DIOS TRINO: ENCUENTRO, RELACIÓN Y AMOR Jn 16, 12-15 Solemnidad de la Santísima Trinidad (Ciclo C)
DIOS TRINO: ENCUENTRO, RELACIÓN Y AMOR
Jn 16, 12-15
Solemnidad de la Santísima Trinidad (Ciclo C)
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Luis Fernando Castro Teólogo PUJ |
En muchas ocasiones de nuestra travesía por este caminar progresivo y sorprendente nos podemos ver estancados, confusos, bloqueados, como que no llegamos a comprender todo lo que nos está sucediendo en nuestra vida y en nuestro entorno. Algunos dicen que es miedo, otros afirman que es cuestión de no saber tomar a tiempo decisiones. En algo pueden tener razón, pero lo importante no es tanto esto, sino el saber qué hacer, cómo dar lo que somos y lo que tenemos cuando todo lo que creemos no todo está dicho y está hecho, pues hay mucho todavía por hacer en el devenir de nuestra historia y de nuestra existencia. Entonces, ajustarnos a una serie de aprendizajes y creencias para reproducirlos de forma mecánica está bien, pero si no hay una preparación y, en consecuencia una participación como si fuéramos un equipo o una familia los resultados que obtendremos serán siempre lo mismo. Por eso, descubrir la misión o el propósito en nuestra vida no significa pasar todo el tiempo haciendo lo mismo. Es interesante que vayamos comprendiendo el paso de nuestra vida para hallar experiencias y herramientas que nos faciliten progresar y actualizar lo que decimos y lo que podemos hacer, arriesgándonos a vivir mucho mejor, puesto que a lo largo de nuestra existencia siempre aparecerán nuevas realidades y nuevos retos para asumir con responsabilidad con el fin, de donar la vida, haciendo un proceso progresivo de maduración integral que nos permite ser más libres y felices. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús hablando con sus discípulos antes de regresar al Padre, presenta al Espíritu de la verdad, el cual tiene la misión de conducir y de ayudar a los discípulos a comprender lo dicho y lo enseñado por el Maestro para que su palabra ilumine su vida y su misión en toda situación y circunstancia, trayendo en consecuencia realización y plenitud. Esta misión del Espíritu con relación a Jesús y a su palabra define la relación profunda entre el Padre, el Hijo y la persona del Espíritu, un Dios Trino desbordado en amor hacia nosotros. Veamos:
1. La capacidad para dar respuesta a las distintas situaciones de nuestra vida es lo que hace posible que una promesa se haga realidad, transformando las palabras en acciones y en hechos concretos que contribuyan a mejorar en todos los sentidos, facilitando crecer y avanzar de un modo integral. Jesús en un ambiente de despedida y antes de pasar al Padre dice a sus discípulos que hay mucho todavía por decir (vv. 12), pero el Espíritu de la verdad será quien tendrá la función didáctica e interpretativa de guiar para que la palabra se conozca y se comprenda vitalmente, llegando en relación a ella hasta la plenitud (vv. 13a). Esto significa que el Espíritu de la verdad nos ayudará para que podamos vivir las enseñanzas de Jesús hasta que sea completa en cada uno de nosotros a fin de que surgiendo en nosotros una nueva vida en cualquier situación (vv. 12b) dejemos ver y transparentar a través de nuestra existencia el amor y la gracia del Padre. De esta manera, comprendemos que la relación del Espíritu con la palabra de Jesús también nos pone en una relación profunda con el Padre, quien es fuente viva de esta palabra, la cual se realizó en Jesús y se va realizando en nosotros con la acción maravillosa del Espíritu. Dios es Trinidad, tres personas un sólo Dios verdadero. Es decir, Dios es siempre comunión de Amor.
