FIRMES SOBRE LA ROCA DE UN AMOR IRREMPLAZABLE Mt 16, 13-19 Solemnidad de San Pedro y San Pablo, Apóstoles
FIRMES SOBRE LA ROCA DE UN AMOR IRREMPLAZABLE
Mt 16, 13-19
Solemnidad de San Pedro y San Pablo, Apóstoles
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Luis Fernando Castro Teólogo PUJ |
Nadamos en un inmenso mar de opiniones que brotan de uno de otra persona. Nosotros como seres humanos comemos, respiramos y bebemos constantemente y en todo momento de las diferentes opiniones, pronunciadas por los diferentes medios de comunicación y de la visión que tenga cada persona, esto de acuerdo a su experiencia y a su cercanía con cada situación y realidad de su vida. Una de las acciones de la opinión se centra en opinar sobre los comportamientos y las palabras que pronuncian las demás personas; un acto que para muchos es demasiado fácil porque nos pone al corriente de las personas; sin embargo, muchas veces estas formas de opinión se convierten en comentarios negativos de pasillo o de lo que solamente dicen las noticias y las distintas redes sociales marcada en una reducción de lo que piensa o de lo que me gusta y me disgusta de la persona. Estas formas de opinión son muy frecuentes y cotidianas, se dan sobre todo cuando alguien no piensa ni actúa como quisiéramos que actuara. Pero, en este rol de opinión suele ocurrir que al emitir nuestra propia opinión sobre algo muy importante cuesta un poco más porque sabemos muy bien que al decir o expresar una opinión no sólo nos estamos haciendo cargo de lo que decimos, sino además nos compromete. Esto sucede porque la opinión nos comienza a definir y en algunas ocasiones nos separa de las demás personas, determinando en algunos casos una valiosa; pero a su vez una fuerte diferencia. Algunos en este caso optan, por eso, quedarse callados, cuando realmente queremos decir algo, provocando que sean otros quienes formulen sus propias opiniones y criterios dejando abierta la posibilidad de asumir responsabilidades a partir de las opiniones de otras personas, lo cual nos puede impedir tener bases sólidas para crecer en nuestra existencia. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús en la región de Cesarea de Filipo confronta con dos preguntas a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que soy yo y quién decís vosotros que soy yo? Dos interrogantes que aplican y están en dirección al discernimiento de reconocer la identidad del Maestro, es decir, saber si los discípulos han entendido las acciones de Jesús y si le reconocen como es Él para identificarse con Él. Veamos:
1. Para emitir una opinión es importante estar enterado, empapado del tema. Es de interés conocer, saber de lo que se está pensando y hablando para no caer en el juzgamiento llegando a confundir o en el peor de los casos desviar y divagar de los objetivos y de las metas inicialmente propuestas. Jesús en la región de Cesarea de Filipo expone dos interrogantes sobre su identidad a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre y vosotros quién decís que soy yo? (vv. 13.15). La primera pregunta tiene el interés de conocer la opinión de la gente común. La segunda pregunta tiene que ver con la cercanía y la intimidad de los discípulos con el Maestro. Jesús con sus preguntas no está elaborando un examen ni cuánto saben sobre los discursos que él ha hecho o sobre su actuación curadora en los pueblo de Galilea. Las preguntas tienen el objetivo de conocer al Maestro para adherirse a Él. Por eso, quiere saber qué es lo que están captando de él. Si nos damos cuenta las opiniones de la gente sobre Jesús son diversas, como que no hay claridad de quién es Jesús; aunque muy bonitas, mantiene una distancia entre ellos y el Maestro. De esta manera, es importante saber qué opinan los discípulos, estos que han caminado, que han comido y compartido con el Maestro, que han escuchado sus palabras y han visto de modo cercano sus acciones de misericordia.
