VIVIR Y SERVIR SIN MÁSCARAS Lc 11, 37-41
VIVIR Y SERVIR SIN MÁSCARAS
Lc 11, 37-41
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Luis Fernando Castro Parra Teólogo |
Todos hemos nacido con habilidades, capacidades, recursos, carismas, talentos, con un gran potencial en nuestro interior para reconocer y desarrollar con libertad, sirviendo sin límites: Todo esto ha sido dado para que lo pongamos con responsabilidad en el mejoramiento y construcción continua de nuestra vida familiar y social. Sin embargo, muchas veces hemos preferido usar unas máscaras que simulan y aparentan lo que verdaderamente somos, adoptando ciertas actitudes que fingen, como un personaje de teatro, de acuerdo a lo que sentimos, tenemos y hacemos, sin poderlo en muchas ocasiones controlarlo, excluyendo a Dios y a lo que somos verdaderamente como personas, trayendo en consecuencia resultados poco recomendables para nuestro crecimiento personal e integral. A la luz de la Palabra de Dios Jesús nos enseña a desarrollar un estilo de vida sin máscaras ni fingimientos, reconociendo y sacando lo mejor de nosotros para aportar al crecimiento integral de los demás. Veamos:
1. Actuar sin fingimientos (vv. 37-38): Aparentar con algo que no somos ni tenemos, se le ha denominado, llevar una máscara o también actuar con hipocresía provocando una falsa imagen de lo que somos. En una ocasión un fariseo invitó a Jesús a comer con él y se extrañó porque el Maestro no había observado las prácticas religiosas usadas antes de sentarse a cenar. Muchos cogen una máscara para usar en su quehacer diario cada vez más artificial, buscando que los demás no vean lo que realmente son o vean lo que les está causando en su interior por una situación personal, aumentando el dolor, el miedo, la tristeza y el sufrimiento. Presumir con arrogancia de lo que no somos por creer que nos debilita o nos empequeñece, aparentar que somos ricos por nuestra profesión, cargo laboral o conocimiento es asumir una actitud negativa que nos lleva a actuar con fingimientos, discriminación y exclusión de personas, imponiendo cargas a los demás, inclusive engañando y enredando a los otros en la interpretación de la vida y de su crecimiento integral. Cada máscara que usamos para que los demás vean lo que queremos que vean es dejar ver aquello que no nos gusta de nosotros mismos, de lo que tenemos y de lo que sentimos. Actuar con apariencias es ponerse un escudo, un traje supuestamente limpio y perfecto que impide encontrarnos con la riqueza que tenemos en nuestro interior, dándonos como resultado la frustración por no satisfacer deseos; el fracaso como última palabra; el sentirnos víctimas escondiendo alegrías y sentimientos; la manipulación por la búsqueda de intereses personales; la indiferencia y el enfado para actuar implacablemente en la relación con el otro; la búsqueda de culpables y de reconocimientos; la ambición como muestra de poder y superioridad para impresionar por nuestros alcances y logros. Esto no es recomendable para nuestro progreso integral. Actuar sin fingimientos, sin máscaras es saber que nuestra vida tiene sus alegrías y satisfacciones, pero también los momentos de adversidad que nos puede entristecer o hacer sufrir y, esto no es posible ocultarlo. De todos esos momentos y situaciones aprendemos algo que nos contribuirá para continuar progresando, dándonos herramientas fuertes y sólidas para descubrir de lo que estamos hechos y, así poder avanzar hacia nuestros sueños y metas sin desconocer la realidad del otro, desarrollando con capacidad y dinamismo lo que somos para que los demás también encuentren su riqueza, contribuyendo a transformar realidades, creando ambientes y relaciones más saludables para todos. Apostamos más por la integralidad que por la crítica de la exterioridad.
2. Reconocer con libertad lo que somos. (vv. 39-40): Algunos dicen que "ni raja ni presta el hacha". Mostrarnos en nuestra realidad tal cual somos con nuestras fortalezas y debilidades es atrevernos a dar pasos grandes hacia nuestros sueños y metas. Jesús les dice a los fariseos, que ellos están más preocupados por la práctica religiosa de lo externo que, aunque puede lucir muy bien por su forma y su estructura, llegando a ser muy agradable...purifican por fuera los vasos y los platos, también nos acomoda...están llenos de robos y maldades...evitando aprovechar de la mejor manera lo que se nos ha dado. Esto nos impide crecer y avanzar para relacionarnos y comunicarnos de una manera distinta porque no dejamos hacer y contribuir a otros, pero tampoco nos abrimos a la gracia de desarrollar nuestras capacidades, impidiendo que avancemos y transformemos realidades. Quedarnos sembrados en las circunstancias, apegos y seguridades por miedos, temores o realidades pasadas es actuar con insensatez, cerrándonos a la oportunidad de reconocer con libertad lo que somos y lo que podemos desarrollar con una nueva dinámica, logrando hacer algo más de lo que ya hemos hecho. Superar el temor a equivocarnos, por la famosa expresión del qué dirán; aprender a expresar lo que sentimos y estamos viviendo, hará que nuestras decisiones y acciones, se disciernan y vayan más allá de nuestras situaciones, facilitándonos a actuar con mayor libertad y responsabilidad en la construcción de nuestra vida familiar y social, permitiéndonos sacar y mostrar lo mejor de nosotros para contribuir al crecimiento integral.
