CAMBIAR LA RELACIÓN Y LA EXPECTATIVA Jn 10, 1-10 Domingo Cuarto (IV) de Pascua

CAMBIAR LA RELACIÓN Y LA EXPECTATIVA
Jn 10, 1-10
Domingo Cuarto (IV) de Pascua 
Luis Fernando Castro
 TEÓLOGO PUJ 

Estamos en una realidad que como personas, no podemos omitir ni desconocer que necesitamos sentirnos acompañados, sentir que no estamos solos, que hay alguien que nos orienta y nos ayuda a abrir la puerta de nuestro interior para mirar un nuevo horizonte, hacia una nueva vida, hacia una nueva oportunidad para poder continuar avanzando, saliendo de nuestros propios encierros o aislamientos que a la postre, éstos solamente producen una carga que nos impiden caminar en nuestros distintos procesos de vida, de una manera más ligera. Todos como personas estamos en la vía de la relación porque somos seres humanos que nos relacionamos, necesitamos de los demás para crecer, para apoyarnos y para continuar siempre hacia adelante. A la Luz de la Palabra de Dios, en Jesús, Señor Resucitado, tenemos el modelo de un verdadero pastor, incansable al cuidado incondicional de todos nosotros por amor para darnos vida; una puerta por la que se accede a encontrar nuevos pastos de libertad y de estrecha relación para tener y desarrollar una vida en plenitud. Veamos: 

1. En distintos contextos de nuestra vida y frente a las diversas situaciones por las que nos enfrentamos, cada vez más parece que cuesta realizar un camino hacia el interior cayendo en actos egoístas que conduce a situaciones de esclavitud y de imposición que obstaculizan el crecimiento integral de las personas. Jesús se dirige a las autoridades religiosas, quienes por su condición y estilo de vida son pastores ciegos (cf. Jn 9, 39-41) que creen conocer todo acerca de la experiencia de Dios, pero la autosuficiencia, el orgullo, la tentación de la soberbia les impide cumplir adecuadamente con su oficio, abusando del pueblo y, en efecto contradicen la imagen y el plan de Dios (cf. Jn 3,18). Las acciones de las autoridades confirman lo dicho por el Maestro: si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís: vemos, vuestro pecado permanece (Jn 9, 41). No están dispuestos a cruzar la puerta, a dar el paso (vv. 6) ni mucho menos a recibir la luz y a descubrir una voz novedosa para escuchar y encontrarse con una nuevo amanecer, con una nueva luz porque buscan su propio beneficio, ejerciendo opresión y violencia:...ese es un ladrón y salteador...(vv. 1). Son personas que no se dejan ayudar ni tampoco guiar porque creen que lo saben todo e impiden conocer algo más de lo que ya saben. Creer en Dios sin cambiar las actitudes y comportamientos no tiene ningún sentido porque estaríamos dando la espalda al proyecto de Dios (cf. Hch 2, 14a. 36-41). Por eso, las autoridades del templo someten al pueblo a su sistema, a su estilo peculiar de vida, provocando un estado de muerte en el que la luz verdadera que ilumina a todo hombre (Jn 1, 9) parece opacarse por falta de apertura y conocimiento: vino a su casa y los suyos no le recibieron (Jn 1, 11). 

2. Quien tiene por criterio la autosuficiencia quiere solamente acceder por la puerta con dominio, generando miedos que encierran la forma de pensar y de actuar de los demás. Sólo escucha su propia voz, cerrando la puerta al amor, a la libertad, a la vida, al verdadero servicio. Cuando Jesús enuncia esta alegoría del Buen Pastor contrapone dos maneras de entrar al rebaño. Algunos entran por la puerta para cuidar el rebaño, pero hay otros que como extraños escala por otro lado con la intención de robarlas o hacer daño a las ovejas. Este es el falso pastor que sin poner la cara con claridad entra a escondidas porque sus intenciones son oscuras, cargadas de egoísmo y deshonestidad.  El que no entra por la puerta (vv. 1), y escala por otro lado, es aquel que a escondidas, valiéndose de su puesto, de su autoridad, de sus privilegios roban la libertad y la vida de las personas que tienen a su cargo o que supuestamente estiman orientación. Actúan con malas intenciones (cf. Jn 3, 20) porque su prioridad son sus intereses personales y, aunque buscan no ser reconocidos se convierten en extraños a los cuales no hay que reconocer ni prestar atención a sus enseñanzas u orientaciones porque su propuesta no trae bienestar integral. No les importa lo que piensen, lo que vivan o experimenten los demás. No proporcionan herramientas, no ponen la cara ni ofrecen caminos adecuados para que las personas avancen y crezcan en su vida, saliendo de lo que les encierra, les amarga o les impide mirar más allá de sus posibilidades y limitaciones. No entregan soluciones porque están sometidos en una normativa que los encrudece y no les deja ver con claridad. Están ciegos, están sin luz interior. Es necesario cambiar la actitud y para esto es importante adherirse al Señor para hacer un cambio interior y al mismo tiempo dar comienzo a disfrutar de una vida en plenitud: convertíos y bautizados en nombre de Jesús (Hch 2,38), pues quien se acerca y acompaña a las personas, al pueblo con una intención distinta a liberar, a proporcionar salidas y soluciones, a cruzar la puerta sólo podrá ser como ladrón y salteador (vv. 1) del amor y de la vida.