2. Si bien es importante aprender a escuchar las opiniones de otras personas, asimismo es interesante no depender de ellas para no caer en la trampa de dejar que otros solamente hagan referencias, pues a la postre nos harían mucho más daño que beneficio porque nos cierran los cerrojos de las oportunidades de la vida y de captar de una manera diferente a las personas. Depender de las opiniones y de las decisiones de otras personas nos impide crecer con bases sólidas y productivas. Opinar no es dominar; pero sí es apartarnos de las ideas de algunos para profundizar y argumentar de manera mucho más clara de los que siguen la misma corriente, asumiendo actitudes y acciones que nos facilitará abrir caminos distintos que seguramente contribuirán a tener una mayor y mejor calidad de vida, mirando más allá de nuestras propias perspectivas, posibilidad y limitaciones... y vosotros quién decís que soy yo? Es la pregunta que nos despierta porque no se dirige a los otros, sino a nosotros mismos. Ya no se trata se un abanico de opiniones, es la pregunta que nos hace vivir, que fortalece nuestra fe. Opinar es imprescindible cuando éstas nos conducen o tienen el interés de aprender para crecer, profundizar para avanzar y construir para fortalecer lazos fraternos que nos ayude a actuar con responsabilidad, abriendo canales de vida que nos beneficia a nosotros y a muchas otras personas en todo aspecto y camino hacia la realización pero dar nuestro propio punto de vista nos compromete, nos identifica para dar pasos hacia adelante, marcando diferencia con el resto de la gente. Y esto tiene una base, un encuentro personal con el Maestro.
3. Hoy, como en tiempos de Jesús se ha dicho mucho de Él. Se han escrito mucho libros y se han hecho innumerables interpretaciones sobre él. Simón Pedro tomando la iniciativa frente a la pregunta de Jesús responde diciendo: Tu eres el Cristo el Hijo de Dios vivo (vv.16). Simón Pedro al igual que el Apóstol Pablo tenían algo en común, la pasión por Jesucristo. Sus personalidades eran distintas: Pedro un pescador de Galilea que camino y compartió con el Maestro, tomando incluso el liderazgo entre sus compañeros; pero quien por su terquedad, testarudez y debilidad lo llevó a negar a Jesús en los momentos cruciales; sin embargo, El Maestro por su misericordia lo llama de nuevo a su proyecto y estilo de vida para estar al frente de los israelitas, donde lo guarda y también lo protege (cf. Hch 12, 1-12), frente a las tribulaciones y persecuciones debido al anuncio del evangelio. Cuando confiamos en Dios encontramos seguridad y protección (cf. Sal 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9). Pedro, será el custodio de la fe, el garante de la institución.
4. Pablo por su parte un hombre intelectual formado en la escuela de Gamaliel, un hombre refinado quien no conoció ni camino con Jesús. Al principio celoso por sus principios de comunidad judía persiguió y combatió a los cristianos que propagaban las palabras y las obras del Maestro. Este Apóstol; sin embargo, también experimentó la misericordia del Resucitado en el camino de Damasco (cf. Hch 9, 1ss) para después hacer de él un apasionado e intrépido apóstol innovador que abrió nuevos horizontes de misión entre los gentiles, formando muchas y nuevas comunidades que por su experiencia de vida y perseverancia continúan siendo bendición para nosotros hoy como un gran legado de vida (cf. 2Tim 4,6-8.17-18) carismática. De esta manera, estamos frente a dos personalidades diferentes, a dos imágenes que muestran una iglesia múltiple, creativa y sólida; son personalidades complementarias, dos estilos de vida con una meta por vivir, ahondar y alcanzar, aprendiendo sin desfallecer, manteniendo viva la identidad y la fidelidad de quien es la Roca, la base sólida por excelencia donde la comunidad crecerá dando testimonio de... Jesús el Cristo, el Hijo de Dios vivo (cf. Mt 16, 16).
