COMPARTIR EL ENCUENTRO CON DIOS Lc 10, 1-12.17-20 Domingo XIV Tiempo Ordinario (Ciclo C)

COMPARTIR EL ENCUENTRO CON DIOS
Lc 10, 1-12.17-20
Domingo XIV Tiempo Ordinario (Ciclo C)
Luis Fernando Castro P.
Teólogo PUJ

Algunas personas actúan constantemente en el quehacer de su vida cotidiana, esperando que suceda algo extraordinario para que mejore su proceso de vida. Entre tanto, hay otras personas que esperan que alguien tome iniciativa o decida, se haga cargo de sus vidas, creando meramente aspectos e ilusiones que lo supeditan, conduciéndole hacia el fracaso y estancamiento de su existencia porque no está disponible a responder con eficacia a la misión o al aporte que le corresponde dar. Otras personas toman una actitud distinta porque asumen la realidad de su vida con responsabilidad y de modo activo, enriqueciendo cada día con sus iniciativas, sus palabras y sus acciones, buscando contribuir con lo que se les ha dado, haciendo prevalecer su libertad, mostrando que es posible hacer que las cosas sucedan cuando desarrollamos la disponibilidad con profundidad, logrando crecer en todos los aspectos para bien personal, pero al mismo tiempo para el bien de muchas personas. A la Luz de la Palabra de Dios, Jesús decidido caminar hacia Jerusalén elige, envía por delante y entrega algunas recomendaciones a 72 discípulos, enviados de dos en dos para que desarrollen de un modo eficaz la misión, colaborando con el Maestro en su proyecto del Reino de Dios, alimentando su tarea evangelizadora, estando en comunión con los Doce. Veamos: 

1. Involucrar a otras personas en el propósito y cumplimiento de metas, incentivando a superar dificultades y diferencias para encontrar nuevas soluciones y puntos de vista que darán un nuevo dinamismo a la misión es pensar y trabajar en equipo. Jesús designa a otros 72 discípulos, enviados de dos en dos para que sean precursores espirituales, colaboren con la tarea evangelizadora del Maestro (vv. 1). Comprendemos que no hemos sido solamente elegidos o llamados para escuchar la Palabra de Dios, sino además, estamos en la capacidad de anunciarla con nuestra vida, haciendo mucho bien a muchas personas. 72 simboliza un movimiento que ha sido designado hacia la humanidad entera. Es así, como Jesús designa y envía a los discípulos a otras ciudades de dos en dos. Él escoge para algo especial sin que se pierda el sentido comunitario hacia la irradiación universal para que todo el mundo sepa que nadie está excluido del amor de un Dios que no se detiene ante la infidelidad o indiferencia de los seres humanos. Esto es importante porque el discípulo sabe que la misión no es una cuestión o una actividad meramente personal, sino que es un enviado por Dios para ser portador de su Palabra, eso sí en sintonía con el proyecto divino y con las personas que acompañan o que se encuentran en el mismo propósito. 

2. El discípulo misionero no estará ni actuará solo, lo hará en compañía de otros formando un trabajo en equipo y comunitario para que no sólo se sienta apoyado, sino que además, pueda llegar más lejos: ...los envío por delante, de dos en dos, a todas las ciudades...(vv. 1b), donde a través de la oración: Rogad, pues al dueño de la mies que envíe obreros a su mies (vv. 2b) capte lo que es urgente para recibir de parte del mismo Dios el servicio que más se pueda adecuar a las necesidades de las personas. Ser elegidos y enviados no es una mera ficción, como tampoco es algo especial solamente para algunos, sino para todos aquellos que toman la decisión de implicarse activamente en el proyecto maravilloso del Maestro, orientando su vida al estilo y a la propuesta hecha por Jesús, buscando sostener la misión en todos los tiempos. Tener esta actitud grandiosa y distinta frente a la vida y frente al mundo es asumir con responsabilidad y como nuevas personas la riqueza que se nos ha dado (cf. Gal 6, 14-18) para que podamos contribuir a mejorar el proyecto de vida en las distintas relaciones humanas y de la sociedad, haciendo prevalecer la libertad, mostrando que es posible hacer que las cosas sucedan para el crecimiento integral de todos. Un amor rechazado se ofrece una y otra vez sin medida. Y para que se reconozca este amor los discípulos no irán solos, como héroes solitarios ni tampoco en masa, sino de dos en dos. Dos es suficiente para resolver un conflicto.

