CONVERSAR PARA CRECER Y AVANZAR Jn 5, 5-42
CONVERSAR PARA CRECER Y AVANZAR
Jn 5, 5-42
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Luis Fernando Castro Parra Teólogo |
El objetivo de algunas conversaciones son las de generar acercamiento, confianza, la de mejorar las relaciones personales, y la de encontrar soluciones a inquietudes que nos ayuden a crecer para avanzar en todos los sentidos y esferas de nuestra vida. Conversar con otros es saludable porque en muchas ocasiones es la oportunidad para aportar, pero también para recibir herramientas que nos instruyen y nos impulsan para emprender nuevas proyecciones donde otros también deciden unirse, facilitando el progreso integral de nuestra vida. A la luz de la Palabra de Dios una mujer samaritana crece y avanza en su experiencia de vida a través de una conversación con la persona de Jesús, logrando que otros también decidan, se unan y crezcan para el bienestar de la comunidad y de la sociedad. Entonces ¿qué razones facilita conversar saludablemente para conseguir que otras personas se unan para acompañar, crecer y avanzar con dinamismo? Veamos:
1. Conversar sin prejuicios (vv. 7-10): Desisntalarse de algunos prejuicios ayuda a que se consiga trabajar de manera compartida con creatividad y con acciones que logren innovar y renovar los procesos de nuestra vida personal, familiar y social. Esto permite que cada uno de nosotros nos veamos y nos conozcamos como somos en realidad y también cómo somos vistos por los demás, lo que tenemos en común y lo que nos diferencia los unos de los otros, lo que nos une y lo que nos puede distanciar al momento de emprender o de desarrollar alguna actividad que nos ayude a mejorar. Jesús se encuentra con una mujer samaritana, cerca a la fuente de Jacob. Lo que pone al descubierto el quiebre de algunas dicotomías: varón y mujer se reconcilian, judío y samaritano que eran enemigos políticos ahora conversan. Ya no hay discriminaciones sociales ni religiosas. Para conversar saludablemente con los demás es necesario evitar estar influenciado por prejuicios, saliéndose de la tendencia de catalogar a las personas, esto hará que todos desde lo que somos podamos avanzar y crecer hacia algo mejor, logrando que las relaciones personales no marquen grandes distancias y, por el contrario, se acerquen dando el permiso a intercambiar ideas, enfoques, percepciones, sueños, proyectos, experiencias, conocimientos, que seguramente nos ayudarán a progresar, a descubrirnos en nuevos contextos de acción que dará la posibilidad a un cambio de vida más dinámico y constructivo. Toda persona tiene un gran potencial y por tanto, nunca se puede despreciar por su condición o su equivocación (vv. 18).
2. Conversar dejándose educar (vv. 11-30): Cuando conversamos conocemos a las personas, logrando no solamente trasmitir nuestros pensamientos e ideas, también acogemos herramientas para desarrollar nuestro proyecto de hacer mejor el proceso de nuestra vida comunitaria, familiar y social. Jesús conoce a la mujer samaritana y sabe que su vida ha sido copada de muchos otros intereses (cinco dioses adorados por samaritanos en el pasado): has tenido cinco maridos y el que ajora tienes no es marido tuyo...(vv. 18). La mujer samaritana se ha equivocado en el pasado y ha optado realizar elecciones que no dan seguridad para construir y contribuir a la vida. Sin embargo, en este encuentro con Jesús, la mujer de Samaria realiza un conocimiento procesual. En cada paso de la conversación va creciendo, va llenándose, va aprendiendo, va corrigiendo, va reparando, hasta lograr dejar sus seguridades, su pasado, sus vacíos (vv. 28) para convertirse en una apóstol de vida (vv. 29). Una sencilla conversación trae como consecuencia trasmitir la importancia de adorar a Dios por parte de Jesús, y por otro lado la mujer atrae a otras personas con su experiencia, su alegría y su pasión (vv 42) para continuar construyendo el proyecto de vida (vv. 30). Una visión que se amplia, que saca de la zona de confort, del esquema, del paradigma aprendido para abrirse a nuevas oportunidades, a nuevas relaciones de vida. Conversar dejándose educar permite que las relaciones empiecen a crecer, superando desavenencias que impiden dar avance a la vida, pero también ayuda a que se comience a ver el mundo de una manera distinta en el que es posible generar nuevos sentidos personales y comunitarios que aportan elementos importantes para los demás, consiguiendo que éstos se unan para ampliar y continuar el proyecto de vida de una manera sorprendente y mejor: vengan y vean (cf Jn 1, 29)
3. Conversar para animar y disfrutar (vv. 31-42): Poner al máximo nuestras capacidades para sacar adelante las tareas encomendadas hace parte de asumir con responsabilidad nuestra vida y las consecuencias de nuestras decisiones y actos desarrollados. Mientras que la mujer samaritana hacia un camino de crecimiento, los discípulos de Jesús llenos de sus prejuicios quieren que su Maestro coma y beba: Rabbí, come...(vv. 32). La visión de los discípulos es muy corta. parece que no conocen cuál es su meta. Sin embargo, la respuesta de Jesús hace ver que la meta no está en el comer y beber, sino que está en el Padre de la vida (vv. 34). Para desarrollar, para emprender proyectos de vida es necesario tener claro las metas. Esto motiva, esto anima y da la fuerza, la pasión para avanzar para crecer hacia lo que se quiere conseguir. De esta manera, el mejor alimento que nutre es ponerle fuerza, dedicación, afán, sed, compromiso a lo que se hace para poder producir fruto en bien de los demás. Conversar para animar y disfrutar de lo que se hace es comprometerse con aquello en lo que ponemos nuestra fuerza, nuestro nombre, nuestra vida, nuestro trabajo para disfrutar de la gran cosecha. Una vez que se asume un reto, esto debe convertirse en una herramienta estratégica que da sentido al desarrollo de toda actividad constructiva que realizamos evitando que nos distraigamos o nos detengamos en minucias que no dejan avanzar y disfrutar de los alcances a los que podemos llegar a hacer para que otros también se contagien y disfruten de lo nuevo. Comprometerse no es una mera actitud es una forma de comprender la vida para vivirla y hacerla vivir en los demás. Conversar con la vida es tener un proyecto claro y definido donde disfrutas por lo que haces, pero también donde los demás disfrutan creciendo y avanzado, convirtiéndose en generadores de alegría, de vida, de esperanza, para todos aquellos que les rodean.
Luis Fernando Castro Parra
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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