuando se indaga lo suficiente en las distintas relaciones familiares y sociales, es posible encontrarse con una realidad muy común: todos tienen problemas, ya sean de comunicación, de relación, de actitudes y comportamientos, algunos más grandes que otros. Esto hace notar que los problemas o dificultades cotidianas no son el problema. El verdadero problema consiste en no saber solucionarlos a tiempo, tomando las mejores y adecuadas decisiones (Mt 5, 17-20). Un problema comienza como una semilla, pequeño, pero muchas veces las soluciones se buscan por reacción, no tanto por prevención, ocasionando que los pequeños problemas se conviertan en grandes problemas. A la luz de la Palabra de Dios Jesús enseña a sus discípulos tres situaciones cotidianas en el que la solución y los efectos del problema depende de las decisiones que cada uno tomemos. Veamos:

1. Comprender a la otra persona (vv. 21-26): La llave que abre el mundo de la sabiduría comienza en el momento en que aprendemos a comprender a la otra persona. Comprender significa ir más allá de la comodidad y del egoísmo, esto es salir de nosotros mismos para empezar a ver la realidad como los otros la ven. En este proceso algunas relaciones de amistad, de familia, de labores cotidianas  pueden por sus diferencias crear conflictos, rivalidades, enojos que al no ser solucionados a tiempo y adecuadamente traen como consecuencia distanciamientos, bloqueos en el avance y el progreso de la relación. Muchas veces se sabe el punto de partida del problema, pero poco se sabe cómo se termina. Y, entre más tiempo pase, más posibilidad habrá de que la relación se deteriore y la responsabilidad sea mayor. Jesús enseña que antes de matar a una persona, con quien fraterniza o has compartido de manera cercana es necesario buscar la reconciliación (vv. 24) o ponerse a buenas con quien le afectó (vv. 5, 25). La causa de muchos problemas familiares, sociales o de relaciones de amistad no están en los otros, se encuentra en el corazón de cada uno al descubrir que los otros son distintos y no llegan a cumplir o a desarrollar nuestras expectativas, generando insultos, maltratos, violencia física y psicológica que destruye y, que en consecuencia es difícil restaurar. Comprender a la otra persona es  una prioridad, es una decisión inteligente para canalizar, odios, rabias, enojos, desprecios, simples cóleras que en muchas ocasiones son provocadas porque las personas no se comportan, no actúan, no piensan como nosotros queremos que lo hagan. Comprender beneficia las relaciones y, en cuanto más rápido se logre, mejor. Para lograrlo ofrece el perdón, la reconciliación que libera personas, que quita cargas pesadas y dolorosas, que recupera la paz (vv. 5, 9), la comunión, la fraternidad, abriendo la posibilidad a generar ambientes más saludables, agradables y constructivos.

2. Manejar adecuadamente deseos del corazón (vv. 27-32): Mucho de lo que dicen nuestros ojos es lo que existe en el corazón. Algunos han afirmado que los ojos no miente, son el reflejo de nuestro corazón. La mirada está íntimamente relacionada con lo que existe y se mueve en nuestro interior. En un ámbito social donde la mujer era mal vista porque supuestamente incitaba a tentaciones y malos pensamientos al varón, el Maestro enseña que el problema no está en la mujer, sino en la mirada maliciosa del varón, es decir en el corazón del hombre (vv. 5, 28). Si los deseos del corazón controlan y dominan la mirada y las acciones, los efectos en las relaciones humanas y en especial con la pareja serán dañinos porque se caerá en infidelidades, en adulterio, en abandonos de hogar, en rompimiento de amistades y de relaciones laborales, en buscar satisfacer deseos que causan que el otro se sienta un objeto fácil de manipular o de chantajear. Manejar adecuadamente los deseos del corazón es necesario porque permitirá tratar y mirar a los demás con valor, con dignidad, con respeto y con responsabilidad, ayudando, apoyando sin ningún otro interés que el servicio. Cortar a tiempo los malos deseos (vv. 29-30), evitará que los problemas se agranden y las relaciones se deterioren, dando lugar a generar valores de vida, de progreso, de restauración y de crecimiento en las relaciones con la familia, con los amigos, con los compañeros de trabajo. Solucionar a tiempo y con inteligencia elimina las amenazas a sus decisiones.

3. Cuidar lo que se dice (vv. 33-37): En un tiempo el valor de la palabra marcaba la diferencia porque era comparada a un contrato o a un acta notarial. Tenía tanta credibilidad que definía la identidad. Jesús enseña que la palabra del discípulo debe ser siempre verdadera, sin apariencias, sin dobleces, sin intereses ocultos y, por tanto no necesita jurar por nada (vv. 34), más aún que su "si" o su "no" no necesite ni esté expuesto a pruebas (vv. 37). Sin embargo, hoy la causa de muchos problemas en distintas relaciones humanas es el manejo inadecuado de las palabras, de las promesas que usamos provocando que se pierda la credibilidad, la confianza, la autoridad. No cumplir con la palabra dada es un acto de violencia, de agresión, de burla que afecta los procesos, los distintos ambientes humanos, generando relaciones inestables, distanciadas, cargadas de desconfianza que a la postre impiden perseverar, crecer, avanzar, progresar en el camino hacia las metas y al compromiso por desarrollar y alcanzar nuevas cumbres. Cuidar las palabras, usando un lenguaje claro, sin ambigüedades o apariencias no solo definirá nuestra identidad, sino que dará seguridad, confianza en todas las personas que nos rodean. Hacernos responsables de las palabras que decimos ayudará a resolver problemas pequeños con inteligencia evitando que lleguen a ser incontrolables. De esta manera, tomando las mejores decisiones en las relaciones que construimos, manejando adecuadamente los deseos del corazón y cuidando las palabras que usamos podremos resolver muchos problemas pequeños, evitando que crezcan y que impidan que las acciones que desarrollamos no sean las más adecuadas. Los efectos de los problemas son el resultado de las decisiones.
Luis Fernando Castro Parra
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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