3. Dar la mejor de lo que somos (vv. 41): Imaginar lo mejor de nosotros no significa que cada día siempre logremos ser esa persona que queremos alcanzar, sin embargo, dar lo mejor de lo que somos para aportar y ayudar a otros con la ayuda de Dios...den más bien en limosna lo que tienen... nos acercará más a la persona que queremos y podemos ser...y verán que todo será más limpio... aprovechando mejor las oportunidades para crecer y servir, tomando las mejores decisiones y ayudando con generosidad y solidaridad a que otros también progresen en su vida. Tú decides si quieres vivir y servir con una carga de máscaras, aparentando lo que no eres, o por el contrario, asumes un estilo de vida en el dinamismo de la libertad, haciendo el bien con responsabilidad y logrando ser libre y feliz junto a otros.
1. Actuar sin fingimientos (vv. 37-38): Aparentar con algo que no somos ni tenemos, se le ha denominado, llevar una máscara o también actuar con hipocresía provocando una falsa imagen de lo que somos. En una ocasión un fariseo invitó a Jesús a comer con él y se extrañó porque el Maestro no había observado las prácticas religiosas usadas antes de sentarse a cenar. Muchos cogen una máscara para usar en su quehacer diario cada vez más artificial, buscando que los demás no vean lo que realmente son o vean lo que les está causando en su interior por una situación personal, aumentando el dolor, el miedo, la tristeza y el sufrimiento. Presumir con arrogancia de lo que no somos por creer que nos debilita o nos empequeñece, aparentar que somos ricos por nuestra profesión, cargo laboral o conocimiento es asumir una actitud negativa que nos lleva a actuar con fingimientos, discriminación y exclusión de personas, imponiendo cargas a los demás, inclusive engañando y enredando a los otros en la interpretación de la vida y de su crecimiento integral. Cada máscara que usamos para que los demás vean lo que queremos que vean es dejar ver aquello que no nos gusta de nosotros mismos, de lo que tenemos y de lo que sentimos. Actuar con apariencias es ponerse un escudo, un traje supuestamente limpio y perfecto que impide encontrarnos con la riqueza que tenemos en nuestro interior, dándonos como resultado la frustración por no satisfacer deseos; el fracaso como última palabra; el sentirnos víctimas escondiendo alegrías y sentimientos; la manipulación por la búsqueda de intereses personales; la indiferencia y el enfado para actuar implacablemente en la relación con el otro; la búsqueda de culpables y de reconocimientos; la ambición como muestra de poder y superioridad para impresionar por nuestros alcances y logros. Esto no es recomendable para nuestro progreso integral. Actuar sin fingimientos, sin máscaras es saber que nuestra vida tiene sus alegrías y satisfacciones, pero también los momentos de adversidad que nos puede entristecer o hacer sufrir y, esto no es posible ocultarlo. De todos esos momentos y situaciones aprendemos algo que nos contribuirá para continuar progresando, dándonos herramientas fuertes y sólidas para descubrir de lo que estamos hechos y, así poder avanzar hacia nuestros sueños y metas sin desconocer la realidad del otro, desarrollando con capacidad y dinamismo lo que somos para que los demás también encuentren su riqueza, contribuyendo a transformar realidades, creando ambientes y relaciones más saludables para todos. Apostamos más por la integralidad que por la crítica de la exterioridad.
2. Reconocer con libertad lo que somos. (vv. 39-40): Algunos dicen que "ni raja ni presta el hacha". Mostrarnos en nuestra realidad tal cual somos con nuestras fortalezas y debilidades es atrevernos a dar pasos grandes hacia nuestros sueños y metas. Jesús les dice a los fariseos, que ellos están más preocupados por la práctica religiosa de lo externo que, aunque puede lucir muy bien por su forma y su estructura, llegando a ser muy agradable...purifican por fuera los vasos y los platos, también nos acomoda...están llenos de robos y maldades...evitando aprovechar de la mejor manera lo que se nos ha dado. Esto nos impide crecer y avanzar para relacionarnos y comunicarnos de una manera distinta porque no dejamos hacer y contribuir a otros, pero tampoco nos abrimos a la gracia de desarrollar nuestras capacidades, impidiendo que avancemos y transformemos realidades. Quedarnos sembrados en las circunstancias, apegos y seguridades por miedos, temores o realidades pasadas es actuar con insensatez, cerrándonos a la oportunidad de reconocer con libertad lo que somos y lo que podemos desarrollar con una nueva dinámica, logrando hacer algo más de lo que ya hemos hecho. Superar el temor a equivocarnos, por la famosa expresión del qué dirán; aprender a expresar lo que sentimos y estamos viviendo, hará que nuestras decisiones y acciones, se disciernan y vayan más allá de nuestras situaciones, facilitándonos a actuar con mayor libertad y responsabilidad en la construcción de nuestra vida familiar y social, permitiéndonos sacar y mostrar lo mejor de nosotros para contribuir al crecimiento integral.
3. Dar la mejor de lo que somos (vv. 41): Imaginar lo mejor de nosotros no significa que cada día siempre logremos ser esa persona que queremos alcanzar, sin embargo, dar lo mejor de lo que somos para aportar y ayudar a otros con la ayuda de Dios...den más bien en limosna lo que tienen... nos acercará más a la persona que queremos y podemos ser...y verán que todo será más limpio... aprovechando mejor las oportunidades para crecer y servir, tomando las mejores decisiones y ayudando con generosidad y solidaridad a que otros también progresen en su vida. Tú decides si quieres vivir y servir con una carga de máscaras, aparentando lo que no eres, o por el contrario, asumes un estilo de vida en el dinamismo de la libertad, haciendo el bien con responsabilidad y logrando ser libre y feliz junto a otros.
Luis Fernando Castro Parra. Teólogo-Magister en Familia
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