5. Simón Pedro al responder a Jesús no sólo estaba afirmando que el Maestro era su vida, su amado, su hermano en quien creía por sus palabras y por sus hechos, también porque reconocía en el Maestro una doble relación: Jesús el Cristo, como plenitud de la vida y Jesús como Hijo de Dios, quien es el amor, el inmenso poder que vence la muerte. Jesús no es otro profeta entre tantos, es la presencia de Dios en el mundo; un amor desarmado que nunca entró en los palacios de los poderosos. Es el Hijo de Dios vivo, la luz presente para que no haya más oscuridad. Por eso, la respuesta de Jesús a Simón Pedro, después de felicitarle por su confesión, la cual proviene del Padre que está en los cielos (vv. 17), le dice: Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia (vv. 18). Pedro había dado un paso más en la relación con Jesús, ahora, el Maestro da algo más en este encuentro con sus discípulos. Estas palabras de Jesús dirigidas a Pedro son muy precisas y concretas. La Iglesia no es de Pedro, es de Jesús, el fundamento irremplazable. Quien edifica la Iglesia no es Pedro, es el Maestro, el Hijo de Dios vivo. Pedro es sencillamente la "Piedra", sobre la cual se asienta la casa que está construyendo Jesús. Esto nos sugiere seguridad y confianza para dar estabilidad y consistencia a nuestra Iglesia evitando caer en reduccionismos y desviaciones que pueden causar grandes ruinas (cf. Mt 7, 27), haciendo de esta "casa" una comunidad muerta, expuesta al Hades (vv.18). El Hades tocará a la puerta de la Iglesia; pero no podrá derrotarla
6. En este sentido, el encuentro con Jesús no sólo nos ayuda a experimentar la novedad, renovando nuestra vida y nuestras comunidades, asimismo nos facilita romper esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrar al Maestro para lograr mostrar caminos nuevos y creativos, cargados de signos y significados que serán aplicables a nuestro lenguaje en el mundo actual. Por eso, ante la maravillosa respuesta de Simón Pedro, Jesús le pone un nuevo nombre, diciendo con esto que ahora se da un nuevo comienzo a una nueva y sorprendente vida. La tarea de Pedro tiene tres funciones concretas: Ser Roca, esto es dar firmeza, solidez a la comunidad. Le entrega las llaves del Reino de los Cielos (vv. 19), no para ser portero del cielo como muchas veces se escucha en la tradición, sino para ser administrador, representante de quien es el dueño de la casa y de la vida. Y, finalmente la tercera tarea es atar y desatar: lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos (vv. 19b) señalando la autoridad delegada para vincular, para unir y para que a través de la enseñanza la comunidad discierna, profundice y crezca en la experiencia y en el encuentro con Jesucristo.
7. Identificarnos con el camino y el estilo de la persona de Jesús, nos abre el cerrojo hacia una vida creciente, con la posibilidad de aportar y construir realidades nuevas, con acciones que conducen a facilitar caminos nuevos, que acojan y vinculen a otras personas para vivir de una manera distinta y mucho mejor, confiados y sostenidos en quien es el la Roca, el fundamento divino que nos sostiene. Abrir o cerrar puertas es una posibilidad de gran responsabilidad porque permite no sólo entrar en un diálogo positivo o negativo, es asimismo crear estructuras de reconciliación dando libertad y gozo, firmes en la Roca de un amor irremplazable. Un amor de Dios que nos compromete para dar respuesta con sentido, abriendo canales de vida en nuestro caminar. Es en los momentos menos fuerte de nuestra vida cuando podemos darnos cuenta de qué estamos hecho, adónde estamos parados y cómo respondemos con valentía, respaldados por la presencia y la acción de un Dios que está siempre con nosotros.
8. En resumen, firmes sobre la Roca de un amor irremplazable no sólo es una expresión o una confesión ofrecida solamente en palabras, también es una invitación a dar seguridad, confianza que abre las puertas de la vida para facilitar caminos hacia el encuentro verdadero con Dios. Las puertas de una vida intensa y generosa. Por eso, emitir frases u opiniones no es nada fácil en cuanto que nos compromete y nos asiente en quien es la Roca, el fundamento y sentido de nuestra existencia; la base sólida para poder crecer y aportar a un estilo de vida sólido y firme. La opinión nos puede abrir el camino a una verdadera identidad, la cual es muy fácil emitirla cuando estamos al lado de quienes creen; pero, otra muy distinta cuando estamos inmersos en una gran cantidad de opiniones y de diversas experiencias personales, muchas de ellas cargadas de pánico, dolor, sufrimiento, confusión, duda y angustia. Así que, firmes sobre la Roca no surge solamente de una opinión, ni tampoco de palabras o criterios movidos por la corriente y el atropello de algunos, sino del encuentro personal con el amor irremplazable que nos facilita responder a un estilo de vida distinto, que nos lleva a dar pasos sólidos y firmes que transforman nuestra propia vida y asimismo la de muchas personas. Estar firmes en el amor irremplazable no habla de la vida con palabras u opiniones, sino que aporta de lo que vivo de la vida, pues la experiencia de encuentro con Jesucristo, no sólo nos ayuda a entender la vida de una manera distinta, también nos sentimos atraídos, seducidos para estar aferrados a su amor, a sus secretos y proyecto con el fin de levantar.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es
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