3. Quien acompaña no sólo se involucra a través de la seguridad y de la cercanía que proporciona, también está en todos los momentos y situaciones de la vida para acompañar en el paso, en el cruce de la puerta, logrando alcanzar mejores y mayores resultados que sean beneficio para sí mismo, pero también para las demás personas de su entorno. La importancia de un pastor se caracteriza por su relacionalidad, su amor que da vida y por el cuidado, la dedicación (cf. Salmo 23, 1-6), la vida que da a sus ovejas; no tanto por su economía y el provecho que pueda sacarle a la oveja por ser propiedad suya, sino por el crecimiento, la confianza que se gesta entre uno y otro, entre el pastor y la oveja cuando se llegan a conocer y a reconocer por su voz y por el acompañamiento estrecho, frecuente y permanente. Estas acciones se aplican en todas las relaciones de los seres humanos porque buscamos el bienestar del uno del otro, sin dominio, sin gestos de soberbia ni de autosuficiencia, actuando con responsabilidad y libertad (...sacar...), sin sacar ninguna ventaja de su posición o de su liderazgo (cf. Jer 23,1).

4. Acompañar conduce a amar, a abrir el camino hacia la vida, hacia la luz, hacia el crecimiento, a estar junto con el que acompaña en una misma dirección en una sintonía para funcionar como él:...las ovejas conocen la voz del pastor y éste conoce a las ovejas por su nombre (vv. 4). Podemos identificar al verdadero pastor entablando una relación nueva estrecha para seguirle con docilidad, distinguiendo la voz del pastor de otras voces extrañas: no conocen la voz de los extraños (vv. 5). Escuchar la voz del pastor es fundamental para el crecimiento de nuestra vida porque nos permite hacer un cambio de expectativa, identificándonos con quienes nos invitan a salir adelante y practican la bondad y la misericordia, pero a su vez, nos abren la puerta hacia un nuevo acceso de vida que nos conduce hacia algo más grande y superior, dándonos la confianza de responder y de ponernos en camino, acompañados y guiados por su voz (cf. Jn 10, 4), por su Palabra (cf. Jn 1,4) para no extraviarnos, para no sentirnos que estamos solos, sobretodo cuando llegan las situaciones límites y complejas (cf. 1Pe 2, 20b-25), pues no se trata de pensar que las circunstancias inevitables de nuestra existencia están en contra de nosotros, sino todo lo contrario, ante las situaciones que nos escandalizan la actitud serán siempre la confianza, en el Padre, quien hace triunfar su ternura, amabilidad, bondad y su misericordia de una manera generosa y sin ninguna reserva.