3. La importancia de salir de lo que nos crea alguna seguridad o nos hace sentir cómodos en el proceso de nuestra vida, implica tomar riesgos y decisiones complejas que nos facilitan superar la pereza mental y nuestras zonas de pánico. Por eso, una vez que decidimos y nos arriesgamos a comenzar, dando el primer paso, nuestra existencia toma un nuevo sentido y un nuevo dinamismo que nos conduce a caminar hacia adelante superando incluso dificultades y conflictos. Jesús entrega algunas recomendaciones a los 72 designados. En ellas se destaca tanto las dificultades que han de afrontar los misioneros como el estilo con que han de afrontar el envío (vv. 3-12). En esta misión se toman algunos riesgos porque al anunciar la Palabra de vida surgen igualmente y en contraste dificultades, conflictos, rechazos, persecuciones inevitables que atentan a que el discípulo abandone y la misión fracase. Optar por el proyecto del Maestro puede llegar a asustar al principio porque aunque aparentemente eran muchos (72), seguían siendo insuficientes: los obreros son pocos (vv. 2), pero es aquí donde el misionero se hace consciente de los riesgos que debe tomar en el desarrollo de su tarea porque no es algo meramente sencillo y pequeño, como tampoco fácil de asumir, pues es enviado como corderos en medio de lobos (vv. 3), es decir en esta travesía también existen múltiples peligros en el que verán su vida amenazada, sintiéndose indefenso y débil. 

4. Esto, no obstante, hace que el discípulo aprenda también a despojarse de todo, incluso de él mismo para dejar que lo único que brille en esta tarea se la acción misericordiosa de Dios: No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino (vv. 4). Los discípulos que se han involucrado con responsabilidad en este plan divino se abandonan en Dios quien lo provee todo y no se apegan a nada ni a nadie para evitar distraerse  y, así su objetivo sea solamente anunciar la Buena Noticia con alegría en el lugar que llegue y se haga presente como persona, mostrando las bendiciones de Dios e invitando a que todos se alegren, den gracias y alaben a Dios por sus acciones (cf. Salmo 65(66)) y, al mismo tiempo estando cerca a las personas, permaneciendo en la misma casa...(vv. 7) con quienes tienen la posibilidad de compartir y sin estar buscando comodidades, creen buenas y nuevas relaciones, siendo hombres y mujeres que saben transmitir y construir paz: decid primero: Paz a esta casa (vv. 5-6). Los discípulos entonces están puestos en una actitud de salida, siempre en movimiento hacia adelante donde no quede espacio para la acomodación ni tampoco para ir a nombre propio. Los misioneros son precursores (cf. vv. 1b) que preparan el camino para que el Maestro haga su obra.

5. Igualmente en este proceso de la misión no habrá otro afán que llegar a las personas que sufren para que en ellas acontezca la fuerza y el amor de Dios. Este es el objetivo del misionero y, en consecuencia no hay por qué entrar en conflicto con aquellos que cierran la puerta o rechazan esta gracia (vv. 10-11), lo mejor es tomar distancia de las actitudes contrarias al querer de Dios para no verlas como fracaso, sino como una oportunidad confiada (Cfr. Is 66, 10-14) para continuar siempre hacia adelante, caminando un paso más que nos conduzca a ir más lejos, pues estos cosas inevitables nos son suficientes para detenernos en la decisión que hemos optado de ir a la meta. Las realidades adversas son situaciones que nos estimulan la creatividad, generando muchas veces ideas nuevas y soluciones frente a diferentes circunstancias, imprescindibles en los momentos de fortaleza y también de debilidad e incomprensión, haciendo posible que podamos crecer y mejorar en el contacto y en la relación con las personas, dando frutos o resultados de mayor productividad en el dinamismo de lo que hemos iniciado con la certeza de aportar y generar mucho más vida: Rogad, pues, al Dueño de la mies.... EL mundo es un campo fértil que espera de una caricia de amor para abrir su tallos y sus flores. La mies es abundante, y se debe recoger  a tiempo para que no se pierda. De esta manera, si alguien pronuncia una palabra adecuada y en su tiempo el mundo sería diferente.

6. Cuánto más tengamos apertura como elegidos y enviados a liberar conscientes de las adversidades y de las dificultades, crearemos nuevas relaciones y experiencias humanas en el que podemos captar el actuar de Dios y su respaldo, superando los pensamientos rígidos, facilitando la disposición de ayudar a otros a que también crezcan y avancen sin miedos hacia el cumplimiento de sus metas, sabiendo dar y recibir con alegría. Tender la mano a los frutos del campo para que no se pierda hará que aprendemos a mirar diferentes el mundo, saliendo adelante y al encuentro de la gente sin dar espera. Hombres y mujeres capaces de compartir el encuentro con Dios con una actitud de corazón que proviene de una elección y decisión de vida. Es necesario, por eso, continuar con insistencia orando para que el Señor envíe personas, seres humanos que compartan y sintonicen con el corazón y el proyecto de Dios. No se necesita gente solamente preparada, sino además con un corazón de vida sencillo, humilde y manso. Un misionero es una persona siempre presente con un estilo de vida diferente, caracterizada en el amor.

