LA SABIDURÍA DE UN CORAZÓN UNIFICADO Mt 21, 28-32 Domingo Vigésimo Sexto (Tiempo Ordinario)
LA SABIDURÍA DE UN CORAZÓN UNIFICADO
Mt 21, 28-32
Las decisiones que tomamos no siempre en nuestra experiencia de vida son definitivas. Decimos sí a muchas cosas, pero en el camino no hacemos lo que nos habíamos comprometido, actuando con contradicción. No hacemos el bien que queremos, sino el mal que no habíamos imaginado. Nos hacemos propósitos, pero nos estrellamos porque hacemos lo contrario a lo que afirmamos muchas veces con tanta fuerza y pasión. Parece que del dicho al hecho existe mucho trecho. Decimos no, pero en el camino cambiamos de parecer y lo hacemos. Dicen por ahí, que en el camino se arreglan las cargas, y aunque es peligroso y riesgoso, esto porque puede mostrar ingenuidad y acomodo, si es posible contemplar este dicho cuando se consideran decisiones no definitivas, pues es muy fácil contradecirnos a sí mismos, pues decimos y no hacemos o hacemos cuando en el inicio nos habíamos negado. Es posible arreglar la carga dando un paso hacia adelante con sabiduría cuando en el camino hay que solucionar problemas para continuar progresando en lo que hemos emprendido para ser felices. De esta manera, podemos pensar que las decisiones que hemos tomado de un modo equivocado tienen la oportunidad de ser revertidas dando un nuevo inicio al proyecto de vida y, además aprovechar las distintas situaciones para avanzar y crecer con perseverancia, con un corazón unificado y firme, logrando llegar a las metas que nos hemos propuesto. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús enseña con una parábola, la de dos hermanos, a sus discípulos y a los líderes judíos opuestos al anuncio de Juan Bautista y del Maestro sobre la importancia de escuchar y cumplir la voluntad del Padre logrando hacer verdaderos cambios de vida con la sabiduría de un corazón firme y unificado, el cual significa y se manifiesta en reconocernos como hijos y vivir como verdaderos hermanos. Veamos:
1. Muchas decisiones se toman de lo que hemos escuchado o nos han propuesto para avanzar sin observar detenidamente cuáles serían las consecuencias y los resultados. Jesús narra una parábola: Dos hijos escucharon la propuesta de un papá de ir a trabajar a su viña, sin embargo, en el camino la decisión que habían dicho en el inicio cambio (vv. 28-30). El primero se había negado, respondiendo con una actitud brusca y rebelde: ¡No quiero! Pero, después cambio de parecer y fue a trabajar. Su acción final fue un sí, transformando su manera de ver las cosas. Dentro de él hubo un cambio de ver al papá y entro en un nuevo dinamismo de la vida. No es la viña solamente del padre, es también de él. El segundo hijo había dicho que sí, pero en el camino decidió no ir, todo se quedo en meras palabras, convirtiendo su acción en un no. Este hijo representa a las personas que no quieren quedar mal con los demás, y dicen sí a todo, pero al final tiene otras intenciones. Los dos hijos se contradicen a sí mismos porque han dicho una cosa, pero al final han hecho otra distinta. Lo importante que deja en principio esta parábola en este sentido es no hablar tanto, sino hacer lo que se dice porque lo decisivo no está en prometer y prometer, confesar con las solas palabras, es hacer la voluntad de Dios. Nadie puede dudar de las personas que en nombre de Dios alaban y cantan salmos, pero las cosas no son como siempre parecen porque en ocasiones actuamos con un corazón doble, con dos rostros, con dos máscaras, dos voluntades en guerra. Parece que no hay un hijo que viva la verdadera coherencia entre lo que se dice y se hace.
2. Como personas tenemos las oportunidades para aprender a escuchar y así, tomar las mejores decisiones que nos faciliten ser libres y felices; sin embargo, en muchas ocasiones sin medir las consecuencias y los resultados, movidos más por las emociones o el momento decimos una cosa, pero al tiempo de llevar a cabo en nuestras acciones las tareas y compromisos, éstos no coinciden con lo que habíamos dicho, convirtiendo esto en una mentira o en una sospecha aparente que impide avanzar y realizar verdaderos cambios en nuestra relaciones. Estas actitudes son dramáticas y confunden, lastiman y dañan en muchas ocasiones las relaciones humanas porque se sucumbe en el miedo, en la desconfianza y en el virus del rencor: no todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos...(cf. Mt 7,21). La actitud de los dos hijos del dueño de la viña tienen la misma imagen de un papá que da solamente órdenes, es una imagen de patrón en el que los hermanos sienten que tiene algo que no le pertenecen; sin embargo, el primer hijo transformando su forma de pensar, actuando de otra manera distinta siente que la viña no es sólo del Padre, es también de él y, entonces puede colaborar en la hacienda para dar una cosecha abundante de frutos.