2. Estar en relación con el Espíritu nos da la capacidad de entrar en todo lo que implica la relación del Padre y del Hijo, pues el Dios revelado es Trinidad; aunque bíblicamente no esté el término. Por eso, el Espíritu no hablará nada por su cuenta, sino que dirá y explicará lo que ha oído y lo que ha de venir (vv. 13b) para que nosotros no nos quedemos solamente con escuchar la enseñanza del Maestro, sino además estemos en la capacidad de llevarla a la practica cotidiana donde iremos paso a paso caminando hacia la plenitud. Aquí es donde toma sentido el título de Paráclito (el que está al lado, el que ayuda). Entonces, al confesar que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo no sólo estamos abriéndonos a una experiencia de un Dios Trino gracias a la enseñanza, la vida y la obra de Jesús, sino además creamos una relación que nos inspira cada día para aplicar con profundidad en nuestras relaciones con Dios y con muchas personas como Sabiduría de Dios presente en cada uno de nosotros (cf. Prov. 8, 22-31). Una responsabilidad que nos anima para hacer salir de nosotros la mejor versión porque nos forja el carácter, nos permite también esforzarnos por hacer algo más para nuestra vida, nuestra sociedad y en nuestras relaciones personales como imagen visible de la Trinidad de Dios, logrando renovar y continuar el camino hacia adelante, construyendo en medio de tanto escepticismo el amor desbordado de Dios.
3. Muchas veces en los procesos de nuestra vida nos podemos ver estancados, limitados, confusos y bloqueados, como que no llegamos a comprender todo lo que nos está sucediendo ni mucho menos cómo poder avanzar en lo que hacemos. Jesús explica a sus discípulos que el Espíritu de la verdad guiará hacia la verdad completa (vv. 13), pues los discípulos todavía no logran entender las acciones y la palabras del Maestro: Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello (vv. 12). Por eso, necesitan de la ayuda del Espíritu de la verdad. Muchas cosas no se entienden por ahora, pero después lo van a lograr porque para asumir las enseñanzas del Maestro no es posible percibirlas y vivirlas de un día para otro, esto requiere de proceso y de tiempo. El camino de conocimiento y de la verdad nunca acaba, no tiene un límite. Cada vez como seres humanos podemos profundizar algo más que nos conducirá hacia la novedad de nuestra existencia. Sólo caminando en nuestra vida, hacemos historia, pues esta es reveladora. Y muchas de las cosas que se nos han enseñado en algún momento de nuestra vida, logramos comprenderlas cuando ha pasado un cierto tiempo. Quien sabe escuchar la vida y la capta de la mejor manera, alcanza un crecimiento adecuado.
4. Pretender conservar las cosas del Maestro, como si fuera una urna cerrada y bien sellada sin que sus palabras recorran el camino de la historia y de la vida, impediría que el mundo conociese la experiencia enriquecedora de sus palabras y de sus acciones, evitando tener encuentros con otras palabras y con otras historias. La verdad no ha sido puesta para ser un museo o un monumento elaborado para guardar un patrimonio. La verdad está para ser interpretada, de modo pueda profundizar y crecer adecuadamente. No se trata tampoco de hacer cambios en la esencia de la verdad, sino en comprender para avanzar en la verdad. Para esto, dice el Maestro: Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa (vv. 13). La función del Espíritu tiene cuatro aspectos muy interesantes. El primero tiene que ver con la manera que ejerce su labor. El Espíritu es pedagogo, él guía de un modo progresivo, paso a paso. El Espíritu viene y guía. Comprender la verdad no se da a partir solamente de nuestros esfuerzos y de nuestras energías porque no es una aventura del espíritu humano, sino de un camino creciente, guiado por el Espíritu del resucitado, El Espíritu de la verdad, quien nos acompaña para decirnos que nos estamos solos ni abandonados.
5. Como segundo aspecto, el Espíritu esta centrado siempre en la Verdad, la cual comprende la presencia del amor de Dios en nosotros. Esta Verdad contiene otra característica: es la "Verdad completa" donde podemos descubrir la obra perfecta de Dios con la creación y con el pueblo que él ha querido llevar a cabo. La Verdad no es otra cosa que la presencia de Jesús revelando al Padre. No se trata de un concepto o de una formula aprendida. La Verdad es una sabiduría del vivir que nos despliega en el acontecer divino. De esta manera, la acción y el dinamismo sorprendente de Dios manifiesta en la creación, nos conduce a la alabanza agradecida por las innumerables bendiciones recibidas por él (cf. Salmo 8, 4-9) en todas las situaciones de nuestra existencia, dándonos un fuerza transformadora desde nuestro interior que nos sostiene, nos anima y nos conduce hacia la plenitud y realización en todos los aspectos de nuestra vida. El Espíritu de la verdad nos guía y nos encamina sobre el misterio espléndido que es la persona de Jesús: pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir (vv. 13b), y por eso, nunca será un sistema cerrado o anclado en unas ideas no aplicadas en la historia y en la cultura.
