PROGRESAR PARA VIVIR Lc 11, 1-4
PROGRESAR PARA VIVIR
Todo cambio y proceso que realicemos en nuestra vida implica un paso importante para continuar progresando en todos los aspectos de nuestra existencia. Mejorar para dar lo mejor de nosotros a los demás desarrolla la capacidad de progreso. Progresar nos permite crecer en nuestras relaciones personales, familiares y sociales, donde hallamos como meta y clave central una nueva relación con el Padre. Una relación que integra los sentimientos, los pensamientos, las palabras y el desarrollo eficaz de las acciones que conducen a transformar realidades. Además, expande y ayuda a desarrollar nuestros procesos y proyectos, de una manera más constante, contribuyendo a construir en el mejoramiento de la calidad de nuestra vida. A la luz de la Palabra de Dios la propuesta itinerante de Jesús es un verdadero camino de vida en el que progresamos para vivir, dando vida, viendo la realidad y las relaciones de una forma distinta, ordenando y progresando en nuestra existencia, animados por una relación cercana en el actuar misericordioso del Padre. Veamos:
1. Progresar para vivir (vv. 1): Asumir la responsabilidad de nuestro progreso en los distintos aspectos de nuestra vida es importante cuando queremos lograr contribuir en el crecimiento integral de los demás. En el tiempo de Jesús los maestros acostumbraban enseñar a sus discípulos a orar (vv. 1), como una herramienta espiritual en el que transmitían y entregaban el resumen, el espíritu de sus enseñanzas. Un discípulo en cierta ocasión al ver cómo oraba su Maestro y la manera cómo se relacionaba con Dios, pidió que le enseñará a orar...Señor, enseñanos a orar... Aprender a orar es aprender a vivir, a crear nuevas relaciones que nos involucran y nos acercan con la situación de los demás, abriendo nuevos contactos que profundizan y nos ayudan a transformar la sociedad. La relación que tenemos con nuestro Padre nos distingue, va más allá de una intimidad personal, se refleja en la relación con los demás y consigo mismo. Eso califica nuestro progreso de vida y la manera como podamos contribuir en el crecimiento integral de los demás.
2. El camino para Progresar (vv. 2-4): Planificar los pasos adecuados es clave para continuar avanzando en el progreso de nuestra vida, potencializando y distinguiendo nuestras cualidades, carismas y habilidades en favor de avanzar y servir mejor a los demás. Jesús nos enseña un itinerario de vida que nos ayuda a progresar en la relación con el Padre y con los otros, facilitando un camino de progreso, donde las relaciones humanas se transforman y se fortalecen, contribuyendo a tener un mejor estilo de vida en cada lugar donde participamos y pertenecemos.
A. Sintonizar con el Padre: La fuente de la vida y el progreso es el Padre. Él es la meta. Dirigirse a Dios como Padre es reconocer no sólo una confianza, cercanía e intimidad, también la conciencia de ser hijos de Dios que ayudamos a crecer y a progresar en nuestro quehacer diario para llegar a la meta y a la plenitud de nuestra vida, logrando alcanzar un estilo de vida distinto y mejor.
B. Santificar su nombre: La santidad no es una meta de nuestra vida. Es un estilo de vida que desarrollamos de una manera distinta, funcionando y actuando en otro canal, en el que mostramos nuestra conexión y cercanía profunda con el Padre.
C. Venga su Reino: Cuando la relación con el Padre es nuestra prioridad su Reino se impregna en cada página de nuestra vida, facilitando instaurar relaciones de fraternidad, donde todos podemos crecer integralmente, aportando con responsabilidad en la construcción de una sociedad que muestra la meta de la vida y la amistad con toda la humanidad.
D. Danos cada día nuestro pan cotidiano: No se trata sólo de pedir la abundancia material, eso nos traería desigualdad y rivalidad en nuestras relaciones, sino aquello que nos ayuda a dar sentido y realización a nuestro estilo de vida: El pan del amor, de la libertad, de la justicia, el pan de la misericordia.