3. Aprender a escuchar para decidir de una manera diferente nos ayuda a aprovechar mejor las situaciones y las oportunidades que se nos presentan en nuestra vida en cualquier campo donde nos desempeñamos o pertenecemos (cf. Ez 18, 25-28), logrando que los resultados sean más favorables para nuestro progreso personal y también para el aporte que podemos hacer para el bienestar de las personas que nos rodean. Es importante que lo que está en nuestra cabeza coincida con nuestras acciones para actuar con credibilidad y confianza, haciendo posible que nuestra vida práctica y cotidiana sea solidaria y generosa con muchas personas. Aprender a escuchar para tomar las mejores decisiones exige actuar de acuerdo a lo que nos hemos comprometido, consiguiendo mejores resultados. De esta manera, tenemos la posibilidad de hacer verdaderos cambios que nos conduzcan a alcanzar mayores cumbres en todos los aspectos de nuestra vida. Es importante tener otra manera de pensar, viviendo los mismos sentimientos de Cristo (cf. Flp. 2,1-11) para que el corazón quede unificado. No se trata de imponer nada porque no es someter como se puede amar mejor. Unificar el corazón es clave para actuar con sabiduría y avanzar.
4. Los cambios son importantes en nuestra experiencia de vida porque encierran nuevos procesos, despierta un nuevo movimiento en nuestro interior y nos permite avanzar con nuevos aprendizajes que nos conducen a ser más efectivos en lo que decimos y hacemos. Jesús comienza, la segunda parte de la parábola preguntando: ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? (vv. 31a). La respuesta es inmediata: El primero. Esto da pie al Maestro para señalar que los publicanos y las rameras son quienes llegan antes que los líderes religiosos a disfrutar del reino de los cielos (vv. 31b). La voluntad del padre no consiste en tener hijos respetuosos, obedientes y sometidos que dicen muchas cosas, pero no hacen. Eso sería tener un pensamiento hipócrita, doble que dicen sí, pero sus intenciones van por otro lado. El sueño del padre es tener una casa habitada no por servidores conocedores de leyes, sino de hijos libres, felices que buscan constantemente crecer y colaborar en la viña para dar frutos con generosidad. Hijos que actuando con una corazón unificado tienen sentido de pertenencia porque quieren transformar en el secreto de la propia casa. Tienen ganas de colaborar y de ser fecundos. No se trata solamente entonces de ser obedientes y de estar simplemente ahí, es importante también dar semillas de vida, frutos de solidaridad que conduzcan a muchas personas hacia el Padre.
5. Algunas personas por su experiencia de vida y por sus acciones parecen que niegan la condición de ser hijos de la vida, hijos de Dios. A estas personas las rechazamos porque creemos que sus comportamientos y decisiones parecen que muestran la actitud del primer hijo que en principio se negó a ir a trabajar a la viña, pero posteriormente, arrepentido decide ir, llevando una vida distinta, renovada, libre y feliz. Estas personas nos pueden estar llevando la delantera en el reino de los cielos (vv. 32) porque deciden no por las palabras bonitas y maravillosas sino por las acciones, y esto es lo más relevante porque permite estar siempre en una posición de cambio favorable (ir delante) que conduce a mayores y mejores acciones que crearán mejores y más saludables relaciones humanas. Son personas que nos se quedan en la esterilidad de la vida, sino en la grandeza de la fecundidad porque se comprometen con las obras que facilitan caminos de vida para sí mismo y para muchas personas. Estos seres humanos rechazados por la sociedad actúan con un corazón unificado, integro porque superan las fachadas, las máscaras. No actúan con apariencias, sino que reconocen sus dificultades y, aprendiendo actuar de forma distinta se dejan conducir por caminos de vida y de verdadera libertad (cf. Salmo 24, 4-9), haciendo más llevadores los distintos tropiezos de la existencia.