6. Es el Espíritu Santo que nos sumerge y no sintoniza con una alta fidelidad (vv. 13b) en el amor del Padre y del Hijo para que no nos desviemos de lo que es esencial, sino por el contrario, podamos hacer presente y actual la enseñanza del Maestro en todo lo que nos suceda. Cuánto más navegamos facilitamos ir descubriendo la enseñanza y la gracia siempre novedosa de Dios Por eso, la clave esta en experimentar la presencia, la relación íntima y la luz del Espíritu en todos los acontecimientos que nos suceden, teniendo una actitud de disponibilidad y apertura para recibir lo que se nos ofrece, dejando que la acción maravillosa del Espíritu que habita en nosotros vaya más allá de lo que pensamos e imaginamos, pues él y solo él nos facilita el camino para llegar a ser mejores de lo que ya somos superando la tribulación, las estructuras limitadas y egoístas de nosotros como seres humanos y los nuevos desafíos que nos surgen a diario con el fin de transformar nuestro presente (cf. Rm 5, 1-5), hasta lograr entrar en el amor y en el gozo en la plenitud de nuestra vida que... se nos ha derramado en nuestro corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (Rm 5,5).
7. Tenemos, entonces, una vida que al saberla interpretar desde el amor de Dios como un auténtico regalo podemos abrirla y disfrutarla al máximo, sacando lo mejor de nosotros, guiados siempre por la maravillosa presencia del Espíritu que escucha y anuncia para que hallando siempre algo nuevo, alcancemos paso a paso la realización personal como aporte también al bienestar de muchas personas, mostrando a un Dios que está en la capacidad de darlo todo sin medida para que todos vivamos libres y felices. El Espíritu Santo como buen oyente no habla nada si no ha escuchado: Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros (vv. 14). Él anuncia lo que escucha, el Espíritu es modelo de escucha de Jesús. Algo que nos enseña a nosotros en un mundo globalizado que ha acortado las distancias; pero que nos ha alejado porque no aprendemos a comunicarnos. Un mundo donde a aumentado la dificultad para escuchar, pues queremos solamente hablar y decir cosas sin escuchar lo que verdaderamente queremos anunciar. Muchas de las cosas que decimos son aprendidas bajo fórmulas que al aplicarlas en nuestro quehacer existencial están lejos de la realidad y de las situaciones de nuestra vida. Esto impide que llegue al corazón para transformar y ayudar a caminar de modo creciente. La clave del aprendizaje verdadero y del camino guiado consiste en aprender a escuchar para anunciar la novedad que transforma y alegra el corazón que quiere crecer y avanzar.
8. Vivir en plenitud nuestra existencia nos facilita no solamente sentirnos amados, sino también con la capacidad de desbordar sin medida el amor hacia muchas personas, construyendo un mundo más humano y fraterno porque todo lo que de Jesús se hace nuestro por el Espíritu Santo. Esta es la gloria de Jesús (vv. 14). Jesús es glorificado porque hace que sus dones circulen por medio del Espíritu. Este es el gozo de un Dios Trino que comparte y pone todo en común para bien de todos los que él mismo ama. Jesús, entonces dice a sus discípulos que el Espíritu, además de conducirnos hacia la verdad completa también le dará gloria porque recibirá lo de él y lo explicará con alta fidelidad al discípulo (vv. 14). Es decir, que el Espíritu proclama la santidad para que los discípulos llenos de la acción y de los tesoros inagotables del Padre por la fuerza y el dinamismo del Espíritu logremos ser testigos y colaboradores al servicio del gran proyecto de la Trinidad Santa: Todo lo que tiene el Padre es mío (vv. 15). Dicho de otra manera, El Espíritu nos lleva de brazos abiertos ante Dios para que estemos en la capacidad constante de entregar y compartir toda nuestra vida a favor de muchas personas, asumiendo con responsabilidad la imagen de Dios Trino, participando así de un lugar propio de la Trinidad, pues somos hijos en el Hijo y herederos de su gloria capaces de dar con confianza el amor que hemos recibido con tanta generosidad. El Espíritu de la verdad lo que oye de Jesús, lo entrega, no se guarda nada par él. Por eso, recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros (vv. 15); es decir, el Espíritu nos facilita mirar mucho más lejos de lo que podemos nosotros imaginar. El Espíritu nos anuncia tierras que aún no vemos o no podemos percibir desde nuestros alcances.