5. Es oportuno afirmar que no estamos solos, contamos con alguien que acompaña nuestros procesos, nos impulsa, nos anima para pasar la puerta hacia algo mejor: Andaban extraviados como ovejas, pero ahora volvieron al pastor y guardián de su vida (1Pe 2, 25). Un pastor, un líder es la persona que entra por la puerta para cuidar, para llamar a las ovejas y así, salir juntos en libertad y victoria. La voz del pastor es cercana y familiar. Se distingue de otras voces, las cuales se caracterizan por su seducción, pero impiden avanzar porque estancan, anquilosan los procesos de crecimiento, conduciendo por un camino que lleva a la muerte. Escuchar al buen Pastor es hacer de nuestra existencia un camino auténtico, libre y feliz porque nos permite disfrutar y vivir de un modo pleno y comprometido en el podemos aportar con criterios y fundamentos sostenibles. Por eso, el pastor que asume su responsabilidad de acompañar y de cuidar no deja a sus ovejas atrapadas en el pasado o en sus propias situaciones de vida. Son personas que ofrecen herramientas, orientaciones y salidas (cf. Jn 3,21); instan cruzar la puerta que es grande y abierta (vv. 7) para que el acompañado vaya descubriendo soluciones a sus dificultades, a sus crisis y, así pueda romper los muros, las barreras que están impidiendo progresar; hacen posible que quien esté en oscuridad escuche la voz adecuada (vv. 10, 5b) y respondan con decisión frente a todo aquello que no está de acuerdo con su vida (vv. 9), poniéndose en camino hacia un nuevo amanecer sin ocaso, teniendo un nuevo rostro, un nombre, una dignidad, una vida constructiva y responsable (vv. 9b), donde sus tinieblas y sus muertes (cf. Jn 11, 43-44) ya no son su identidad, logrando así, gozar de los suyos y de una mejor calidad de vida. Este nuevo modo de relacionarse hace de las distintas relaciones espacios, ambientes más saludables y en crecimiento. Personas que a través de su servicio se disponen para que el pueblo, la familia, tenga vida, una vida generosa y sin límites.

6. Quien acompaña supone dedicación, amor, libertad y entrega. Es decir, una vida que se ofrece en abundancia (vv. 10), en generosidad porque se juega el bienestar personal, pero también de las personas que están a su cuidado. Sin embargo, algunos todavía no comprenden o se hacen de la vista gorda para evitar y asumir la responsabilidad de acompañar y de cuidar: ...pero ellos no comprendieron lo que les hablaba (vv. 6). Algunos fariseos que escuchaban la parábola de Jesús no entienden porque sencillamente no reconocen lo que se les está diciendo. Continúan rechazando (cf. Jn 9, 34), la palabra y la luz y, por eso se identifican con el ladrón y el salteador (vv. 1) convirtiéndose en extraños para las "ovejas" que cuidan, a los cuales no hay que reconocer porque en ellos hay cegueras que les impiden entrar por la puerta y actuar de una modo diferente en relación a los demás. Por su parte, la acción de Jesús contrapone a las acciones del ladrón que roba, mata y destruye. Éstas niegan la vida de las personas, pero la obra del Maestro no sólo ofrece un poquito sino da vida en abundancia (vv. 10). Jesús es la puerta, el mediador por donde se tiene acceso a las ovejas, pero a su vez es la dirección por donde es posible pasar hacia espacios más amplios de la vida: Yo soy la puerta: si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto (vv. 9). De esta manera, la acción de entrar y salir por la puerta es un acto de libertad que establece una relación estrecha, pero además permite encontrarnos con una vida nueva para vivirla en plenitud.

7. Todas las personas de alguna u otra manera, en las distintas instancias de su vida están en la capacidad de acompañar de ofrecer una vida en abundancia, una vida impregnada de amor, de libertad, a través de un abrazo, de una voz de aliento, de una palabra de ánimo, o con sólo el hecho de estar ahí para escuchar. Lo que Jesús realiza es la misión por la cual él ha sido enviado: Yo he venido para que tengan vida...(vv.10). Por supuesto, que habrá otros instantes con ciertas características que necesitan del uso del conocimiento y de la realización de un proceso conforme a la experiencia de vida de las personas para acompañarle en la tarea de clarificar sus metas, sin embargo, ofrecer abundancia de vida sin algún interés particular ayudará a que las personas a las que podamos servir desarrollen mejor su vida, sintiendo que el camino es más ligero, propicio para disfrutarlo y para vivirlo con gran generosidad, dando vida con nuestra propia presencia y cono nuestra propia vida. En resumen, Cambiar la relación y la expectativa con Jesús es abrirnos a vivir una experiencia nueva en el que es posible poner al Buen Pastor en el centro de nuestra existencia, sin dejar que otras voces nos aturdan o nos distraigan, arraigados en la confianza de que Dios nos acompaña permanentemente y en todo momento. No nos abandona e incluso nos lleva en sus hombros mostrando su amor incondicional. Descubrir paso a paso y con más alegría la imagen y las características del pastor y de la oveja es aprender a vivir la vida de una manera distinta y, mucho más profunda porque nos ofrece la oportunidad de crecer como personas, siendo mucho más humanos, más amigos, más cercanos a otras personas, creando espacios sanadores que se convierten como en una puerta por donde podemos entrar y salir hacia lugares mucho más amplios, logrando alcanzar hacer cosas mejores que nos identifican con el proceder y la bondad de un Padre que nos ofrece la vida en generosidad y en abundancia.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

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