6. Por otro lado, están las personas que apropiados del servicio y de la herencia del Padre, la usan de un modo inadecuado, impregnado por el afán del poder, del prestigio, de la riqueza, de la tacañez bloqueando e impidiendo que la experiencia de vida de las personas avance y crezca: dicen pero no hacen (cf. Mt 23, 3). Son las personas que actúan con muchas palabras bonitas y atractivas, con las miles de promesas que gritan y vociferan, pero que en ellos no hay sinceridad ni claridad de corazón. Usan una cara bonita, pero actúan con otros caminos porque su corazón está dividido. Es mejor que digan que no y después vayan afirmando un sí. Las personas que van delante son aquellas que han decidido hacer cambios en su experiencia de vida, no se quedan encasillados en su presunción u orgullo, sino asimismo deciden salir de lo que les acomoda y de sus propias intenciones para mejorar sus actitudes y sus acciones, mejorando su calidad de vida, de una manera integra, unificada. Estás personas sin interesar cuál ha sido su pasado, sorprenden porque gozan y disfrutan de la riqueza de la vida, atraen nuevas personas y amistades, logran hacer verdaderos cambios que benefician su vida personal en todos los aspectos, y por supuesto, consiguen impregnar de amor a los demás, consiguiendo que las cosas que parecían irreversibles ahora sucedan de un modo posible y transformante.
7. Cada cierto tiempo de nuestra experiencia de vida, surge en nosotros la necesidad de hacer cambios que mejoren nuestro estilo de vida, ya en nuestra esfera personal y/o laboral. A veces, algunos de estos cambios son forzosos, mediados por situaciones y circunstancias externas, y en otras ocasiones son planeadas por nosotros. Sin embargo, cual sea la situaciones que nos rodee, lo importante es acoger y creer en lo nuevo, descubriendo que nuestra vida nos impulsa hacia nuevos retos, a alcanzar nuevas cumbres de vida. Jesús en la parábola señaló que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al reino de los cielos, pero también afirmó una acción fundamental en el cambio: creyeron en él (vv. 32b). Por supuesto, que no se aprueba el modo de vida de los publicanos y las rameras, pero sí es posible reconocer su actitud ante la novedad porque al creer en el Maestro, ahora disfrutan de las maravillas del Padre, más allá de su pasado y de los bienes materiales. Es un paso de la sospecha a la confianza. Estas personas son ejemplo de cambio, donde es posible observar que cada uno de nosotros somos los únicos que asumimos las consecuencias de nuestras decisiones. Dios como padre confía en todas las personas, a pesar de las pequeñeces y reparos, siempre nos espera, pera entendemos asimismo que nosotros podemos tener un cambio, no desde imposiciones ni tampoco por miedos, sino caracterizado por el amor y por la libertad para trabajar junto con él en la maduración de la viña que se ha cultivado.
8. Creer en lo nuevo, con un corazón unificado es dar el paso hacia una vida nueva donde lo importante es vivir de un modo libre y feliz, colaborando y facilitando caminos que nos ayuden a todos a crecer y a madurar. No interesa tanto lo que el resto de la gente diga u opine de los deseos de cambiar y mejorar la calidad de vida, sino de caminar hacia lo que es más esencial, teniendo una actitud de un corazón integral. Cuando sentimos ese mover interior que nos impulsa a realizar cambios y que va en dirección a lograr un beneficio personal, también éste repercutirá positivamente en las personas que están en nuestro entorno para que todos podamos avanzar y creer en lo nuevo porque así brotarán frutos de credibilidad y confianza en el que facilitará que las distintas relaciones personales se fortalezcan y estén bien cimentadas (cf. Mt 7, 24-27). Por eso, tomar algunos riegos para disfrutar de las maravillas de la vida, superando la imagen falsa de Dios y de nosotros mismos es saludable porque nos daremos cuenta que sí estamos todos en la posibilidad de colaborar en la casa haciendo mucho bien a muchas personas, superando nuestras propias intenciones y palabrerías. Creer en lo nuevo dando un paso hacia delante es abrir la posibilidad de vivir con confianza plena en Dios y en sí mismo, dando solidez a nuestra vida y a las relaciones con las cuales compartimos y crecemos.
9. En resumen, decidir por creer en lo nuevo, teniendo un corazón unificado depende de cada uno de nosotros: Y vosotros, ni viéndolo, os arrepentisteis después para creer en él (vv. 32), pues algunos aún viendo la capacidad de su vida y de lo que pueden lograr para mejorar prefieren quedarse en su comodidad y en sus meras palabras, obstaculizando el camino personal y también el de otros. Pero, lo importante es dar el paso para creer en lo nuevo, en la voluntad del Padre, actuando con sabiduría e integridad, ocupándonos de empezar hoy sin interesar la condición por la que estamos viviendo o experimentando, un nuevo estilo de vida que contribuya al crecimiento integral, aportando con nuestra experiencia al crecimiento también de otras personas para que juntos con un corazón más abierto a Dios como padre, busquemos con perseverancia ser siempre mejores de lo que ya somos y, así construyamos relaciones de vida que hagan posible mejorar la calidad de nuestra existencia. Una voluntad divina que se traduce en hechos fecundos, caracterizados por la sencillez, el amor y la confianza en Dios, en nosotros mismos y en las demás personas.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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