PERSEVERANTES EN LA INTERCESIÓN PARA SOSTENER LA MISIÓN Ex 17, 8-13; Lc 18, 1-8
PERSEVERANTES EN LA INTERCESIÓN PARA
SOSTENER LA MISIÓN
Ex 17, 8-13; Lc 18, 1-8
La oración, al igual que la misión siguen siendo para nuestra
actualidad, dos herramientas sorprendentes en el desarrollo y proceso de
nuestra vida, porque nos saca de la zona de confort, de la actitud egoísta, de
los apegos para comenzar a pensar en el bienestar de las demás personas,
construyendo nuevas actitudes y relaciones que nos favorecen a todos, dando
frutos saludables. Es asombroso ver cómo la oración de intercesión nos pone
cara a cara con el Dueño y Señor de la vida para pedir por las aspiraciones, el
crecimiento y el progreso personal, por las necesidades, sueños y proyectos de
los demás, hasta lograr alcanzar la victoria, el triunfo, la realización.
Además, nos impulsa a desarrollar con eficacia nuestra misión, ayudando
constantemente a que los otros en su progreso personal y, en su quehacer
constructivo alcancen sus metas y prioridades, aportándoles lo mejor de
nosotros, logrando que el servicio de la intercesión se convierta en un canal
de vida que nos fortalece para mantener viva y constante la misión, logrando
asumir actitudes que transforman realidades familiares y sociales. A la luz
de la Palabra de Dios se nos enseñan dos estrategias constructivas de vida
para mantenernos perseverantes en el servicio de la intercesión, logrando
sostener vivo y activo el desarrollo de la misión. Veamos:
1. Interceder para vencer (Ex 17, 8-13): Las "batallas" constantes
de la vida se vencen cuando se persevera juntos en la oración de la
intercesión. En una ocasión surgió una batalla entre el pueblo de Israel y los
amalecitas. Y, después de haber establecido los acuerdos y las estrategias a seguir, Moisés y Josué, como líderes, deciden cada uno ubicarse en su campo de batalla (vv. 8-10). Empero, mientras Moisés con sus manos elevadas en lo alto de la montaña,
oraba, Josué en la llanura vencía en la batalla; pero, cuando las bajaba por el
cansancio, esto es, cuando dejaba de orar, los adversarios de Israel, ganaban.
Los compañeros de Moisés (Aarón y Jur), conscientes de la eficacia de la oración, ayudaban a
sostener sus brazos para que no desfalleciera y se mantuviera orando sin
detenerse, hasta obtener, al final de la jornada, el triunfo sobre los
amalecitas. Cuando asumimos con perseverancia y responsabilidad el servicio de
la intercesión, esto es orar por otros, manteniendo las manos levantadas, sin interesar nuestro campo, hacia
quien todo lo hace posible para que otros alcancen sus metas, superen con
paciencia las crisis, logren alcanzar adecuadamente sus proyectos, manejen adecuadamente y con perseverancia los momentos de adversidad, entonces la
misión se mantendrá viva y la comunidad familiar y social vencerá las "batallas". Esto
nos debe bastar para saber que al interceder por los demás, con constancia y
dedicación, por todos los aspectos de nuestra existencia nos ayuda estratégicamente
a no pensar sólo en nuestros propios intereses, problemas, sueños, sufrimientos
y dificultades, sino que nos induce a dar un paso de vida y de crecimiento,
clave para actuar y servir sin límites, logrando ver cómo Dios nos da la
victoria. Pero, además hay momentos en el que necesitamos de otros para mantenernos firmes y perseverantes en la oración y la misión. Moisés y sus compañeros vencieron en lo alto de la Montaña, Josué
venció en la llanura, así que todos ganamos cuando intercedemos unos por otros,
presentando nuestras oraciones al Señor de la vida. De esta manera, considerar
que los grandes proyectos, sueños y metas, hacia los que aspiramos no pueden
hallar su realización, sino afrontando y superando esas innumerables y, al
parecer inexistentes batallas de la vida de la que está tejida nuestra
existencia con la fuerza de la intercesión. Orar por los demás, dejándonos ayudar también por otros para presentar a Dios nuestras peticiones nos pone en una
perspectiva de solidaridad y generosidad en el que los resultados son asombrosos porque
veremos cómo aquellos por quienes hemos intercedido son bendecidos por quien es
la Fuente de la vida.
2. Insistir en la oración para transformar (Lc 18, 1-8): Los mejores
resultados y frutos de nuestra vida se han logrado cuando hemos insistido,
haciendo que los beneficios y las grandes cosas sucedan. Jesús, como buen
formador de sus discípulos quiere inculcarles la necesidad y la importancia de
orar con insistencia, sin desanimarse ni desfallecer. Para ello, recurre a una
parábola donde explica que una mujer viuda con una situación adversa, usa como
recurso la insistencia obstinada (v.3), el importunar (cf. Lc 11, 5-8), la
molestia constante para que un juez indiferente, injusto, que no temía a Dios,
decida hacer justicia (v. 5). Quienes queremos llegar a alcanzar las metas, los
proyectos propuestos, facilitando ambientes y relaciones más saludables, debemos asumir nuevas actitudes, actuando con responsabilidad, perseverando en la oración, venciendo obstáculos, dificultades, sufrimientos, logrando como
resultado hacer posible que las cosas se transformen y sucedan. Insistir en las
acciones y en la oración de intercesión provocará que se logren grandes frutos
de vida, de generosidad, de firmeza, de justicia, que a la postre son señal de
libertad, de desprendimiento y de salvación. De esta manera, perseverar en la
oración de intercesión para sostener el desarrollo de la misión es un servicio
de la fe, que nos da una visión de esperanza en medio de las adversidades y
vicisitudes de nuestra vida; que nos ayuda a mantenernos firmes y pacientes con
los brazos abiertos para no abandonar lo que hemos emprendido y proyectado; que
nos fortalece en la espera, en la paciencia para continuar progresando
integralmente, suscitándonos un camino donde podamos ser más productivos y
constructivos. Por eso, la pregunta de Jesús: Cuando venga el Hijo del
hombre, ¿encontrará la fe sobre la tierra? Esto es, ¿será que nosotros
dejaremos de insistir, de perseverar, de buscar, de esforzarnos, de luchar con
acción y oración de intercesión sin desfallecer, sintiéndonos con nuevos
alientos para que la justicia triunfe y traiga frutos de vida para todos?
Luis Fernando Castro Parra.
Teólogo-Magíster en Familia
Comentarios
Publicar un comentario