1. Progresar para vivir (vv. 1): Asumir la responsabilidad de nuestro progreso en los distintos aspectos de nuestra vida es importante cuando queremos lograr contribuir en el crecimiento integral de los demás. En el tiempo de Jesús los maestros acostumbraban enseñar a sus discípulos a orar (vv. 1), como una herramienta espiritual en el que transmitían y entregaban el resumen, el espíritu de sus enseñanzas. Un discípulo en cierta ocasión al ver cómo oraba su Maestro y la manera cómo se relacionaba con Dios, pidió que le enseñará a orar...Señor, enseñanos a orar... Aprender a orar es aprender a vivir, a crear nuevas relaciones que nos involucran y nos acercan con la situación de los demás, abriendo nuevos contactos que profundizan y nos ayudan a transformar la sociedad. La relación que tenemos con nuestro Padre nos distingue, va más allá de una intimidad personal, se refleja en la relación con los demás y consigo mismo. Eso califica nuestro progreso de vida y la manera como podamos contribuir en el crecimiento integral de los demás.
2. El camino para Progresar (vv. 2-4): Planificar los pasos adecuados es clave para continuar avanzando en el progreso de nuestra vida, potencializando y distinguiendo nuestras cualidades, carismas y habilidades en favor de avanzar y servir mejor a los demás. Jesús nos enseña un itinerario de vida que nos ayuda a progresar en la relación con el Padre y con los otros, facilitando un camino de progreso, donde las relaciones humanas se transforman y se fortalecen, contribuyendo a tener un mejor estilo de vida en cada lugar donde participamos y pertenecemos.
A. Sintonizar con el Padre: La fuente de la vida y el progreso es el Padre. Él es la meta. Dirigirse a Dios como Padre es reconocer no sólo una confianza, cercanía e intimidad, también la conciencia de ser hijos de Dios que ayudamos a crecer y a progresar en nuestro quehacer diario para llegar a la meta y a la plenitud de nuestra vida, logrando alcanzar un estilo de vida distinto y mejor.
B. Santificar su nombre: La santidad no es una meta de nuestra vida. Es un estilo de vida que desarrollamos de una manera distinta, funcionando y actuando en otro canal, en el que mostramos nuestra conexión y cercanía profunda con el Padre.
C. Venga su Reino: Cuando la relación con el Padre es nuestra prioridad su Reino se impregna en cada página de nuestra vida, facilitando instaurar relaciones de fraternidad, donde todos podemos crecer integralmente, aportando con responsabilidad en la construcción de una sociedad que muestra la meta de la vida y la amistad con toda la humanidad.
D. Danos cada día nuestro pan cotidiano: No se trata sólo de pedir la abundancia material, eso nos traería desigualdad y rivalidad en nuestras relaciones, sino aquello que nos ayuda a dar sentido y realización a nuestro estilo de vida: El pan del amor, de la libertad, de la justicia, el pan de la misericordia.
E. Recibir el Perdón. Saber recibir el perdón de Dios nos da la autoridad para perdonar a los demás haciendo posible que nuestras relaciones se sanen, se renueven y crezcan, facilitando mejores ambientes y escenarios de vida. Es un perdón compartido que sostiene buenas y profundas relaciones humanas, garantizando una mejor comunicación y calidad de vida, conectada con la relación del Padre.
F. Y no nos dejes caer en tentación…En el camino de progreso no faltarán las pruebas, las tentaciones que provocan desánimo y hasta abandono del proyecto maravilloso de Dios, las metas, los objetivos, los proyectos de vida, sin embargo, tampoco estará ausente la mano del Padre para escuchar, fortalecer, animar y liberar. Es importante atreverse a orar constantemente para continuar en el progreso de un itinerario en el que pertenecemos y nos relacionamos y actuamos de un modo distinto,, generando vida, dando lo mejor de nosotros, sirviendo sin límites.
Luis Fernando Castro Parra. Teólogo-Magíster en Familia
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