7. El despojo del misionero es riguroso; pero es necesario para evitar la apariencia, pues los decisivo no son los medios que usamos o cargamos. El evangelio es poderoso y no necesita de tantas cosas. De manera que si nos hacemos pequeños, el evangelio que se anuncia se hace más grande. Esta actitud nos facilita compartir el encuentro con Dios con un estilo distinto, más allá de un simple saludo, convirtiéndose en un signo de la alegría del Reino que está cerca y presente. Por eso, el anuncio central del Reino de Dios, no es echar meramente discursos con muchas palabras, sino hacer mediación salvífica de Dios para que al compartir sus palabras y su obra en otros surja la apertura al encuentro con un Dios cercano y Padre. Un encuentro que trae cambios relevantes en la persona, en las casas o ciudades que se visitan porque aprendemos abrazar el amor, la misericordia y la bondad. Así que, la misión hecha presencia hace del mundo nuevas ideas, nuevos proyectos donde brota la verdadera justicia y la paz, cuidando de todas las personas de dar una experiencia nueva y laboriosa de la cercanía de Dios y, que ha su debido tiempo esa semilla sembrada, dará el fruto deseado. 

8. Cuando damos lo mejor de nosotros y ayudamos a otros a dar lo mejor de ellos con un buen desarrollo de un proyecto de vida, ¡Todos ganamos! Después de la misión los 72 regresan llenos de alegría porque han podido someter hasta los demonios en su nombre (vv. 17). Es decir, han vencido las fuerzas del mal.  Jesús los recibe también con alegría, pero al mismo tiempo con otra enseñanza, los exhorta a no vanagloriarse por estos hechos, pues lo importante es participar de las exigencias del proyecto del Reino y poder vivir en sintonía con lo que se dice y se ha hecho: no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres están escritos en los cielos (v. 20). Algunos podemos pensar que los logros y los triunfos alcanzados son meramente esfuerzos humanos, pero en estas metas que llegamos a ver cumplidas y que nos causan mucha alegría y gozo no podemos olvidar y reconocer la presencia de Dios, pues él se hace presente en quienes han acogido su mensaje con sencillez y se han dejado transformar para ser testigos y anunciadores de su mensaje, facilitando crear espacios más saludables donde es posible hacer florecer la alegría y la vida, logrando que el dinamismo de la misión se transforme en un verdadero manantial de vida y de bendición para muchas personas. 

9. Cuando estamos con Dios presente en nuestro corazón, viviendo constantemente un verdadero encuentro con él, Dios sigue escribiendo nuestros nombres en el libro de la vida: alegraos que vuestros nombres estén escritos en los cielos (vv. 20), dándonos cuenta que somos un ciudadano del cielo que sabe compartir y hacer presente el encuentro con Dios. De esta manera, la misión, entonces no se apoya en demostraciones, sino en gestos de presencia que muestran que nosotros llevamos una vida nueva en nuestro corazón para compartirla, irradiando de gozo, de alegría y de esperanza al mundo donde sabemos abrir las puertas de esperanza y amor, haciendo presencia.  

10. En resumen, ser elegidos y enviados a liberar no es una cuestión meramente personal, como tampoco depende del poder que se tenga, ni de los recursos que podamos utilizar, es más bien una experiencia de vida en donde se entra en contacto íntimo con quien nos envía: Jesús, para que actuando de una manera libre y con alegría, pensando en los demás, saliendo de nosotros mismos, estando cerca a otros, compartamos el encuentro con Dios, contagiando al mundo con nuestra presencia, dejando fluir el amor, el perdón, la bondad de un Padre que esta cerca y que desborda toda su misericordia constantemente para que podamos vivir libres y colmados de alegría, afirmando su Palabra y viviendo de acuerdo a ella. Una vida atractiva y deseable para nosotros y para el bien de todos. ¡Viviendo así, nada ni nadie nos podrá quitar la alegría y el gozo de vivir para servir! De una manera consecuente con la vida que está moviéndose con insistencia en nuestro corazón.
Luis Fernando Castro P.
Teólogo- Magister en Familia
@parraluisferf
luisferflormaria@yahoo.es

Comentarios

Entradas populares de este blog

SABER ESCUCHAR PARA AMAR Mc 12, 28b-34 Domingo Trigésimo Primero del Tiempo Ordinario (Ciclo B)

EL ARTE DE VIVIR JUNTOS PARA SIEMPRE Mc 10, 2-16 Domingo Vigésimo Séptimo. Tiempo Ordinario (Ciclo B)

RESCATAR LA VIDA, SIRVIENDO CON GENEROSIDAD Mc 10, 35-45 Domingo Vigésimo Noveno del Tiempo Ordinario (Ciclo B)