9. Esto nos indica que no interesa cuál sea nuestra decisión y mejor relación con alguna persona de Dios. Cualquiera de las tres personas de la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos invita a hacernos uno en el obrar, como ellos son tres personas, pero uno en el obrar. Tener una relación cercana e intima con una de las personas de la Trinidad no significa menospreciar o anular a las otras dos personas, por el contrario, amar a una de las personas de la Trinidad es amar a las tres personas divinas, un sólo Dios cercano y desbordado de amor hacia nosotros; un Dios inhabitando en nuestros corazones para que formemos una gran familia de amor y de fraternidad que vive de una manera distinta porque supera las diferencias y los distintos obstáculos que suelen surgir en las relaciones humanas para que todos seamos atraídos hacia este mismo amor trinitario. Esto es lo que nos transmite el Espíritu de la verdad con el fin de comprender que donde estemos también participemos de la gloria de Jesús. Es decir, nos dejemos envolver de la fuerza y del amor que es propio de Dios, ajustando todo nuestro proyecto de vida en el Padre para que a través de nosotros se desborde su amor hacia muchas personas, pues fuimos creados para vivir más allá de meras soledades, aislamientos y relaciones fragmentadas. Esto nos debe animar, buscando nuevos resultados, los cuales no funcionan como una receta meramente doctrinal y aprendida, sino como una relación profunda de amor entregado que vive a la altura del amor trinitario y, que nos impulsa a salir de nosotros mismos para llenar de dinamismo nuestra existencia en todas las direcciones.
10. En resumen, sumergirnos en la experiencia de un Dios trinitario que habita de manera inefable y es desbordado en amor sin medida hacia nosotros es comprender que por el Espíritu de la Verdad nuestra vida nos identifica con el rostro del Amor para que participando con dinamismo sirvamos como una gran familia con abundancia, sintiéndonos hijos de Dios, viviendo un estilo de vida distinto, a la manera de la familia de la Trinidad con cambios sorprendentes que nos da la fuerza para mantenernos perseverantes hasta el final, progresando y viviendo activamente las promesas de Dios cumplidas en nosotros por el Amor inagotable y desbordado de Dios que nos invita a ser cada vez más solidarios y fraternos, actuando con generosidad.
11. Así que la relación de la Trinidad nos invita a que todos podamos ser uno, como Jesús y el Padre son Uno (cf Jn 17 21-23). Es importante aprender a creer con la mente, con el corazón y con los brazos, pues esto no es solamente un signo que podemos usar como personas creyentes, sino también comprender que Dios no se ha quedado en la lejanía, él ha decidido desbordarse en Amor hacia nosotros para que brille su amor a través de cada uno y, de esta manera amemos sin medida como él nos ama. En esta misma línea comprendemos que Dios es encuentro, abrazo y reciprocidad; su esencia es comunión de amor; un amor que se entrega y se comunica para que todo sea puesto en común para beneficio de todos. Esta esencia apunta a la riqueza del Espíritu que ha venido y que nos une a las tres personas divinas para que escuchándolo oigamos las palabras de Jesús y del Padre, superando al mundo lacerado por las polarizaciones y divisiones que nos distancia y nos sumerge en el mundo ciego del individualismo. Mirar la Trinidad Santa aprendemos a comprender el sentido del encuentro, de la relación y del amor que no se acaba y que está presente en nuestra historia.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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